1. Oscuridad. Nocturnal es el séptimo disco de estudio de la banda. Un número de resonancias místicas -séptimo trabajo, catorce temas- para un álbum que empieza oscuro con una canción larga, Llévame muy lejos (5' 37''): “Llévame muy lejos, borra todos los recuerdos, de este país sin corazón”. Grabado en su propio sello, Discos Antártida, la foto de la portada, un montaje del ojo de un animal y una mano sobre un negativo, es de la propia Eva Amaral. La producción corre a cargo de Chris Taylor, bajista de Grizzly Bear, que deja también aquí su huella pop-rock pulcra pero creativa con su instrumento.
2. Viajes. Con Unos llegan y otros se van -tema en dos tramos, el primero una obertura instrumental-, le cantan a un lugar de barcos que parten y seres que dejan atrás sus vidas. Las historias de fracasos vitales y de recuerdos abundan en el disco. “Las mujeres y los niños van primero / Se ha iniciado el salvamento / Capitanes que se hunden con su nave / ¿Qué fue de ellos? Nadie sabe”. El dúo parece acercarse al sonido de Arcade Fire con coros y batería rítmica. “He aprendido a lamerme las heridas,/ Renacer de mis cenizas y volver a comenzar”. No es casual que el disco nazca cuatro años después del anterior y tras la gira más larga que haya realizado el grupo.
3. Ganadores y perdedores. El disco es por momentos una road movie confesional. “Nunca he tenido disciplina / No hay nada bueno en mí / No hay nada más que decir” cantan en el tema que da título al disco. En En el tiempo equivocado suenan a western, a arrebato en un terreno baldío, mientras dicen: “Hemos crecido con los puños apretados / Somos los dueños de un país imaginario”.
4. Nueva etapa. Temas como Ciudad maldita o el single del disco, Llévame muy lejos, contienen lo que sus fans esperan, con un ritmo que puede acercarse a sus álbumes y canciones más conocidos. Pero en todos hay una melancolía mayor: el álbum está mucho más hermanado con Hacia lo salvaje (2011), del que podría ser una cara B sombría, que con los más luminosos Estrella de mar (2002) o Pájaros en la cabeza (2005), con los que forjaron su nombre. La batería de Toni Toledo (Sexy Sadie, acompañante de la banda desde 2011) ayuda a ese sonido común con el disco anterior.
5. Voz madura. Eva sigue teniendo su característica forma de cantar y su intensa voz, pero su color ha ido oscureciéndose, como si lo crepuscular del disco lo pidiera. O, a la inversa, como si ante el timbre más maduro de su cantante, el dúo necesitara publicar un trabajo menos optimista en su tonalidad. No tienen ya pájaros en la cabeza, sino historias de cazadores y presas, de nieblas y de ciudades malditas. “No sé si me buscarán / O me dan por muerta / Ojalá pudieras / alumbrarme entre la niebla”, canta el grupo, aunque deja abiertas puertas: “La niebla que hoy nos ciega pasará”.
6. Mezclas. Chatarra, la duodécima canción, arranca con un beat electrónico. El grupo, aunque fiel al rock, no teme servirse de una producción con mezclas. Otro encabeza el tema que cierra el disco, Noche de cuchillos. Sonidos digitales, pero con batería y guitarra al frente.
7. Románticos. Al final, siempre se trata de relaciones, de personas a las que les cuesta estar juntas pero se necesitan. “Desde entonces ya no creo en nada que no seas tú”, suena en Nadie nos recordará. En eso no ha cambiado el discurso de los zaragozanos. “Unidos, incandescentes como antorchas / que prenden todo lo que tocan. / Unidos en la contradicción / como el aguijón a su veneno”, suena la más potente de las canciones. “Fuimos como un cóctel Molotov”.