Barry Sonnenfeld (Nueva York, 1953) empezó en Hollywood como director de fotografía de las primeras películas de Joel y Ethan Coen. En 1991 decidió cambiar de aires y saltar a la dirección con una marca propia muy concreta: la creación de mundos de fantasía y humor excéntrico como las sagas La familia Addams y Men in Black, la serie de culto Criando malvas y la versión televisiva de Una serie de catastróficas desdichas. Tras cuarenta años en el negocio, el director deja atrás su desdén por el género musical con una de las series estrella de este verano: Schmigadoon!, el último lugar feliz de Apple TV+.
Sonnenfeld es un veterano de la industria que ha saboreado con más frecuencia las mieles del éxito que las del fracaso a pesar de que Wild Wild West, la segunda de sus cuatro películas con Will Smith, estuvo a punto de llevarse por delante la carrera de varios de sus responsables. A sus 68 años, el director es el primer sorprendido de ser la primera opción para llevar a la pantalla los seis episodios de la comedia musical creada y compuesta por Cinco Paul.
Como repetirá en varias ocasiones en su encuentro con SERIES & MÁS, nunca fue un fan de los musicales. Antes de sumergirse en el mágico mundo de Schmigadoon!, un pueblo en el que sus habitantes se comportan, cantan y bailan como en los musicales de los años 40, solo había dirigido un puñado de escenas musicales con Kristin Chenoweth y Neil Patrick Harris. Después de filmar 20 números musicales para la fantástica comedia protagonizada por Cecilly Strong, ha cogido el gusto al género a base de sangre, sudor y lágrimas. Pero no demasiadas.
Schmigadoon! podría expulsar al espectador con su fórmula tan particular. ¿Por qué crees que acaba funcionando?
Creo que Schmigadoon! ya sería especial solo con nuestros fantásticos actores que saben cómo actuar, cantar y bailar, pero es que además Cinco Paul, el creador de la serie, ha escrito canciones muy pegadizas con letras realmente geniales. Creo que el último detalle que consigue que funcione algo así es que lo rodamos como si fuera un musical de la MGM que había permanecido escondido desde los años 50.
La serie tiene un estilo muy concreto. Me aseguré de que estuviera grabado como se hacía en los musicales de antes, donde puedes ver a la gente bailando mientras ves todo su cuerpo. Muchos musicales modernos se ruedan como si fueran videos musicales con muchos cortes e insertos de pies y caras. Y para mí, eso no es lo que hace que un número de baile funcione. Creo que por eso Schmigadoon! resulta tan especial. No tienes que ser un fanático del teatro musical para disfrutar del espectáculo. Yo no soy aficionado de los musicales, por ejemplo. Celebro el trabajo de Cinco y todo el reparto: hicieron un trabajo fantástico.
Ha habido algunas series musicales después del éxito de Glee. ¿Cuál crees que es el papel del género en el paisaje audiovisual actual?
No soy un experto en el musical. Todavía no he visto En un barrio de Nueva York. No sé si es buena o no. Tampoco he visto La extraordinaria playlist de Zoey. Creo que es una cuestión industrial. Lo que está sucediendo se debe a la expansión de la industria televisiva gracias a las plataformas. Hay un montón de canales, ya sean de emisión tradicional, streaming o híbrido, que necesitan más y más productos.
Creo que se hacen más musicales ahora porque hay un límite en el número de películas iguales que podemos hacer y ver. ¿Cuántas películas de Marvel se pueden hacer antes de que digas venga, voy a ver un musical? El otro factor es que como hay tantos servicios de streaming ahora puedes tener series de nicho. Puede crear productos que solo estén dirigidos a un grupo determinado, aunque en nuestro caso creo que puede ir más allá de los fans de la comedia musical.
Ya trabajaste con Netflix en Una serie de catastróficas desdichas. ¿Cómo está afectando el impacto de las plataformas a tu trabajo?
Me encanta lo que nos está pasando ahora. Creo que gracias a estas nuevas plataformas, la escritura es mejor. Esto es lo que pasa: si eres el presidente de Sony, vas a estrenar doce películas al año. Todas tienen que ser geniales o te despedirán. El marketing es muy caro. Eso significa que solo querrás hacer películas que vengan con propiedades intelectuales populares, que sean secuelas o que tengan un gran presupuesto.
Con las plataformas nadie será despedido si una serie es mala. Pueden arriesgarse y hacer cosas interesantes. Poder rodar 25 horas de Una serie de catastróficas desdichas fue algo genial para mí. Me permitió descubrir la serie y los personajes por el camino. Me gustaría hacer solo series de televisión a partir de ahora. Pueden ser mucho más gratificantes. Con Una serie de catastróficas desdichas, yo era el showrunner. Además de dirigir la mitad de los episodios, participé en todos ellos y los monté todos. Con Schmigadoon! me contrataron simplemente como director, o como yo digo, para ejecutar la visión de Cinco, porque es su serie realmente.
¿Crees que hay algún proyecto particular de tu carrera que te haya ayudado a sacar adelante Schmigadoon!?
Yo empecé en esta profesión como director de fotografía de Joel y Ethan Coen en Sangre fácil, Arizona Baby y La muerte entre las flores. Desde el principio, también cuando me convertí en director, estaba obsesionado con la preproducción de las películas. No hay peor lugar para tomar decisiones que un plató en el que cada hora que pasa estás perdiendo dinero. Si no sabes de antemano cómo quieres colocar o dónde tienes que situar a los actores, es fácil entrar en pánico.
Pensaba que hacer Schmigadoon! iba a ser muy complicado porque solo había hecho escenas musicales antes en Criando Malvas o Una serie de catastróficas desdichas y aquí estábamos hablando de 16 o 20 canciones. Nos aseguramos de que Christopher Gatelli ensayara anteriormente cada número musical con los bailarines en otra parte del plató y nos lo mandara grabado con el iPhone. Yo veía los vídeos cada noche y proponía cambios, como que no se miraran entre ellos y no hicieran según que movimientos. Íbamos perfilando cada detalle para que todo estuviera claro cuando empezaba el rodaje.
Cada escena musical de la serie se había grabado y editado varias veces, así que sabía lo que necesitaba cada número. Necesito el plano general de toda la escena. Necesito el plano medio solo para esta parte. Muy bien chicos, quietos aquí. Necesitamos una grúa rompecabezas. Vamos a retroceder desde un primer plano a un plano general. Gracias a mis años en el cine independiente, sabía que la forma de rodar adecuada es preparando todo antes. Como nunca había hecho un musical antes, fue muy relajante para mí saber que todo estaba preparado de antemano.
¿Cuál fue la escena más desafiante de la serie desde el punto de vista logístico?
Todos los números de canto y baile se desarrollaron sin problemas. Pensé que sería la parte más difícil, pero gracias a toda la preproducción que hicimos fue la más fácil. El número más complicado, porque estaba decidido a hacerlo en una toma sin un solo corte, fueron los cuatro minutos en los que Kristin Chenoweth canta la canción Tribulation. Lo que complicó las cosas fue que la coreografía tenía que encajar con los movimientos del operador de la steady cam, que tenía que seguirla durante casi toda la escena.
Como todo el número musical tiene lugar a lo largo de todo el plató, no teníamos dónde colocar las luces sin que se vieran. Al final las colocaron en el techo y tuvieron su propio coreógrafo para evitar que aparecieran sombras proyectadas sobre Kristin. Tuvimos que hacer una especie de ballet entre ella y el cuerpo de baile. Como todo estaba preparado con antelación, Kristin vino una tarde para ensayar y grabamos tres tomas para ver cómo quedaba. Repasamos todo, hicimos cambios y a la mañana siguiente hicimos otras tres tomas.
Fue el número más difícil porque lo queríamos hacer sin cortes. A medida que nos acercábamos al final de los cuatro minutos, la tensión en el set seguía aumentando y aumentando porque la escena termina con una enorme pancarta que cae antes de que aparezcan unos globos desde el techo. Si hacíamos una toma perfecta durante tres minutos y 57 segundos, y luego la pancarta se atascaba, teníamos que volver a la primera posición. Pero funcionó de manera brillante. Fue la escena más difícil pero la más gratificante de todas.
Creo que se hacen más musicales ahora porque hay un límite en el número de películas iguales que podemos hacer y ver. ¿Cuántas películas de Marvel se pueden hacer antes de que digas venga, voy a ver un musical?
Toda tu carrera ha estado marcada por la creación de mundos de fantasía.
Creo que todas las cosas que he dirigido, desde Men in a Black a Criando malvas pasando por La familia Addams, Una serie de catastróficas desdichas o Schmigadoon! tienen en común en que todas tienen un componente excéntrico y celebran la diferencia. Me encanta crear y construir nuevos mundos que están basados en la realidad, pero incorporan algo que les hace especiales. No existe un pueblo como Schmigadoon! en el que todos sus habitantes cantan y bailan todo el tiempo, pero una vez asumes que está ahí eso se convierte en tu nueva realidad. Es igual con Men in Black. ¿Existen los aliens? No lo sé, pero Tommy Lee Jones y Will Smith juegan en universo en el que creen que sí existen de verdad. Por eso es divertido. Para mí en el fondo Men in Black y Schmigadoon! son más parecidas de lo que parece.
¿Fue un proceso complicado encontrar el equilibrio correcto entre sátira y homenaje?
El único trabajo que tiene el director es dar con el tono adecuado para contar una historia y ser coherente con él. Como director, respondes a la semana miles de preguntas. ¿Necesita el personaje una falda o un vestido? ¿Prefieres la carpeta verde o la carpeta roja? La acumulación de todas esas preguntas es lo que crea el tono de una historia.
Yo nunca quiero que ningún actor sea consciente de si está en una comedia o en un musical. Quiero que hagan la escena y que interpreten a sus personajes tal como está escrito en el guion. Si la escena es divertida, deben ser graciosos pero sin buscar deliberadamente actuar de forma divertida. La verdad es que nunca vi la película como una sátira o una parodia. Para mí era ese musical de los años 40 que MGM se había olvidado estrenar y que ahora rescata Apple.
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