Los títulos de crédito iniciales de Todos hablan de Jaime avisan al espectador. La nueva película musical de Amazon Prime Video (la segunda en dos semanas de la plataforma, siguiendo los pasos de Cenicienta) está basada en hechos reales. Lo único que hicieron el músico Dan Gillespie y el letrista Tom MacRae fue salpimentarla con canciones y coreografías. Con un año de retraso pandémico, la adaptación de un aclamado musical del West End londinense se estrena en todo el mundo para hacer llegar su mensaje de diversidad, empatía y buen rollo.
La primera vez que el mundo escuchó la historia de Jamie Campbell fue hace más de una década. En julio de 2011, un adolescente de Sheffield (Reino Unido) fue el protagonista de Jamie: Drag Queen at 16, un documental de BBC Three sobre un chico que había decidido, para desgracia de algunos de sus compañeros y profesores que intentaron impedirlo, acudir a la fiesta de promoción de su instituto llevando un vestido. El mundo entonces era un lugar muy distinto en el que el drag era todavía una expresión artística y personal que sobrevivía a duras penas en los márgenes de la cultura mainstream.
Entonces RuPaul solo había emitido dos temporadas de un reality que, diez años después, se ha terminado convirtiendo en un imperio construido alrededor del transformismo y los mensajes de positividad (la frase con la que cierra cada uno de sus programas se pregunta cómo vamos a ser capaces de amar a alguien si no somos capaces de amarnos a nosotros mismos). Tras consolidar la fórmula del éxito en Estados Unidos y recibir un Emmy tras otro, el formato ha dado el paso a mercados como Reino Unido, Países Bajos, Canadá, Tailandia y, recientemente, España. Hay más adaptaciones en el camino.
Todos hablan de Jaime, tanto en su versión teatral como cinematográfica, funciona como una especie de precuela al universo de RuPaul (presente en la película a través del fugaz cameo de uno de sus concursantes más populares, que no conviene desvelar) que explora cómo es el primer contacto de esas personas con el arte del drag durante la adolescencia, quizás la experiencia más formativa y determinante de la experiencia humana.
El brillo de la pasarela y los gritos de los fans dan paso en la película de Jonathan Butterell (director a su vez del musical de 2017 que llevó a las tablas de Londres la historia de Campbell) a los prejuicios que sufre un chico de 16 años que descubre que su padre, su profesora o sus compañeros de clase no entienden ni toleran sus expresiones artísticas, afectivas y sexuales.
Todos hablan de Jamie puede verse como la respuesta de la generación Z a un clásico de la ficción británica como Billy Elliot, otra historia de un adolescente del norte de Inglaterra y de clase obrera que se atreve a especializarse en un pasatiempo (y, posteriormente, una carrera) que la sociedad percibe como femenino e indigno de un hombre. La película de Amazon va un paso más allá, apostando porque su protagonista no sea el personaje que interpretaba Jamie Bell, sino Michael, el mejor amigo homosexual que esconde su secreto.
La representación LGTB en la cultura pop ha progresado sustancialmente en el siglo XXI. Es fácil imaginarse al Jamie real como un apasionado seguidor de Glee que se decidió a seguir los pasos en la vida real del pionero Kurt Hummel. El personaje interpretado por Chris Colfer es el referente más obvio en la ficción para el protagonista de la cinta de Amazon. Ambos aspiran a la aceptación y el amor que el mundo les ha negado desde que aquellos que les rodeaban se dieron cuenta de que eran diferentes, pero sobre todo buscan esa comunidad que celebren sin cortapisas quiénes son y les ayuden a llegar más lejos, en lugar de cortar sus alas.
El guion de MacRae y Gillespie no carga las tintas contra su personaje protagonista (interpretado por el carismático debutante Max Harwood): Jamie tiene el apoyo de su paciente madre, su fiel amiga de origen musulmán y, sobre todo, Hugo Battersby, un veterano de la escena drag que ayudará al adolescente a cumplir su sueño. Todos hablan de Jamie es, al fin y al cabo, una mirada luminosa a la experiencia del marginado.
Richard E.Grant (nominado al Oscar por ¿Podrás perdonarme algún día?) roba el musical en cada una de sus apariciones como el dueño de una tienda de ropa y accesorios para drags que en el pasado se travestía bajo el nombre de Loco Chanel. El primero de sus dos números musicales, un flashback a los años 80 y 90 que celebra sus orígenes mientras retrata de forma emocionante la plaga del SIDA, es el mejor momento de una película a menudo lastrada por una puesta en escena simple, una tendencia al lugar común y una adaptación ocasionalmente torpe.
Hugo, precisamente, es una de las víctimas -sin despedida alguna- de la reducción de su metraje de la historia en su paso de los teatros a los cines. No es la única: Sharon Horgan (Catastrophe) hace lo que puede con el poco agradecido rol de la profesora que decide alinearse con los ignorantes en lugar de ayudar a que la vida de Jamie -y todos los que vengan detrás de él- sea algo más fácil. Ambos personajes estaban más y mejor desarrollados en la versión teatral de Todos hablan de Jamie.
A pesar de sus defectos, en sus mejores momentos Todos hablan de Jamie es un divertido y emocionante canto a la tolerancia y a la belleza de la diferencia. La película de Butterell es el último producto salido de la factoría de cine social británico que salta de forma tan efectiva como predecible del drama a la comedia para hablar de los olvidados de la sociedad.
'Todos hablan de Jamie' ya está disponible en Amazon Prime Video.
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