"Tenía la necesidad de hacer una película que como espectador no había visto". En ella, una joven francesa llamada Raphi (Raphaëlle Pérez) ha de superar infinidad de trabas para conocerse de lleno, para acercarse a su transformación interna y externa. En una visita al Hospital Clínic de Barcelona, la joven es informada por una médico de que sufre disforia de género. Es una mujer dentro del cuerpo de un hombre. Partiendo de dicha narrativa, Raphi ha de iniciar una nueva etapa vital desde la casilla cero, poniendo en entredicho su origen y construyendo una realidad en la que pueda ser ella misma.
Mi vacío y yo, largometraje de Adrián Silvestre que ha pisado la alfombra del Festival de Málaga, de Guadalajara (México) y de Rotterdam, llega a los cines este viernes con el objetivo de "concienciar a un público más amplio de que todos sentimos las mismas emociones", tal y como explica el director a EL ESPAÑOL.
Vol. I | Adrián Silvestre
I-Vaginarium es una asociación de mujeres trans en Barcelona en la que Adrián Silvestre ha participado dando cursos de cine. De su encuentro han nacido dos de sus proyectos: Sedimentos y Mi vacío y yo, la última teniendo un amplio recorrido en el circuito de festivales. En sus charlas ha descubierto a mujeres como Raphaëlle, que le han permitido conocer de cerca las vivencias del colectivo trans y a quienes ha ayudado a alzar su voz. "Más allá de retratar los problemas de la comunidad trans se trataba de reflejar su visión, con sus luces y sombras", explica el director.
Asimismo, plantea una disyuntiva, "si somos los demás como sociedad los que tenemos que cambiar nuestra visión" con respecto a las problemáticas del colectivo LGTBIQ+. Mi vacío y yo nace de las propias vivencias de su protagonista, que se pone por primera vez delante de una cámara para narrar los episodios que vivió tras su llegada a Barcelona: desde desplantes amorosos de hombres que no la consideran "mujer" a situaciones desagradables que denotan cierto paternalismo hacia su identidad.
"Esta película cuenta que somos lo que queremos, pero también lo que nos dejan ser", afirma Silvestre. "Raphi se construye a sí misma a través de obstáculos", añade, a la vez que denuncia una "falta de información" sobre el colectivo. "Ella se veía muchas veces arrojada a una situación sexual donde no se había hablado previamente de quién era cada uno, de qué querían… ante esos silencios se dan situaciones que difícilmente pueden acabar bien".
"He intentado entender el discurso de las TERF, pero me suena a falacias absurdas"
Para el director, lo más importante para entender su situación es "apelar a la empatía": "Muchas veces nos vienen ciertas ideologías y dogmas de personas que no tienen ningún tipo de relación con las personas trans", explica Silvestre. "Estas opiniones rotundas pueden generar mucho dolor".
La aprobación de la 'ley trans' en España brinda un amplio marco legal para el colectivo, pero ha generado mucha polémica, en parte, por la autodeterminación de género y por la proliferación de mujeres que afirman sentirse amenazadas por ello. "Estamos viviendo un periodo mediático en el que si repites una cosa mil veces se acaba convirtiendo en verdad", arranca el director. "He intentado entender el discurso del borrado de las mujeres de las TERF (colectivo transfobo), pero me suena a falacias absurdas", añade. "Los gimnasios no están llenos de personas trans disfrazadas que te van a violar".
Pese a lo anterior, el director considera que echa la vista atrás y "en la España en la que crecí teníamos más tabúes, mucha falta de información y la comunidad trans estaba abocada al ostracismo". "Somos pioneros en derechos sociales, sexuales y de género, pero no con ello quiero decir que esté todo bien", concluye.
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Vol. II | Raphaëlle Pérez
Raphi vivió una dura infancia noventera en Francia. Algo no encajaba, no sabía qué era, pero la hacía sentir sola, apagada y con un chaleco salvavidas siempre presente por si terminaba ahogándose en su realidad. "Estoy acostumbrada desde pequeña a estar apartada, a no tener amigos", responde la actriz de Mi vacío y yo a EL ESPAÑOL. "Francia me parece más retrógrada que España en cuanto a apertura de mente", indica.
Raphaëlle se sintió la diana de las burlas durante gran parte de su vida. "Una se construye escuchando todo eso y se protege también". Afirma que su experiencia como mujer trans es extrapolable al resto de la comunidad. "He asimilado ser 'maltratada', mucha gente queer vive con ese sentimiento y no se da cuenta de que merece mucho más".
"¿Me quiero operar por mí misma o porque siento que es ahí donde me empuja el mundo?"
La protagonista del filme de Silvestre vio por primera vez su actuación en el Festival de Málaga. "Tenía miedo a no gustarme", explica. Además, el director no le había permitido tener acceso a la película hasta dicho evento. "Cuando empezó sentí vértigo, el suelo se abría bajo mis pies". Hora y media después, "me había reconciliado conmigo misma".
Mi vacío y yo es explícita, vulnerable. Los pasajes vitales de Raphi se suceden como un huracán. Encuentros sexuales incómodos, dudas acerca de su cuerpo y su nivel de feminización, hombres que la ven como un fetiche y otros como juguete. Sus inseguridades vertebran la historia, que culmina con un canto a la libertad, al amor propio y a la oposición de lo socialmente establecido.
Pese a que durante 90 minutos el espectador visita su mundo interior, la única "reticencia" de participar en el proyecto de Silvestre nacía de su propia inseguridad. "Pensé que no me lo merecía, que qué tenía de especial para que fuese una película sobre mi historia", indica.
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Uno de los puntos fuertes del largometraje es su mensaje: "No dar una respuesta preconcebida acerca de lo que una mujer trans tiene que hacer con su cuerpo", afirma Raphaëlle. El tema de la operación es recurrente en la película, aunque la voluntad de Adrián Silvestre y de la actriz era "dejar la puerta abierta". "Hay muchas trans que no se sienten reconocidas en el discurso mainstream" y que no tienen claro si una intervención quirúrgica para cambiar su aspecto es algo que quieren llevar a cabo. "Parece que es la cuestión final, vital, porque es lo que nos impone la sociedad", explica.
"¿Me quiero operar por mí misma o porque siento que es ahí donde me empuja el mundo?", se pregunta Raphi. "Si no me encuentran los suficientemente femenina el problema no lo tengo yo, lo tendrán ellos", concluye.