Las series de televisión, especialmente si son en una cadena generalista y en abierto, tienen un espacio muy limitado para las mujeres. Sólo hay que coger alguno de los productos de éxito recientes para ver que el estereotipo femenino sigue reducido a la figura de madre, interés amoroso o secundario de lujo. En Modern Family todas son mujeres casadas, en Big Bang Theory las novias del grupo protagonista y, excepto casos como Quantico, los thrillers de estas cadenas los protagonizan hombres cachas y testosterónicos.
Sin una HBO que produzca Girls, es difícil que la mujer demuestre que hay mil caras que enseñar. Pero, de vez en cuando, hay excepciones y surgen ficciones arriesgadas que ponen su mirada en aquellos personajes femeninos que suelen ser escondidos en el resto de productos. Es lo que ha pasado con The good fight, la secuela de The good wife que ha demostrado que se puede enganchar al espectador dando el protagonismo a tres figuras que en cualquier otra serie serían meras secundarias. Ahí está Maia Rindell, joven independiente y lesbiana -circunstancia que no explota morbosamente, sino que se muestra con total naturalidad-, Lucca Quinn, abogada afroamericana, decidida y sexualmente abierta a cualquier opción; y, por supuesto, Diane Lockhart, personaje que sirve de enlace con su predecesora y que es una señora mayor, demócrata, a punto de divorciarse y que ha decidido no tener hijos.
¿Dónde están esas mujeres en la televisión? La CBS las ha reunido a todas y las ha puesto en primera plana. Es un gesto significativo, ya que en The good wife -una serie protagonizada por mujeres fuertes que viven sin la sombra de un hombre tapándolas-, la protagonista era una mujer blanca, atractiva, con dos hijos y que había estado casada. Es cierto que la gran Alicia Florrick pasaba de ser esa 'buena esposa' del título a un ejemplo del empoderamiento femenino. En esta ocasión no vivimos esa evolución, porque desde el primer capítulo se encuentran en ese punto. La serie más feminista del año ha llegado de la mano de un canal en abierto.
La propuesta tiene algo de truco, ya que no se emite en la televisión tradicional, sino en la plataforma de Video on Demand de la cadena, lo que les da un punto de libertad que el matrimonio King -creadores, guionistas y showrunners de The Good fight, como lo fueron de The good wife- han aprovechado al máximo. También en sus dos premisas fundamentales: dar el protagonismo a un bufete de abogados en el que todos son afroamericanos y entra una blanca a trastocar el status quo establecido, y colocar una estafa tipo Lehman Brothers como trama de esta primera tanda. La serie ya ha sido renovada por una segunda temporada y todos coinciden en que es la sorpresa de este 2017.
Los King, como el año pasado hizo también American Crime dan la vuelta a los tópicos. Los afroamericanos no son pobres, marginales o gente en apuros. Son los que parten el bacalao. Dirigen uno de los bufetes de abogados más importantes de Chicago y representan a negros en casos de brutalidad policial. Utilizan la cuestión racial a su favor y también se intenta usar en su contra un planteamiento arriesgado en tiempos de corrección política extrema.
Un serie antitrump
Si The Good Wife ya hablaba de política y había presentado a varios personajes en la lucha por las primarias demócratas, en esta ocasión la importancia del contexto gana puntos. La serie ha cedido su protagonismo a Diane Lockhart, feminista, activista, política… y eso se ha notado. La primera escena de la serie -que tiene pinta de haberse rodado después del resto de capítulo- presenta a la abogada frente al televisor viendo el recuento de votos en la noche electoral que aupó al republicano a la Casa Blanca.
No es la única vez que se le nombrará. Uno de los episodios de la primera temporada girará en torno a la búsqueda de un negro que haya apoyado a Trumo. Reconocerlo salvará al despacho y condenará socialmente al que lo diga. Una decisión que excluirá y marcará a ese personaje. Como era marca de la casa en su antecesora, los casos que tienen que defender son pura actualidad. Brutalidad policial, derechos en internet, y una representación de la derecha más rancia y peligrosa. Eso que en EEUU llaman la Alt-Right y que en la serie llega en la forma del personaje que interpreta el director John Cameron Mitchell y al que deberían rescatar en la próxima temporada.
Mujeres, política, racismo, Trump… The Good Fight tiene todos los elementos que la convierten en una de las series imprescindibles de esta temporada y en una sorpresa. Las cadenas en abierto empiezan a jugar fuerte.