Un famoso experimento filosófico plantea la siguiente pregunta. Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido? El mismo paradigma puede trasladarse a las guerras del streaming en general y a Apple TV+ en particular. Si se estrena una serie y nadie parece estar viéndola o hablando de ella, ¿para qué se está gastando la empresa dirigida por Tim Cook miles de millones de dólares en la producción de contenido audiovisual?
El tiempo pasa muy rápido en Hollywood y parece que fue ayer el día que Apple recurrió a gigantes de Hollywood como Steven Spielberg, J.J. Abrams y Oprah Winfrey para presentar una plataforma con la que intentaría competir de tú a tú con Netflix, HBO Max o Amazon Prime Video. Meses más tarde, el 1 de noviembre de 2019 aterrizó la marca Apple TV+ con el estreno de sus primeras apuestas: The Morning Show, Para toda la humanidad, See y Dickinson. Las primeras reacciones generalizadas fueron mediocres. Para sorpresa de muchos que siguieron con atención el desembarco de un gigante tecnológico en una guerra que no era la suya, esas series fueron lanzando nuevos episodios y la crítica especializada descubrió que las primeras impresiones no siempre son las correctas.
Solo en el primer año en el aire de la plataforma pasó lo siguiente. The Morning Show terminó dibujando un fascinante retrato sobre la industria del entretenimiento en los tiempos del #MeToo. M. Night Shyamalan se lo pasó en grande con la perturbadora y extrañamente divertida Servant. Para toda la humanidad recuperó la épica del mejor cine comercial de los años 90 tras decidir, a partir de su tercer capítulo, incorporar a las mujeres en la carrera espacial.
Defender a Jacob creó un adictivo cruce de drama familiar y thriller criminal que hubiera arrasado en Netflix. Dickinson demostró que había otra forma de hacer un biopic de alguien como la poetisa Emily Dicksinson. Mythic Quest reunió las mejores cualidades de Community y The Office para crear una encantadora e hilarante comedia laboral. Ciclos inauguró la producción fuera de Estados Unidos con una dramedia ejemplar sobre una pareja que quiere adoptar. Y todo eso sin contar al entrenador yankee que lo cambiaría todo en plena pandemia.
En el verano de 2020, una entrañable comedia sobre un entrenador de fútbol americano que es fichado como entrenador por un equipo de la Premier League británica llegó en el momento adecuado para recoger el testigo de Schitt’s Creek y convertirse en el nuevo lugar feliz de la televisión. Ted Lasso fue el fenómeno de boca a boca que necesitaba Apple TV+ para situarse en el saturado panorama del streaming.
Por el camino quedaron pasos en falso como Truth be told (probablemente, la peor serie de la plataforma a pesar del carisma de Octavia Spencer), la nueva versión de Historias extraordinarias producida por Steven Spielberg o el salvaje despilfarro económico de una distopía, See, en la que irónicamente se veía más y mejor que en cualquier serie de fantasía y ciencia ficción de la última década. No importó: Apple había encontrado a su niña bonita.
La plataforma nunca ha dado datos sobre el consumo de su serie estrella (o sobre ninguna otra, ayudando a perpetuar la sensación general de oscurantismo en la medición de audiencias en la industria del streaming), pero el impacto de Ted Lasso en los medios de comunicación y las redes sociales fue incontestable. Gracias a una temporada debut ejemplar, la serie sobre un pez fuera del agua hizo historia con el Emmy a la mejor comedia de la temporada 2020/2021. Apple TV+ había conseguido su primer premio en una categoría principal en su segunda temporada en la carrera. Netflix necesitó ocho años y una producción de contenido muchísimo más grande para conseguirlo el mismo año con la doble victoria de The Crown y Gambito de dama.
El jarro de agua fría llegó días después del hito de la comedia protagonizada por Jason Sudeikis en los premios de la Academia de Televisión. En plenas negociaciones entre la industria e IATSE (la organización que representa los interés de los técnicos de Hollywood), esta reveló que Apple había intentado pagar menos a los trabajadores de sus series alegando que tenían menos de 20 millones de clientes en Estados Unidos y Canadá. En ese mismo momento, Netflix superaba los 74 millones de usuarios en el mismo territorio. No hay información sobre su alcance internacional, pero no hay nada que invite al optimismo sobre el consumo de las series de Apple más allá de la controvertida segunda temporada de, nuevamente, Ted Lasso.
Este verano, el homenaje a los musicales clásicos de Schmigadoon! se aprovechó de un verano escaso de estrenos potentes y La costa de los mosquitos pareció llamar la atención de los seguidores de Ozark y Breaking Bad. Sin embargo, también pasaron completamente desapercibidos vehículos diseñados al servicio de estrellas como Joseph-Gordon Levitt (Mr. Corman), Rose Byrne (Physical) y Julianne Moore (La historia de Lisey). No fueron las únicas.
Ha llegado el momento de hablar del elefante en la habitación: Fundación
La, en teoría, esperada adaptación del clásico de Isaac Asimov llegaba con el potencial de ser la Juego de Tronos de Apple TV+. Nada más lejos de la realidad. Se pueden ver en pantalla los cientos de millones de dólares invertidos en la producción, pero parece que todo su presupuesto se concentró en sus efectos visuales y diseño de producción, y no en su inexistente campaña de marketing. ¿De qué sirve adaptar con éxito un material calificado como inadaptable y gastarse los cuartos en una producción digna del mejor blockbuster si no va a haber una publicidad que haga que el mundo sepa que existe?
Es de esperar que pequeñas joyas de Apple TV+ como Calls (una fascinante propuesta que juega únicamente con gráficos e interpretaciones vocales para contar sus intrigantes), Perdiendo a Alice (una miniserie israelí en clave feminista y contemporánea que nada tiene que envidiar a los thrillers psicológicos de los años 90) y Visibilidad: LGTBI en la televisión (una ejemplar serie documental sobre la representación del colectivo en la pequeña pantalla a lo largo de la historia) pasaran desapercibidas entre el público mayoritario. Lo que no tiene justificación es que una serie con potencial de fenómeno como Fundación haya sido tan ignorada. Invasión, una superproducción sobre una invasión extraterrestre en clave dramática, parece seguir su mismo camino a la indiferencia.
En el segundo cumpleaños de Apple TV+ solo podemos pedir un deseo. No se trata de que estrenen mejores series. Solo una marca reverenciada y clásica como HBO está actualmente por encima del nivel medio de sus historias, pero no sirve nada hacer grandes series si desde la propia compañía no parecen interesados en que el público las conozca. Apple debería ser consciente que su penetración en el mercado internacional, tanto en el mercado de ordenadores como en el de smartphones, es muy inferior a su comodo liderato en Estados Unidos. Llegar a un nuevo público que no siente esa lealtad por sus productos es un reto adicional.
Está claro que el gigante de Silicon Valley está en una guerra distinta a Netflix, un rival cuyo éxito y futuro dependen directamente de los resultados de su plataforma, pero dejar a sus producciones en la estacada hace un flaco favor al espectador grupo de directores, guionistas y actores de primer nivel con los que trabaja. Los amantes de las series también tienen deberes: perder el miedo a probar un nuevo servicio de streaming y descubrir las más de 20 de series que ya están en su catálogo. Apple TV+ ya es una gran plataforma. Ahora solo falta que sus dueños y su público potencial quieran darse cuenta cuenta.
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