El sistema judicial de EEUU está en jaque. La ficción ha decidido utilizar su fuerza y su alcance para denunciar las prácticas, abusos del mismo, así como de la dureza de la red carcelaria, donde el racismo y la brutalidad marcan a cada preso convirtiéndolos en un número y echando por tierra la creencia en la reinserción.
Daba el pistoletazo de salida la magnífica The night of, en 2016 y este año continuaba ese azote Así nos ven, la grandísima miniserie dirigida por Ava DuVernay que volvía a poner el foco en el mismo sitio, esta vez usando un caso real, el de los cinco de Central Park, los adolescentes negros que fueron acusados de una violación y estuvieron presos durante años. La confesión de todos ellos se logró con presiones, amenazas y con una falsa promesa: si dices que eres culpable sales de aquí.
Una base real que hace que la historia cale más, y que se repite en En el corredor de la muerte, serie producida por Bambú, que continúa la senda iniciada con Fariña y estrena una serie más adulta y redonda que otras de sus series como Alta Mar o Las chicas del cable. Igual que hiciera Ava DuVernay, con la que casi coinciden en el tiempo, se basan en un caso real, pero esta vez uno que nos toca de cerca el del español (nació en EEUU pero tiene nacionalidad española) Pablo Ibar, acusado de un triple asesinato y que fue condenado a la pena de muerte.
Un caso que se arrastra desde 1994 pero que en los últimos años ha vuelto a tener una repercusión mediática por el último juicio en el que ha vuelto a ser declarado culpable aunque, por fin, se ha bajado la condena a cadena perpetua. Un caso lleno de fallos en la investigación, malas prácticas policiales y la duda que queda al saber que la principal prueba contra Ibar es una imagen de un vídeo de 1994 en el que no queda claro si es él el que está en el lugar del crimen.
La serie de Movistar+ -y dirigida de manera inteligente y con pulso por Carlos Marqués Marcet- toma una decisión de partida que marca toda la serie. Se posiciona con Ibar. Cree su versión a pie juntillas. Una decisión que puede quitarle aristas y complejidad al relato, pero que también es una declaración de intenciones honesta y que tiene una función mayor. Defienden al preso, critican el sistema judicial y penitenciario de EEUU y hasta a sus políticos gracias a la decisión de Marqués de comenzar cada uno de los cuatro capítulos con un discurso político de los cuatro últimos presidentes de EEUU en el que vemos que a pesar de sus palabras ninguno ha hecho nada, y el que lo hizo fue para empeorarlo.
La serie es una producción sólida, emocionante, que da a conocer el caso de Ibar, que lleva desde entonces en la cárcel y hasta el año pasado estuvo en el corredor de la muerte, sentenciado, viviendo una condena a pesar de que su novia hubiera declarado que estaba con ella la noche del 25 al 26 de junio de 1994. La estructura está clara, y cada episodio se centra en un momento claro de este proceso, primero el asesinato, luego la vida en la cárcel, el juicio, la lucha desde España de su padre por dar a conocer el caso y revertir la sentencia… una lucha de años que siempre se mantiene fiel a la decisión de apostar por su inocencia.
Eso hace que la ficción, basada en el libro de Nacho Carretero, no tenga que centrarse en el thriller y en descubrir si es o no culpable, sino en otros aspectos, entre ellos cómo afecta en la vida de una persona una condena como esta y más siendo latino y de clase baja. También en su familia, con una vida hipotecada para demostrar que todo es un error.
Una de las grandes sorpresas de la serie es la gran interpretación de Miguel Ángel Silvestre, que aquí demuestra que es mucho más que un sex symbol. Su composición es contenida, precisa, y la primera vez que tiene la oportunidad real que tiene de demostrar que puede ser un gran actor. Su acento cubano nunca chirría y aunque la serie se apoye sobre sus hombros nunca pierde la compostura. Él también ha dejado claro en las entrevistas de presentación de la serie que cree en la inocencia de Ibar, y desde ahí ha construido una de las mejores series españolas del año. Puede que su público vaya a ser infinitamente más reducido que el de La casa de papel o Élite, pero En el corredor de la muerte merece una oportunidad.
Noticias relacionadas
- Bertín, esta es la serie que tienes que ver para no decir más tonterías sobre las mujeres
- Estoy harto de maratones de series, quiero un capítulo a la semana
- No me creo el 'porno adolescente' de 'Élite', en mi generación éramos unos mojigatos
- Si Netflix, Disney y Apple nos obligan a pagar tanto por las series, ¡piratería a la vista!