Pepe Barahona Fernando Ruso

“Un día más, salgo de casa; despliego mi bastón y me coloco yo mis gafas. Agudizo más todos mis sentidos: el gusto, el tacto, el olfato y el oído. La vista no porque la perdí, se me quedó allí, en el quirófano…”. Escuchar cantar a Raúl, ‘El ciego del Rapper’, es repasar el día a día de una persona invidente. El miedo a cruzar un semáforo, el vivir preso en su propia casa cuando se pierden las llaves, los golpes con todo aquello que el bastón no detecta… Un día, y otro, y otro. Siempre lo mismo. Y así ha llamado al rap con el que denuncia las barreras arquitectónicas.

“No pido que me pongan una alfombra roja, pero…”, explica a EL ESPAÑOL Raúl Martínez (37 años). Para él la luz se apagó hace diez años. Fue de la noche a la mañana. Se levantó con una especie de neblina en la mirada, veía turbio y todo de color rojo. El despertador, los muebles, el televisor… La alarma cundió rápido y ese no saber qué pasaba se tradujo en una de las peores certezas a las que se ha enfrentado. No iba a volver a ver. Nunca.

Ciego Rapero

El mismo día que se apagaron las luces, hace una década, prendió una pequeña llama que, alimentada por la pasión de Raúl por la música, ya resplandece en una vida donde domina la oscuridad. Ahora Raúl es ‘El ciego del Rapper’.

Raúl vive solo en su piso del barrio de la plaza de Toros de Almería capital. Hace ya cinco años que se independizó. “Le dije a mi madre que teníamos que dar ese paso tarde o temprano”, recuerda. Y lo dio. Primero de alquiler y ahora en busca de un pisito para comprar. Eso sí, en la misma zona, que ya tiene memorizada calle a calle. Cada semáforo, paso de peatones, bordillo…

“Desde que me levanto hasta que me acuesto sé que estoy a prueba”, confirma Raúl, que pasea siempre con su bastón plegable, los cuellos de la camisa hacia arriba, pantalones holgados, zapatillas deportivas, gafas de sol oscuras, perilla, un par de zarcillos dorados en las orejas y un piercing en el lado derecho de su labio inferior. 

Raúl hasta rapea cuando habla con EL ESPAÑOL. Rima y apunta mentalmente cuando descerraja una frase bien cargada de poesía. “Me gusta experimentar la libertad dentro de mi jaula”, repite en varias ocasiones. Porque para él, la ceguera total que le sobrevino hace diez años es una jaula que condiciona, cada vez menos, sus posibilidades, su libertad. 

IDEAS SUICIDAS YA DISIPADAS

“Necesité años de adaptación”, explica el joven, que atravesó por un largo año de depresión. “Hoy no estaríamos hablando si hubiese tenido un par de cojones”, confiesa Raúl en referencia a las ideas suicidas que le atormentaron después de perder la visión. “Menos mal que mi abuela y mi madre estuvieron ahí para sostenerme, si no…”.

Foto: Fernando Ruso.

La diabetes tipo uno que le detectaron a los seis años acabó provocándole una hemorragia en el ojo, una retinopatía diabética, similar a un desprendimiento de retina. Cinco operaciones después, complicadas por la diabetes, sirvieron de poco para que Raúl recuperase la vista. Y aún hoy, sufre y se lamenta por lo que perdió.

“Porque por mucho que consiga, nunca podré volver a ver”, narra el joven, que ofrece charlas a los estudiantes en los institutos de Almería.

Porque la suya es una historia de superación. “Siempre me digo que si he podido salir de ahí, podré salir de donde me proponga”, advierte ‘El ciego del Rapper’.

Foto: Fernando Ruso.

Y con esa fortaleza mental adquirida a base de superar barreras, Raúl Martínez canta rimando a su día a día, para que otros sepan de sus gestas. “Intento ser real y no engañarme a mí mismo, no alardeo de lo que no tengo, ni vacilo de lo que no seré jamás, tampoco voy de malote, porque ya lo fui. Eso no va conmigo, yo trato de aportar algo, de ponerle voz a las cosas que me pasan o le pasan a gente como yo, a las desigualdades que vivimos”.

—¿Y qué cosas le pasan a aquellos que son como usted?

—Quien esté en mi situación lo sabe. Es una lucha diaria. Me pierdo en mi propia casa, tengo miedo a cruzar el semáforo y me siento pequeño cuando no puedo salir de mi piso cuando no encuentro las llaves. Y me desanimo, y me hinco de rodillas, y me pongo a llorar. Porque sé que nunca volveré a ver. 

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Raúl llora. Se derrumba mientras responde. Pero, como en la vida, se repone rápido y pasa página. Cuenta que en el agua no hay barreras y que por eso le gusta nadar. También que hace escalada y que sube montañas, que se embarca en cualquier cosa que le propongan y que friega, ordena la ropa, saca la basura… los pequeños desafíos de un día cualquiera. 

LA MÚSICA COMO REFUGIO

Nunca víctima, siempre gladiador”, puntualiza con descaro quien trabajó en la construcción y a los 26 años ya era un jubilado con una pensión de invalidez absoluta. Y con su pequeño sueldo mensual se las va campeando, “haciendo malabares”. Como cualquiera. Ahorrándose cervezas para pagar al estudio en el que graba sus temas.

Diez canciones que todavía no tienen disco. Que pocos han escuchado pero que son el fruto de un aprendizaje continuo. “No me gusta cantar mis penas, voy por la calle con la cabeza alta, aunque no vea”. 

Y, con ese mantra como base, Raúl, ‘El ciego del Rapper’, sigue buscando ritmos en el rap americano y en el patrio. Una afición que desarrolló cuando se quedó ciego y que lo ha llevado a ganar el VI Concurso Musical de la ONCE Andalucía por su rap Siempre lo mismo, un repaso crítico a ritmo de rap a las dificultades de las barreras que tienen que sortear las personas ciegas en su día a día en sus ciudades. 

Foto: Fernando Ruso.

Raúl se impuso en el certamen organizado por la ONCE a 14 solitas y todo tipo de géneros. La iniciativa, que suma ya seis años, pretende la integración del colectivo de personas ciegas y deficientes visuales a través de la música y el descubrimiento de nuevos valores artísticos

Y ahí, en mitad de todos, Raúl rimó. “Camino sin prisa, porque me tropiezo hasta con la ralla de una tiza; por eso ando despacio, atento a todo y captando mi espacio. Memorizando cada camino, distinguiendo cada sonido entre los distintos ruidos...”. 

Pero cuando se apagan la música, Raúl sigue ahí, viviendo las barreras que denuncia con la música. “A más de uno le tapaba los ojos y lo ponía en la calle”, advierte. Motos en las aceras, coches aparcados en pasos de peatones, semáforos sin el sonido o aceras mal señalizadas. “La sociedad no está preparada para ayudarnos, no saben cómo sernos útiles y algunas veces, más que ayudar, nos dificultan la movilidad”, asegura. 

Por eso canta, para concienciar y para que el mensaje llegue a cuanta más gente mejor. “La única pretensión que tengo es expresarme, y qué mejor que ponerle música a mi día a día. No sé a donde me llevará esto, pero tampoco estoy buscando algo”, apunta el siempre sereno Raúl, ‘El ciego del Rapper’, que acaba cada frase con una sonrisa.

“Solo pretendo vivir bien —zanja—, lo demás viene solo”.