Carles Puigdemont podrá repetir hasta la saciedad que no se siente español, pero desde luego esta semana ha demostrado que dentro de su alma nacionalista lleva algo del espíritu de los conquistadores hispanos que hace 525 años arribaron al Nuevo Mundo en nombre de Castilla. El presidente de la Generalitat ha desembarcado a esta orilla del Atlántico para hacer las Américas y evangelizar EEUU con su mensaje independentista, rozando en ocasiones la fabulación, con el retrato de una España opresora en la que los catalanes casi que no pueden vivir libremente.
En esta ocasión, la expedición no la financiaba ningún rey católico, sino el gobierno autonómico, que ha regado Washington con miles de euros a base de lobbys para cultivar el apoyo político a su causa. La factura por este viaje de cinco días, que todavía no se conoce, podrá ser elevada, pero si esta expedición buscaba profundizar en la internacionalización de la confrontación Madrid-Barcelona, ha dado sus frutos.
Quizá a algunos les parecerá excesivo calificar de éxito una conferencia en una sala pequeña de la Universidad de Harvard, un par de reuniones con congresistas, varios actos institucionales y un puñado de entrevistas con medios norteamericanos, pero lo cierto es que la misión catalana ha despertado más interés que en ocasiones anteriores -hubo visitas parecidas en 2014, 2015 y 2016-, en parte ayudada por las coincidencia temporal con la petición de un nuevo referéndum independentista por parte de Escocia.
La diplomacia española, que ha sido capaz de contener la estrategia de externalización del problema secesionista en el marco europeo, no ha tenido demasiado éxito en los EEUU, donde Puigdemont ha logrado colocar su mensaje casi sin réplica alguna por parte del Ejecutivo central. Desde la Embajada en Washington no hacen comentarios sobre las gestiones realizadas para contrarrestar este discurso, aunque sí admiten que han sido totalmente ajenos a los preparativos de la agenda de la Generalitat, que ha demostrado un margen de maniobra internacional total, pese a sus quejas contra la democracia española presuntamente opresora.
Para medir adecuadamente el impacto del tour del president, conviene aclarar que en EEUU la cuestión catalana no suele aparecer en las portadas de los periódicos nacionales. Ni siquiera la actualidad española suele acaparar grandes titulares de forma diaria. Sin embargo, en esta semana, la independencia de Cataluña ha aparecido en los principales medios de comunicación, también en los de habla hispana, donde se han lanzado mensajes como poco discutibles.
"NO ME DEJAN SER CATALÁN"
“No es posible ser español siendo catalán. Para ser español me piden que deje de ser catalán, y ahí hay un problema. Si a mí -me refiero al conjunto del país (Cataluña)- no me pidieran renunciar a nuestra identidad, pues no habría ningún problema. Pero creo que hoy la manera de abordar la solución de las divergencias en una sociedad democrática es votar. Preguntar a la gente qué piensa”.
Este es un fragmento de la entrevista que la edición en español de la CNN realizó a Puigdemont durante esta semana. Si en España el president realizara esta declaración, posiblemente alguien repreguntaría o incluso le rebatiría el argumento. Aquí, tras proclamar que España obliga a los catalanes a renunciar a su identidad, la siguiente pregunta fue “cómo sería la política de una Cataluña independiente hacia los EEUU y Latinoamérica”. Por supuesto, la respuesta fue “mejor”.
Puigdemont también se quejó en este canal sobre la calidad de la democracia española surgida tras la Transición, con una visión particular sobre lo que se decidió en aquellos años. “Cataluña es una nación muy antigua de Europa, con una lengua, una cultura y un derecho civil secular, y necesita un estado que no esté en contra. Ahí es donde nos equivocamos los catalanes cuando hicimos este voto de confianza en las condiciones de la nueva democracia española. Pensábamos que este estado democrático que salía de la dictadura de Franco sería la oportunidad de que se reconociera esta identidad nacional catalana dentro del Estado español. Ahí hemos fracasado”.
En otra entrevista en NTN24, también de noticias en español, Puigdemont arranca exponiendo que ha viajado a EEUU para explicar “qué está pasando en Cataluña y por qué los catalanes queremos ser otra vez un estado independiente”. Aquí el periodista, ante esta contestación, le repregunta qué quiere decir con eso de volver a ser independiente, llevando al presidente a aclarar que se refiere más a un deseo de ejercer su soberanía. El entrevistador es Gustau Alegret, periodista español que se conoce al detalle la cuestión catalana.
Alegret es director de informativos de esta cadena en los EEUU. “Los movimientos independentistas en Europa despiertan interés aquí, porque además coincide ahora con el referéndum solicitado por Escocia. Puede resultar complicado hacer el tema cercano al público latinoamericano y estadounidense de habla hispana, que suelen ver con rechazo o sorpresa estos movimientos. Y aunque intentamos hacerlo muy explicativo, a veces se nos iba demasiado a los detalles, que aquí se escapan”, comenta a EL ESPAÑOL.
EL EXCESIVO CELO ESPAÑOL
Pero una cosa es la audiencia, y otra la clase política. Este periodista catalán, con años de experiencia en EEUU, reconoce que entre los políticos norteamericanos la cuestión catalana levanta curiosidad. “Cuando he hablado con alguno y les digo de dónde soy, me sacan el tema y me preguntan. Me cuentan que en el Capitolio se siente mucho la presencia de la diplomacia española, muy interesada en los movimientos de los políticos catalanes. Y estos congresistas me dicen que ante ese excesivo celo español, le ponen más interés al asunto”.
Al margen de la televisión, Puigdemont ha pasado también por el New York Times y el Washington Post, los rotativos más importantes del país. En este último, su entrevista aparece dentro de un análisis que entronca con la situación de Escocia. De hecho, el titular es El camino escocés es el que queremos seguir. Entre otras cosas, el artículo da por sentado que la independencia catalana “no es un movimiento nuevo”, aseverando que Cataluña posee “un sentido de la cultura y la historia diferente”.
Aunque todos los medios recogen de una forma u otra la postura del Gobierno español al respecto, lo cierto es que el mensaje de que España impide votar a Cataluña va calando. “Es un ejemplo de manipulación. La visión maniquea que Puigdemont da de España como estado opresor no cuela, porque en los actos en los que participa suele haber otras opiniones para contrastar. Lo que sí les está funcionando es el victimismo. El argumento de que no se les deja votar mientras la gente lo reclama en las calles. Esto requiere una cierta pedagogía o van a ir ganando terreno”, afirma en conversación telefónica con EL ESPAÑOL José María Beneyto, profesor visitante en Harvard y exportavoz de Exteriores del PP, que participó en la conferencia que el presidente ofreció en esta universidad, con la que arrancó su viaje.
A su juicio, “el tema referéndum es el punto que hay que explicar bien, hay que aclarar que no es una cuestión que pueda votar sólo Cataluña porque afecta a toda España”. En cuanto a por qué la diplomacia española no ha intervino directamente en la ponencia del presidente catalán, apunta que “quizá no se le quiere dar demasiada cancha” al asunto, porque supondría reconocerle una relevancia mayor.
La conferencia, que se celebró en el Centro de Estudios Europeos de Harvard, llevaba por nombre Catalonia, today and tomorrow (Cataluña, hoy y mañana). Allí Puigdemont afirmó que "España es un país atrasado", que su Constitución es la única europea, junto a la turca, que permite al ejército intervenir contra sus ciudadanos en caso de atentar contra la unidad territorial, o que el referéndum de autodeterminación que la Generalitat reclama es equiparable a la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en EEUU entre 1954 y 1968.
Todo esto ante un auditorio de unas 90 personas, la mayoría estudiantes, muchos de origen catalán. “El discurso fue caricaturesco, con una España malísima y una Cataluña idílica. Hubo poco público, menos que cuando estuvo aquí Artur Mas hace unos meses, y no vino ningún medio internacional, sólo los que traía consigo Puigdemont para consumo interno, para poder alardear luego de hablar en Harvard”.
HARVARD, INICIATIVA DE LOS ALUMNOS
Según detalla Beneyto, la iniciativa de celebrar estas ponencias partió de los alumnos de la universidad. “Harvard es un centro muy internacional y hay estudiantes de todas partes, entre ellos, muchos catalanes y algunos proclives al procés, por lo que solicitaron que se organizara esta actividad. La petición generó debate interno, ya que algunos profesores temían que se convirtiera en un ejercicio de propaganda política, pero finalmente se decidió tirar hacia adelante. A mí me invitaron también al panel para que aportara otro punto de vista”.
Todos los gastos corrieron a cargo de la Generalitat, según indica este profesor, que asevera que Harvard sólo cedió el espacio y buscó a otros invitados para equilibrar la mesa. “Después de esta conferencia creo que no habrá más sobre el asunto catalán. Hay una sensación de que ya hemos cumplido. Hay preocupación porque es un asunto complejo y muchos no se pensaban que el tema de los nacionalismos podía ser tan serio, divisorio y excluyente”. No obstante, la asociación Sociedad Civil Catalana también ha escrito a Harvard pidiendo ser invitada para dar su visión de la realidad en Cataluña.
En aquel acto, Puigdemont habló de "una regresión en derechos civiles" y "una vuelta a tiempos pasados" en España. También contrapuso la Constitución española con la de los EEUU, que "pertenece al pueblo estadounidense, y no al revés”. “Gracias a eso, la esclavitud fue abolida. Gracias a eso, las mujeres y hombres pueden votar. Gracias a eso, la segregación es algo del pasado”, según recoge Efe. Aunque es cierto que los medios internacionales no cubrieron en sí aquel acto, las crónicas españolas sirvieron como base para alguna de las entrevistas posteriores.
Hasta aquí el aspecto más público de la misión catalana, que también tuvo su lado político en la capital. Allí el presidente catalán, acompañado entre otros por su conseller de Exteriores -minister en las comunicaciones en inglés-, Raül Romeva, se reunió con varios congresistas republicanos y demócratas, un paso nada desdeñable, a pesar de que en los EEUU las relaciones internacionales las controla la Casa Blanca, no el poder legislativo.
La Generalitat no había querido desvelar con antelación si había reuniones programadas con algún miembro del establishment político, probablemente para evitar alguna maniobra de la diplomacia española, aunque lo cierto es que desde 2014 los apoyos al nacionalismo catalán en el Capitolio norteamericano son públicos y notorios.
Puigdemont se vio con al menos seis congresistas. Uno de ellos, el republicano Dana Rohrabacher, es ya un viejo amigo del separatismo catalán. Lleva años viéndose con los representantes de la Generalitat en EEUU y brindándoles su respaldo. Este peculiar californiano, pro Putin y pro Trump, casado con una mujer de origen vasco, es el presidente de la subcomisión de asuntos europeos de la Cámara de Representantes.
CONGRESISTAS PIDEN RESPETAR EL RESULTADO
Un portavoz de este congresista atiende a EL ESPAÑOL para aclarar que este encuentro entra dentro de las tareas propias del subcomité parlamentario y que el californiano “cree filosóficamente, siguiendo los preceptos de nuestra propia Declaración de Independencia, en el derecho de las personas a separarse de entidades políticas más grandes y a actuar sobre su propia soberanía”, aunque matiza que “no es ni un instigador ni partidario de este referéndum”. “Aceptaría cualquier resultado y cree que Madrid también debería hacerlo”, puntualiza.
Puigdemont también se vio con un demócrata, Elliott Engel, diputado por Nueva York y portavoz de su partido en la Comisión de Exteriores de la Cámara de Representantes. No hubo comentarios por su parte.
Más habladores se mostraron en la oficina del republicano Francis Rooney, representante de Florida y miembro del subcomité europeo. Su portavoz dijo a EL ESPAÑOL que el congresista conoce que este asunto es delicado para España y reiteró en varias ocasiones que él “respeta la soberanía y la historia de España”. Según narró, fue Puigdemont quien empezó a hablar sobre el procés y el referéndum que quiere hacer en septiembre, a más tardar. Además, encuadró este encuentro dentro de las tareas propias del subcomité europeo.
El presidente catalán también se sentó con otros tres republicanos, los tres de origen cubano, Mario Díaz Balart, Ileana Ros-Lehtinen y Carlos Curbelo. Este último, además, apoyó ante los medios el derecho de autodeterminación, aunque dejando claro que respetaba la soberanía española. “Para nosotros es muy importante este derecho. Mi familia tuvo que huir de un país donde no existía. Yo soy incapaz de imponer nada ni hacer injerencia en la política de otros países. Sin embargo, quiero invitar al diálogo, es fundamental en cualquier país, como hacen todos los gobierno del mundo, como hace EEUU y como también ha hecho el gobierno español”.
Este periódico preguntó a las oficinas de los congresistas cómo se organizaron estas visitas y si ha intermediado algún lobby para programarlas, ya que en EEUU el trabajo de estos grupos de presión es bastante habitual. Ninguno de los portavoces consultados explicaron este punto.
EL LOBBY CATALÁN
Lo cierto es que es público que la Generalitat contrató en 2014 a la organización Independent Diplomat, un lobby que debía establecer contactos relevantes en el mundo político, económico, social, institucional y mediático de los EEUU a cambio de 7.800 dólares mensuales, en total, 93.600 dólares aquel año, según publicó El Confidencial.
EL ESPAÑOL ha contactado con Independent Diplomat para saber si han participado en la organización de este viaje y qué coste ha tenido. “Nuestro contrato con el Gobierno de Cataluña terminó en 2015. Dirija estas cuestiones a la Generalitat”, fue la respuesta. Efectivamente este periódico también solicitó el jueves esa información al Gobierno catalán, que al cierre de esta edición no había respondido.
A pesar de que se desconoce el presupuesto con que cuenta esta misión, gracias a que la Generalitat ha organizado tantos viajes internacionales para promocionar el procés, no resulta complicado encontrar una expedición similar a ésta, no mucho tiempo atrás.
En abril de 2015 Artur Mas realizó un periplo parecido a EEUU que costó a las arcas públicas catalanas 107.891,68 euros, de los que 10.578,73 correspondieron a las dietas, 44.540,99 a los alojamientos, 51.414,75 a los transportes y 1.357,21 a otros gastos, para una comitiva formada por seis personas, según una respuesta parlamentaria difundida por Ciudadanos.
VSITAS SURREALISTAS Y ACUERDOS MILLONARIOS
Si se suman todos los conceptos, la factura del viaje va subiendo, aunque quizá el gasto más relevante no se ha realizado todavía. Uno de los actos de la agenda del presidente era la firma de un acuerdo con el Smithsonian Folk Festival, una de las instituciones culturales más importantes de este país que celebra cada año un certamen en Washington con una cultura invitada. Cataluña será la protagonista en 2018, por lo que Puigdemont quería rubricar el acuerdo.
Sin embargo, en realidad ese documento ya se firmó el pasado mes de junio, cuando hasta Washington se desplazó el conseller catalán de Cultura, Santi Vila, que explicó entonces que este contrato incluye compromisos presupuestarios que “en lo que se refiere estrictamente a las instituciones públicas ascenderá a un millón de euros”, según recogía La Vanguardia.
También se han dado capítulos anecdóticos durante este tour. En la agenda oficial se incluía una visita al Instituto Tecnológico de Massachusetts, de los centros universitarios más prestigiosos de EEUU. Sin embargo, El Mundo desvelaba al día siguiente que en realidad, Puigdemont había recorrido una empresa de alquiler de oficinas cercana al campus.
La gira americana se completó con reuniones con centros de estudios, empresas y un paseo por el Museo Judío de Nueva York. La próxima gran cita de Cataluña en EEUU llegará en verano de 2018, con el Smithsonian Folk Festival, que suele reunir a más de un millón de visitantes en el National Mall de Washington.
Para entonces, según los planes de Puigdemont, Cataluña ya habrá celebrado un referéndum, unilateralmente si es necesario, o quizá elecciones. La última encuesta de este pasado jueves revela que el 'no' ganaría al 'sí' por cuatro puntos si se produjera esa votación, y que los nacionalistas pueden perder la mayoría parlamentaria. A estas alturas, ni siquiera estas noticias han enturbiado la particular conquista de las Américas del president. Armado con su fabulación, no se rinde, igual que los españoles de hace 525 años.