En 1995 Daniel Écija y Emilio Aragón revolucionaron la televisión española. Ellos parieron al doctor Nacho Martín y su familia en la que se convertiría en la serie más vista de nuestra historia, Médico de Familia. Aquel doctor viudo, su cuñada Alicia, sus tres hijos y su asistenta, la Juani, robaron el corazón de los espectadores, que se agolpaban en los sofás para verla durante los cuatro años que duró.
Todavía hoy nadie ha podido superar el récord de audiencia de la boda de Nacho y Alicia, que tuvo más de diez millones de espectadores, cifras que hasta entonces sólo estaban reservadas para el fútbol y después sólo alcanzó Operación Triunfo.
Todo el reparto de la serie alcanzó una gran popularidad. De allí salío Lydia Bosch y hasta Belén Rueda. Peor suerte tuvieron sus actores infantiles. El que más cerca se quedó fue Aaron Guerrero, que daba vida al pequeño Chechu, al que vimos crecer en la pantalla y convertirse en un adolescente en esos cuatro años. Era el típico chaval impertinente y contestón, que le echaba jeta a todo y se metía en un montón de líos.
Guerrero disfrutaría de una fama repentina, y se convirtió en un habitual de las televisiones y la publicidad -él era ese ‘reportero más salchichero’ de una marca de salchichas-, pero las oportunidades le han llegado en ficciones importantes de este país. Cuando acabó la serie de Emilio Aragón estuvo tres años sin salir en nada. Hasta que llegó ella, Ana Obregón, mente pensante de otro pelotazo de nuestra pequeña pantalla, Ana y los Siete.
El argumento era una revisión picantona de La Cenicienta, con una Ana Obregón asistenta en la casa de un ricachón viudo por el día, y bailarina de striptease por la noche. Su buen corazón conquistaba a los hijos del “señor”, siete chavales que volvían locos a todo el mundo. Uno de los mayores (ya en plena juventud) era Aarón Guerrero, que aquí daba vida a Nando Hidalgo. La serie fue un fenómeno de audiencia desde 2002 hasta 2005, cuando dejó de emitirse, aunque TVE hizo un amago y rodó una continuación en la que mataba a Ana y el personaje de Roberto Álvarez, aunque los niños seguían en la serie. Nunca se emitió y estuvieron en problemas legales.
Cuando terminó, Guerrero estuvo otros tres años en barbecho, hasta que recaló en otra serie que funcionó como un tiro entre los espectadores, Yo soy Bea, la versión española de Betty la fea en donde estuvo en cuatro capítulos en 2008. Ahí se pierde el rastro del joven actor, que no volvió a salir en una ficción. Tampoco tuvo suerte en el cine, donde nunca salió en ninguna película.
Su última aparición televisiva fue en un reality de Telecinco, Mira quien salta. Un programa de temática casi surrealista, en la que famosos de España competían en… saltos de trampolín. En manos de la cadena se convirtió en un show en el que se vivieron momentos míticos como ver a Falete tirarse a una piscina en posición de ‘palo’. Aarón Guerrero compitió en la segunda edición, donde quedó en octava posición. Desde entonces sólo se le ha visto en especiales, como el dedicado por Mi casa es la tuya -el programa de Bertín Osborne- a Médico de Familia.
Guerrero ha cambiado la interpretación por la hostelería, y es el dueño de tres locales, entre ellos se encuentra La Malaje, un restaurante de moda de platos andaluces en la que se reúne con sus antiguos compañeros de Ana y los siete y hasta habla de un posible reencuentro televisivo, como comentaba hace poco en una entrevista con La otra crónica. También ha sido padre de su primer hijo, Beltrán, fruto de su relación con Salomé Gadea. Parece que para él queda lejos la época de Chechu Martín y de ser estrella televisiva, y la vena empresarial es la que ahora gana en su vida.