Andros Lozano David López Frías

Tenían que ir a presenciar un espectáculo de acrobacias en Alcobendas: el magnate petrolífero Edward J. Hadeed, de 51 años, su novia Jéssica de 19 y Francesca, una amiga de 22 años que pasaba junto a ellos las vacaciones en Madrid. Pero las chicas prefirieron irse de compras. Edward se marchó solo. A la vuelta, ellas ya no estaban. No las ha vuelto a ver. 

Se llaman Jéssica Quezada Santos y Francesca Antonia Sedano Alcalá. Jessica nació en República Dominicana, pero tiene pasaporte de Antigua y Barbuda, la isla donde vive desde hace 4 años. Francesca nació en la isla de Montserrat pero tiene pasaporte británico. A las dos jóvenes se les perdió el rastro el pasado viernes tras salir de un céntrico bar de copas de Madrid.

Ese día, en torno las doce de la noche, salieron de la cervecería madrileña La Cruz de Malta, próxima a la Puerta del Sol. Iban solas. Desde entonces tienen los teléfonos apagados y no dan señales de vida. 

Era la primera vez que visitaban Madrid. Los tres se hospedaban en la habitación 106 del Hotel Tryp de la Gran Vía: Edward J. Hadeed, un rico empresario del sector petrolífero de 51 años, su novia Jéssica, y una amiga llamada Francesca que vive cerca de Mánchester (Inglaterra).

Jéssica Quezada, a la que siguen más de 300.000 personas en Instagram

Llevaban cinco días de vacaciones en Madrid. El sábado tenían que volver a sus respectivos países. Pero todo se truncó la noche del viernes: "Teníamos entradas para un espectáculo de acrobacias en Alcobendas sobre las nueve de la noche. Pero ellas tardaron en arreglarse. Llegó la hora de marcharnos y las chicas aún no estaban listas. Me dijeron que me fuese yo solo y así lo hice", recuerda Edward.

CON 35 EUROS EN EL BOLSILLO

Poco después, las dos mujeres escribieron a Edward. Le dijeron que ellas se marchaban de compras por el centro de Madrid. Él les advirtió de que al día siguiente tenían que despertarse a las cinco de la madrugada para coger el avión de vuelta a casa. Pero ellas desoyeron las advertencias y salieron a quemar la noche. Sólo llevaban 35 euros y se dejaron los pasaportes en la habitación del hotel.

Desde entonces nada se sabe de ellas. A la mañana siguiente, el sábado 24 de junio, Edward J. Hadeed presentó una denuncia en una comisaría madrileña. "La Policía enseguida pensó que ellas se habían marchado de forma voluntaria y no me prestaron mucha atención. Vieron que yo soy mucho mayor que ellas y me dieron a entender que se habrían ido con otros chicos más jóvenes", lamenta Edward. 

Denuncia presentada por Edward J. Hadeed en una comisaría madrileña de la Policía Nacional.

Jessica es poco menos que una celebridad en redes sociales. Es modelo, tiene 19 años, mide 1,60 metros, pesa 55 kilos, luce varios tatuajes en su cuerpo y tiene 330.000 seguidores en Instagram. El día de su desaparición vestía pantalón negro y blusa de color rosa "muy corta", según consta en la denuncia. 

Su amiga Francesca tiene 22 años y dos hijos. Mide 1,65 m., tiene el mismo peso que Jéssica y también luce tatuajes en la piel. Vestía una blusa azul con estampado de flores blancas. Ambas jóvenes son "mulatas" y tienen acento sudamericano.

Edward J. Hadeed y Jéssica Quezada llevan viviendo juntos un año y medio en Antigua Barbuda, desde donde volaron a España el 19 de junio. La amiga de Jéssica llegó a Madrid ese mismo día en un vuelo procedente de Reino Unido, donde vive junto a sus dos hijos

"Son dos mujeres muy llamativas y les gusta mucho arreglarse y vestir de forma provocativa", cuenta Edward, que tendría que haber vuelto a Antigua y Barbuda pero que permanece en Madrid a la espera de que se resuelva el caso.

¿QUÉ PASÓ EN EL BAR?

Las dos chicas decidieron despedirse de Madrid yéndose de fiesta por su cuenta. Fueron a tomar algo a la cervecería Cruz de Malta, un bar que conocían de la noche anterior. Llegaron, pidieron dos sangrías cada una, agarraron el teléfono y empezaron a retransmitir la escena en vivo por las redes.

Testigos presenciales aseguran que poco después entraron dos chicos al local. No pidieron nada. Sólo las observaban. Hicieron ademán de entrar al lavabo pero se quedaron en la puerta mirándolas. "Todos las mirábamos; iban vestidas muy provocativas", cuenta un camarero de la cervecería.

Los dos jóvenes salieron del bar y, a los pocos minutos, las dos chicas hicieron lo mismo. Ahí se les perdió la pista. Edward insiste en que a su novia y a su amiga las drogaron: "Ellas trabajan en el mundo de la noche. Están muy acostumbradas a beber alcohol. Son capaces de beberse tres botellas de vino y seguir caminando. Es imposible que se emborrachen con dos sangrías. Eso es zumo para ellas".

SE FUERON SIN PASAPORTE

Todo ello, sumado a que no se llevaron los pasaportes ni ninguna de sus pertenencias, además de no conocer a nadie en la ciudad, lleva a Edward a sospechar que alguien las podría haber secuestrado para obligarlas a ejercer la prostitución.

"Mi novia lleva una buena vida en Antigua. Hace más de un año que vivimos juntos. Yo tengo mucho dinero y muchas casas. No le falta de nada y le doy todo lo que me pide. Una tiene pasaporte de Antigua y la otra de Montserrat. Eso es como tener un pasaporte británico. Pueden ir donde quieran. No tienen necesidad de marcharse. No quieren vivir en España. Su amiga Francesca tiene un niño de cuatro años y una niña de dos en Mánchester. ¿Cómo va a dejar solos a los críos?", se pregunta Edward, que está seguro de que uno de los camareros de la cervecería sabe lo que pasó con ellas. 

Ayer, EL ESPAÑOL acudió al bar y, misteriosamente, el camarero señalado por Edward tenía el día libre. 

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