Me agobia pensar en la cantidad de series que hay que ver. Cada día salen nuevas ficciones aclamadas por la crítica o recomendadas por un amigo en unas cañas. Las series se han convertido en una especia de droga que se consume con ansiedad y para estar a la orden del día. Parece que no eres nadie sin ver series, y la verdad es que esta rapidez de consumo está creando una burbuja y acabando con la emoción de verlas.
No quiero como sonar como el abuelo cebolleta. Amo las series, y ahora mismo en las plataformas se dan las condiciones de libertad que muchos directores han deseado durante años. También hay mucha broza que hay que apartar para llegar a las joyas, pero cuando se ven uno recuerda el poder de contar historias.
Lo que hoy vengo a reivindicar es que hay que recuperar la magia de ver series, de emocionarse con ellas, y para ello creo que el sistema de colgar todos los capítulos de golpe es erróneo. Es la estrategia que ha seguido Netflix, y que al principio a todos nos parecía una maravilla. De repente uno tenía todo para verlo al ritmo que quisiera. Que un día quería ver uno, pues uno, que quería ver tres, pues tres. Pero al final, con una oferta cada vez más amplia esto se ha convertido en un método que aumenta la sensación de que lo que se nos da es ‘fast food’ y no un buen solomillo.
Primero es estresante. Cuando llega la fecha de estreno todos como locos y adictos consumen todos los episodios, pero además la diversión se acaba pronto. En un día uno puede haber disfrutado toda la temporada y sentirse con síndrome de abstinencia con una ficción que con suerte llegará el año que viene y con un poco de mala suerte han decidido cancelarla sin que uno supiera que estaba viendo el último y definitivo.
Quien me iba a decir que en plena ebullición tecnológica lo que iba a echar de menos es el modelo Médico de familia. Es decir, juntarnos todos alrededor de la tele, en el sofá, para ver la serie del momento. Como si fuera reunirse en torno a una hoguera para que alguien nos contara una historia. Creo que en el fondo tiene que ver con volver a los orígenes, pero quizás sólo está relacionado con tener tiempo para saborear cada capítulo.
Está claro que tener un ‘prime time’ como en España -y encima a esas horas- cada vez está más desfasado, pero las nuevas plataformas te dan la posibilidad de seguir tu propio ritmo, crearte tu propia rutina, tu propio ‘prime time’. He disfrutado muchísimo esperando cada semana el nuevo episodio de Euphoria. Cuando acababa el que tocaba me quedaba deseando saber qué iba a ocurrir en el nuevo, como cuando Perdidos cambió la forma de ver la televisión para siempre y todo el mundo estaba una semana buscando teorías extrañas en un internet que todavía no sabía lo que se le venía encima.
Ver un capítulo a la semana también es una forma de convertir cada episodio en un pequeño evento. Ir cebando a la audiencia con pildoritas de episodio que viene, aumentar sus ganas. Cuando están todos los episodios de golpe eso se pierde. Todo el mundo ha comentado La casa de papel, pero imaginaos como hubiera sido si Netflix la hubiera colgado capítulo a capítulo. Cada día de emisión hubiera sido una locura y todos hubiéramos saboreado más cada uno, porque todo el mundo ha hablado de la ficción, y es el mayor fenómeno de nuestra industria, pero no recuerdo ninguna conversación sobre un momento concreto, o sobre un episodio preciso, sino sobre La casa de papel como conjunto.
Es cierto que esta forma de ver las series también tiene una desventaja en este mundo dominado por las redes sociales, y es el maldito spoiler. La gente siete la necesidad de compartir todo en Twitter, pero no sólo una valoración tipo ‘qué bueno el episodio’, sino que destripan los giros y las sorpresas de la trama. Así, a los que pueden verlo en cuanto se cuelga en internet, se les debe pedir un poco de decoro con el resto, dar tiempo para que la gente tenga su momento seriéfilo de la semana y así no terminar locos como pasó con Juego de Tronos, que hizo que en su última temporada Twitter pareciera un campo de minas (o spoilers) que era difícil evitar. Quizás, entre todos, hagamos de la experiencia de ver una serie algo más emocionante y menos estresante.
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