Más de 100 millones de dólares. Esa es la cantidad de dinero que va a pagar Netflix a Sony para hacerse con los derechos de exhibición en todo el mundo -excepto China- de Conectados. Modo familia, la nueva película de animación producida por Phil Lord y Chris Miller, referentes de la animación gracias a títulos como La LEGO película y Spider-Man: un nuevo universo. Es la última compra de una plataforma en el mercado de saldos que parecen haber montado los grandes estudios, temerosos de la brutal crisis en el sector que ha provocado el cierre de los cines en medio mundo y los constantes retrasos de sus blockbusters más esperados. En una industria cada vez más alérgica al riesgo, las plataformas se han convertido en una solución a sus problemas… al menos a corto plazo. Para cuando quieran volver al tablero, puede que sea demasiado tarde.
En los últimos meses Netflix se ha convertido en la vía de escape de Paramount Pictures, un legendario estudio de Hollywood que decidió deshacerse de casi todas sus propiedades (solo se han quedado con la secuela de Un lugar tranquilo, un producto destinado a ser un gran éxito de taquilla llegue cuando llegue a los cines) ante la incertidumbre de la experiencia en salas. La comedia romántica Los tortolitos, la última aventura de Bob Esponja y hasta una aspirante al Oscar como El juicio de los 7 de Chicago, el drama legal de Aaron Sorkin, abandonaron la parrilla de estrenos de una major con 108 años de historia en la industria del entretenimiento a sus espaldas.
El talonario de la compañía dirigida por Ted Sarandos y Reed Hastings ha dado más de sí estos meses de cuarentena. También pasaron a la lista de futuros estrenos de Netflix la adaptación del 'best seller' La mujer de la ventana, un thriller con Amy Adams producido por Fox antes de la venta del estudio a Disney, y Noticias del gran mundo, el western de Tom Hanks que solo se verá -salvo un testimonial paso por cines- en la plataforma de streaming fuera de Estados Unidos.
Su rival Amazon tampoco se ha quedado atrás. Prime Video se desembolsó de más de 125 millones de dólares por hacerse con los derechos mundiales de la tardía continuación de El príncipe de Zamunda, uno de los títulos más esperados de las fiestas navideñas -hasta la cancelación de su estreno, claro- y la confirmación del resurgir de Eddie Murphy tras el éxito en Netflix de Yo soy Dolemite y su mediático regreso al Saturday Night Live. Meses antes, la compañía de Jeff Bezos ya había pagado más de 80 millones de dólares por estrenar un proyecto rodado en primavera en secreto y que conoceríamos después con el nombre de Borat Película Film Secuela, el regreso del célebre personaje creado e interpretado por Sacha Baron Cohen.
El mismo día que se anunciaba la venta de Conectados. Modo en familia a Netflix, Metro-Goldwyn-Mayer anunciaba que Sin tiempo para morir, la nueva película de James Bond, se retrasaba nuevamente hasta el 8 de octubre de 2021, un año y medio después de la fecha inicialmente prevista para la última aventura de Daniel Craig como el agente 007: el 2 de abril de 2020. Hace semanas fue noticia que MGM había proyectado la cinta para varias compañías de streaming, pero ninguna aceptó la exorbitante cifra que pedía la compañía: 600 millones de dólares. De hecho, las (pocas) ofertas que sí llegaron al estudio ni siquiera llegaban a la mitad de su prohibitivo coste.
Las plataformas de streaming no están haciendo nada mal en esta ronda de adquisiciones. Son los grandes estudios de Hollywood los que parecen estar perdiendo de vista cuál puede ser su verdadera guerra a largo plazo: conseguir que los espectadores vuelvan a los cines una vez la crisis de la COVID-19 quede en el espejo del retrovisor. James Cameron, Dios de la taquilla gracias a Avatar y Titanic, tiene previsto el estreno de la secuela de la primera para diciembre de 2022, pero puede que para entonces ni siquiera el autodenominado 'Rey del Mundo' sea capaz de salvar al cine. Milagros, a Lourdes.