Julio Rodríguez (Orense, 1948) temía la exposición mediática que supondría su incorporación a las filas de Podemos. Por eso, en un primer momento, rechazó la propuesta de Pablo Iglesias: “Fue un shock para mí”. Ahora, tras año y medio en el partido, se ha acostumbrado a que la gente lo pare por la calle. “¿Te podrías hacer una foto conmigo?”, le pide un joven que se le acerca por la Gran Vía, minutos antes de empezar esta entrevista. El que fuese Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) sonríe, se coloca los cuellos de la camisa -asoma un collar juvenil- y posa para la cámara.
Habla con soltura, saltando rápidamente de un tema a otro. Sobre el Día de las Fuerzas Armadas, que se celebra este sábado: “Deberían cambiarlo, es un sustitutivo del Día de la Victoria [de Franco sobre la República]; sobre la tragedia del Yak -42, de la que este viernes se cumplen 14 años: “Hay que escuchar a las familias, eso es lo que necesitan”. Se le quiebra la voz al hablar de Carme Chacón, ministra de Defensa que le nombró jefe de los Ejércitos. Y le brillan los ojos al hablar de Podemos -“todos los ciudadanos tenemos que ser políticos”- aunque haya fallado en sus dos intentos por obtener un escaño.
El ministro de Defensa de Pablo Iglesias pide un vaso de agua en el bar de un hotel en el centro de Madrid. Hace esfuerzos por hacerse escuchar entre el ruido del gentío: “Es que mi tono de voz es muy bajo, ¿sabe?”. Y, punto por punto, va desglosando algunos de los episodios más importantes de su carrera militar y política.
Hoy, viernes, es una fecha muy señalada. Se cumplen 14 años de la tragedia del Yak-42. ¿Dónde estaba usted cuando ocurrió el accidente?
Estaba en el Ejército del Aire, en el Mando de Apoyo Logístico. Recuerdo la noticia terrible del accidente porque yo había estado destinado en Zaragoza, en el escuadrón de F18. Conocía a alguna gente, a algunos oficiales… fue un shock. Haber estado con alguien cerca y que al segundo siguiente desaparezca es imposible de explicar. Después ya llegaron los acontecimientos políticos. Es verdad que a posteriori es más fácil hacer un análisis, pero el dictamen del Consejo de Estado dice que las cosas se hicieron mal. Y hay que asumirlo así.
Han pasado ya 14 años de la tragedia. ¿Existe algún modo en el que se les pueda resarcir a las víctimas?
Que el Gobierno haya reconocido que se podían haber hecho las cosas mejor ya es algo, aunque nunca se puede resarcir a alguien que ha perdido a un familiar. Por lo menos, que la tragedia sirva de ejemplo y que no vuelva a ocurrir. Sobre la investigación, si aún quedan lagunas oscuras, deben explicarse.
¿Cree que esos agujeros existen o que no ha habido un interés absoluto por aclararlos?
Según el dictamen del Consejo de Estado, no ha habido voluntad. Es posible que se haya perdido algún documento con el paso del tiempo, pero las cosas no se han hecho bien hasta ahora. Lo que pedimos es que haya transparencia, que los representantes políticos den todos los hechos y sean los ciudadanos los que les den una interpretación. En cualquier caso, lo prioritario son las familias y hay que darles respuesta a lo que ellas quieran. Y si entre ellas hay discrepancias, hay que ofrecerles respuesta de forma individual.
Imagínese como ministro de Defensa. ¿Qué ofrecería a las familias de las víctimas del Yak-42?
Lo que es fundamental es escucharles. Eso es lo que necesitan. Y también explicaciones. Debe hacerse en estos casos al más alto nivel.
¿Y hasta ahora no se ha hecho?
La gente no tiene por qué estar luchando 14 años por la verdad.
Vamos a otra fecha señalada. Este sábado es el Día de las Fuerzas Armadas. Este año, el desfile se celebrará en Guadalajara. ¿Considera que éste es el gesto más adecuado para honrar a los Ejércitos?
En la sociedad hay una confusión entre el Día de la Fiesta Nacional y el Día de las Fuerzas Armadas. Nosotros hemos puesto el énfasis sobre el Día de la Fiesta Nacional, insistiendo en que el desfile militar [del 12 de octubre] tiene que ser un acto más dentro de un programa mucho más amplio, como la apertura de museos, etcétera; pero lo importante no es que esa fecha quede asociada con el desfile militar.
Sobre el Día de las Fuerzas Armadas [este sábado], yo lo sustituiría por muchos días de puertas abiertas, porque lo importante es que se conozcan y eso no se consigue con un solo día. El Día de las Fuerzas Armadas fue un sustitutivo del Día de la Victoria [con el que Franco conmemoraba la victoria sobre la República].
¿Le veremos en el desfile?
No, no voy a poder estar.
¿Qué deseo le trasladaría a las Fuerzas Armadas en su día?
Pues el que puede trasladarle cualquier ciudadano sobre cualquier servicio público. Que sean profesionales y que cuando tengan que actuar lo hagan con profesionalidad, como ya hacen. Son unas Fuerzas Armadas modernas y profesionales, siempre al servicio de la Constitución. Y los militares que están en el exterior [2.600 en 16 misiones internacionales] son nuestros mejores embajadores. Ellos sí que son Marca España, porque todo lo que hacen repercute en la imagen de nuestro país.
Lo que hay que hacer es redimensionar las Fuerzas Armadas y adaptarlas a las necesidades que tiene el pueblo español en materia de Defensa, poniéndolo en la misma balanza que la educación, la sanidad...
En el programa electoral de Unidos Podemos del 20-D incluyeron profundas reformas sobre el mundo castrense.
El militar es un ciudadano de uniforme y las leyes lo recogen como tal. Lo único que pedimos es que se aplique la ley. No hablamos de revolucionar nada. Claro que hay libertad de expresión y de asociación, pero lo que pedimos es que se implemente. Nosotros pedimos que el Ministerio de Defensa transparente y eso no va en detrimento de la seguridad. Transparencia en la gestión, en los presupuestos, en sus capacidades. Y que los ciudadanos participen del debate.
Usted fue el Jefe del Estado Mayor de la Defensa entre julio de 2008 y el 30 de diciembre de 2011. Hay quienes no entienden la compatibilidad de ese alto cargo con discurso reformista.
Lo importante es que el Ejército salga de la sociedad. Y creo que mi decisión contribuye a ese proceso, a que haya diversidad de opiniones en las Fuerzas Armadas. La gente tiene que ser política.
¿Cuándo empezó a ser “político” Julio Rodríguez?
Vengo de una familia militar. Mi padre lo era, le vi volar y de ahí me vinieron las ganas de entrar en la Academia del Ejército del Aire. A mí no me gusta llamarlo vocación, más que nada porque es algo relacionado con las costumbres. Tras la academia pasé por Valladolid y Morón de la Frontera. Fueron años maravillosos. El país empezaba a abrirse entonces a la democracia y descubrí mi avidez por la lectura, por libros que entonces estaban prohibidos -como La Guerra Civil española, de Hugh Thomas-, y a sentir una cierta inquietud cultural e intelectual. Esa curiosidad de saber algo más me llevó al progresismo, que no es otra cosa que querer progresar en el conocimiento. Se puede ser muy buen piloto, pero no se es nada si la cabeza no está bien amueblada.
Después llegaron muchos destinos: Berlín, Zaragoza, algunos cargos relacionados con la OTAN y con el Ministerio de Defensa… hasta que le nombraron JEMAD [el 19 de julio de 2008].
No me lo esperaba. En aquel momento era un posible candidato porque era un teniente general, pero fue una sorpresa. No conocía a Carme Chacón, no conocía a nadie.
¿Y por qué pudieron elegirle a usted?
Pues porque alguien que Chacón y yo conociésemos en común le hablaría bien de mí. Se informarían de la situación y propusieron mi nombre, pero no tengo la información exacta de cómo llegaron a esta idea.
¿Cómo era trabajar con Carme Chacón?
Teníamos una gran empatía. No nos conocíamos, imagino que los primeros días estuvo examinando mis movimientos. Pero enseguida notamos que el trabajo común era muy fácil, porque era una persona muy inteligente y muy política, que definía perfectamente las responsabilidades. Trabajamos muy bien juntos y creo que conseguimos transmitir esa imagen.
¿Y en el trato más cercano? ¿Cómo era?
Una gran persona. Siempre he respondido lo mismo. Los dos hemos sido muy respetuosos con nuestro comportamiento, incluso cuando yo entré en Podemos. Es una gran pérdida para el PSOE y para España.
Tras terminar su carrera como JEMAD pasó cuatro años en la reserva hasta que recibió la llamada de Podemos.
Durante esos cuatro años estuve informándome sobre las diferentes opciones políticas para decidir a qué partido votar en las elecciones. Había tenido algunos contactos con gente de Podemos que me había preguntado aspectos técnicos de su programa en materia de Defensa. Un día, ya muy cerca de las elecciones, alguien de la directiva se me acercó y me dijo que querían contar conmigo.
¿Quién se le acercó?
Alguien de la ejecutiva. Como Pablo Iglesias no lo dice, yo tampoco lo voy a decir.
¿Qué le supuso aquella propuesta?
Fue un shock. Inicialmente dije que no, porque el consejo familiar, que también debe reunirse, no terminaba de verlo. Estábamos en una situación tranquila y aceptar la propuesta suponía una exposición mediática tremenda. Pero entonces recapacité. A mí, siempre que se me había pedido aportar algo, lo había hecho. Y no aceptar hubiera sido un acto de cobardía. El consejo familiar me dio el visto bueno. Así que tomé la decisión de pasar de la reserva del Ejército -como entonces me encontraba- al retiro voluntario. Ese era un gesto de implicación con el proyecto, antes incluso de saber por qué provincia iba a ser candidato y en qué número. Creo que siempre he demostrado mi implicación personal. También ahora, que sigo aquí a pesar de no haber obtenido un acta de diputado. Es un proyecto en el que sigo trabajando de lo que me manden: si tengo que pegar carteles, lo hago.
“Un soldado raso al servicio de Podemos”, como ha dicho en alguna ocasión.
Eso es. Lo digo muchas veces. La gente no se lo creía, pero creo que ahora lo van asumiendo. Yo soy un grano de arena más en el proyecto, como cualquier otro inscrito, cualquier otro votante. Puedo tener más relevancia mediática, pero hago lo mismo que cualquier otro.
¿Por qué Podemos y no el PSOE? Si le hubiera llegado una propuesta socialista, ¿podríamos estar hablando de otro Julio Rodríguez?
No. Yo ya estaba implicado en el proyecto de Podemos. Lo conocía desde el 15-M y lo voté en las elecciones europeas [del 25 de mayo de 2014, en las que el partido de Pablo Iglesias se convirtió en la cuarta fuerza con cinco escaños]. Hubiera sido una contradicción si hubiera entrado en el PP. En cualquier caso, jamás tuve ese dilema: nunca nadie me ofreció nada, ni el PSOE, ni nadie.
¿Cómo fue la primera conversación con Pablo Iglesias? ¿Fue entonces cuando le propuso ser su ministro de Defensa?
No me dijo eso nunca.
Pero, ante los medios, Iglesias le presentó como su “ministro de Defensa”.
Él siempre presentaba a las nuevas caras, como a la jueza Victoria Rosell, como posible miembro del Gobierno que estaba formando.
Entonces, la primera vez que escuchó el término de “ministro de Defensa” fue en esa presentación ante los medios.
Sí. Él dijo: “Quién mejor que Julio Rodríguez como ministro de Defensa”. Era su forma de decir que Podemos era un movimiento transversal y que lo integraban todos los sectores de la sociedad y de todas las edades.
¿Qué le sedujo de Podemos?
Me sedujo todo el proyecto. Conocía todo el programa. Me atraía que era un proyecto para estar gobernando al día siguiente y no centrado en sacar más votos. Nuestro programa era un contrato con la gente. Y sabíamos que si no lo cumplíamos podríamos ser revocados por quienes nos habían votado. Conozco en detalle el programa y sabía que era posibilista.
Tras anunciar que se incorporaba a las filas de Podemos llegó su cese en la Real Orden de San Hermenegildo [una de las más altas órdenes militares], anunciada por Soraya Sáenz de Santamaría en el consejo de ministros.
El proceso es el siguiente. Cuando decido entrar en Podemos, tengo que pedir el pase a retiro y el cese en la Real Orden, cosa que hice. El consejo de ministros reacciona y dice en rueda de prensa que concede lo que he pedido, que es mi cese. Pero le añaden un calificativo.
¿Qué calificativo?
“Por falta de idoneidad”. Tendrían que haber dicho “a petición propia”. Ese calificativo fue fruto del impacto que provocó mi decisión. El ministro de Defensa [Pedro Morenés] y el Gobierno reaccionaron de forma poco elegante.
Durante su trayectoria militar tuvo mucho contacto con la OTAN. Iglesias, no obstante, había criticado abiertamente a la Alianza Atlántica antes de fundar Podemos.
La OTAN es una organización obsoleta. Nosotros estamos por una defensa europea. España y Europa tienen que hacer un bloque frente a la OTAN para ir cambiando, porque la defensa se hace mejor con los vecinos y no con una defensa transatlántica. Tus vecinos conocen mejor las necesidades.
Entonces, ¿qué hay que hacer con la OTAN? ¿Darle un portazo?
No. Primero hay que construir una unidad política firme en Europa. Porque, si no, todo se reduce a una unidad de intereses económicos. Y después crear una política común y viable de Defensa. Cuando haya una redundancia entre la OTAN y la UE, tendremos que optar por la UE. Será un proceso de transición.
Elecciones de junio de 2015. ¿Qué falló para que usted no fuese elegido diputado por Zaragoza? [Julio Rodríguez fue número dos de Podemos en la provincia aragonesa tras Pedro Arrojo].
No falló nada. El número de diputados de Podemos fue un éxito. Yo iba de número dos por Zaragoza, pero lo importante fue mi contribución a que Podemos sacara el número de diputados que sacó. Como la mía, como la de todos los militantes. El que yo salga o no, no es importante.
Pero desde el punto de vista de la organización, presentar a alguien como ministro de Defensa y que al final no salga como diputado…
Una cosa no quita la otra. Un ministro no tiene por qué ser diputado, no hay ninguna conexión. Lo importante era mi contribución a normalizar Podemos, que a la gente no le supusiera un choque, que no todos fueran perroflautas, como decían muchos. Esa fue mi contribución el 26-J, el 20-D y lo sigo haciendo después. En la política, lo importante no es el momento del voto, lo importante son todos los días. A mí me gusta la política como votante, como militante, y en eso sigo trabajando todavía. Esa cultura política es la que hay que transmitir. Muchos aparatos políticos quieren que la gente vote y que la gente se desentienda después. No, lo importante es hacer política todos los días y que también la hagan los ciudadanos.
Y los miembros de las Fuerzas Armadas, como miembros de la sociedad.
Es que son ciudadanos. Eso es lo importante. No pasa nada por que uno piense de una forma u otra. Al militar hay que denunciarlo cuando no haga bien su trabajo, como a un médico o cualquier otra profesión. Aquí nadie discute si uno es del Madrid o del Barça, ¿por qué hay que discutirle que piense como lo haga?
Elecciones de 2016, ya en confluencia con Izquierda Unida. Los de Alberto Garzón, en las últimas elecciones, abogaban por “rechazar el programa de cultura de Defensa” al considerar que hacía “apología del militarismo y el armamentismo”.
Debe fijarse en el programa con el que se presentó Unidos Podemos, no en el de Izquierda Unida.
¿No hubo un choque con IU en esa materia?
Iglesias y Garzón tomaron ese acuerdo y nos presentamos con un programa común. Y el programa dice claramente la postura de Unidos Podemos sobre las Fuerzas Armadas, sobre la OTAN, sobre los militares…
Pero son dos ríos que transcurren por caminos separados y que en un momento chocan.
El programa común que sacó Unidos Podemos el 26-J fue el mismo, en materia de Defensa, que Podemos presentó el 20-D. Otra cosa es que la organización tenga su procedimiento para nombrar sus representantes y demás. Pero el programa es único. El ciudadano no votó a Podemos, a IU, a En Comú Podem, a En Marea… Votó a Unidos Podemos con un programa determinado.
Dentro de Unidos Podemos tenemos un debate que es el que hace falta. Siempre decimos que la utilización de recursos militares sólo significa el fracaso de la política. Por eso digo muchas veces que soy antimilitarista, en el sentido de que quiero ir en contra de ese militarismo que utiliza el recurso de la fuerza como primera opción. Y eso no quiere decir que vaya en contra de las Fuerzas Armadas. Los conflictos no se solucionan desde el punto de vista militar, sino con la prevención y la diplomacia. Eso es lo que hay que hacer. Y en eso coincido con el más extremista de Unidos Podemos. ¡Porque nadie quiere la guerra!
En las elecciones del 26-J usted fue como número uno en las listas de Almería. Las encuestas daban dos escaños a Unidos Podemos. Hubo quienes apuntaron a un posible boicot de los sectores antimilitaristas a su candidatura, la de Julio Rodríguez.
Es muy difícil medir el impacto en Almería. En Podemos hicimos una encuesta a posteriori para analizar por dónde venía la pérdida de votos. Se hizo una encuesta muy grande, pero a nivel nacional. Es muy difícil extrapolar el análisis sobre lo que ocurrió en Andalucía o, concretamente, en Almería. Hubo una pérdida de votos transversal que no fue de IU.
Pero IU tiene mucho arraigo en Almería. Y los de Garzón tienen una fuerte visión antimilitarista en Almería, en parte, por la presencia del cuartel de la Legión [en Viator].
Bueno, arraigo… el 20-D tuvieron unos 10.000 votos. Yo no hago esa extrapolación. Había un margen muy justo para obtener un diputado y no lo conseguimos, en buena medida, por el crecimiento tan fuerte que tuvo el PP. El debate estaba entre Ciudadanos y Unidos Podemos, quién conseguiría el escaño. Se lo llevaron ellos por una diferencia de unos 2.500 votos.
Estamos hablando del 20-D, del 26-J… ¿Hablaremos pronto de una nueva fecha de elecciones generales?
Los tiempos van tan acelerados que nunca se sabe lo que puede ocurrir en los próximos meses. Siempre creímos que la gran coalición [señala a PP-PSOE-Ciudadanos] iba a funcionar, y lo estamos viendo en los pactos que están haciendo con los presupuestos. Habrá que ver las circunstancias que se dan, especialmente en los casos de corrupción. Nosotros presentamos la moción de censura porque creemos que es urgente. Otra cosa es que el PP convoque elecciones.
¿Y otra de las circunstancias que pueden influir en un adelanto electoral es el nombramiento de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE?
No debemos meternos en la política de otros partidos. Y pensar en lo que pueda pasar sólo sirve para adelantar acontecimientos.
¿Cuál es el futuro político de Julio Rodríguez?
Seguir implicado en Unidos Podemos. Porque es mi forma de ver política. La gente asocia la política con los representantes políticos, pero debemos construirla todos los ciudadanos. Porque la democracia es el poder del pueblo. Y si no presionamos a los políticos, éstos actuarán como un aparato. La obligación de todos los ciudadanos, independientemente de cuál sea su voto, es hacer política. Y yo seguiré haciéndola.
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