Han pasado menos de tres años desde que se estrenó Jobs (2013), la primera película sobre el genio de la informática y fundador de Apple. El filme de Joshua Michael Stern dejó a muchos insatisfechos. Quizá Steve Jobs (2015), dirigida por Danny Boyle (Trainspotting, Slumdog Millionaire), sea la respuesta a quienes creían que se podía hacer algo mucho mejor con un material tan apasionante, la vida de un visionario que revolucionó la informática y la existencia de millones de personas. Pero también un tipo complicado, huraño, arrogante y capaz de traicionar a sus mejores amigos.
Nota de la web imdb para la primera y la segunda: 5,6 y 7,6 sobre 10, respectivamente. Nota de rottentomatoes: 4,9 y 7,7 respectivamente. Son sólo dos ejemplos. Nosotros tenemos nuestras propias razones para disfrutar más la nueva, que se estrena el próximo 1 de enero, que la antigua. Analizamos ambas películas, en siete claves.
1. Estructura clásica Vs. Cuatro presentaciones
Detalles biográficos y pasiones “applemaniacas” al margen, lo que hace que la nueva versión sea mejor película en su conjunto y enganche de principio a fin es lo novedoso de su estructura narrativa. Jobs (2013) optaba por un arranque en el presente, con un Steve Jobs ya maduro, en la presentación del iPod, pero de ahí hacía un flashback a 1974: el resto de la película era lineal, siguiendo la historia del protagonista desde la universidad hasta su regreso a Apple en 1996. En cambio, la nueva cinta opta por la linealidad desde el comienzo, pero en varias escenas que podrían ser el reverso en versión empresarial de Cuatro bodas y un funeral. Vemos a Jobs enfrentado al universo, a quienes le rodean, a su ex novia, madre de su hija, a sus mejores amigos… Cada escena corresponde a una de las famosas presentaciones de Jobs ante un público expectante de su último juguete. Y en cada una asistimos a un funeral vital, como si todo le fuera saliendo mal a un hombre eternamente insatisfecho. Estos cuatro funerales tienen su boda: un final que reconcilia al espectador con un personaje vapuleado durante toda la película. Curiosamente, resulta mucho más amena, interesante y memorable que el filme previo, del que cuesta recordar alguna escena pasado el tiempo. Al ver los títulos de crédito, todo cuadra. Guionista de la anterior: el desconocido Matt Whiteley, escritor únicamente de Jobs. El de la nueva versión: Aaron Sorkin (El ala Oeste de la Casa Blanca, The Newsroom…).
2. Ashton Kuchter Vs. Michael Fassbender
Es difícil no partir con prejuicios ante la elección de uno y otro protagonista. Veamos la carrera de ambos antes de llegar a este punto. Ashton Kuchtner: Colega, ¿dónde está mi coche?, Recién casados, Efecto mariposa, Algo pasa en Las Vegas, American Playboy… Michael Fassbender: Hunger, Shame, Malditos bastardos, Prometheus, 12 años de esclavitud, X-Men: Primera generación... Ejem… Nada más que decir a priori. En defensa de Kutcher, cabe reconocer que no lo hizo tan mal, y que clavó, en un ejercicio de mimetismo del personaje real, los andares de hombros caídos de Steve Jobs. Pero, sin meterse en su piel, sino haciendo suyo al personaje, el Jobs de Fassbender resulta mil veces más irritante y poderoso. Sus arranques de genialidad o de misantropía hacen temblar la pantalla. Nos quedamos con Fassbender.
3. Apple Vs. Next
Quizá sea el único punto en el que el filme de 2013 sobrepasa a la nueva versión: los amantes de los gadgets, los fans del Mac y el iPad, disfrutarán menos con esta versión de mayor dramatismo pero menos explicaciones tecnológicas. Los comienzos y los pasos intermedios de cada uno de los hitos de la compañía de Sillicon Valley quedaban más claros en el primer filme, que dedicaba parte de su metraje inicial al famoso garaje donde todo empezó. Aquí no hay garaje: cuando le conocemos, Jobs es ya un empresario de éxito que se enfrenta a la primera de las presentaciones del filme: la del ordenador Lisa, que fue un fracaso. Danny Boyle parece olvidar que Jobs pudo ser un genio irrepetible, pero lo fue porque con sus creaciones cambió la vida de la gente.
4. Genio irritable Vs. Genio egregio
Los logros de Jobs son obvios, al margen de su esfera personal. Ambas cintas lo muestran como un tipo genial, un visionario con un ojo único para conectar con el usuario, pero también como un as de los despachos, pese a su aspecto despistado. La nueva película incide más en esto. La clave en su historia es su despido de Apple y su posterior regreso años después. En este punto ambos filmes ofrecen versiones muy diferentes. El de 2013 lo pinta como una auténtica víctima de los tejemanejes de John Scully (Mathew Modine), el ex directivo de Pepsi por el que el propio Jobs había apostado. Cierto que movido por el presidente de la junta, Arthur Rock (un enorme J. K. Simmons), y traicionado, muy a su pesar, por Mike Markkula (Dermott Mulroney), el ejecutivo con el que había fundado la compañía. Todo ocurre con nocturnidad y alevosía. Al genio en las nubes se la habían jugado los chacales en la tierra. En la nueva versión, se da voz a Scully (esta vez Jeff Daniels), que asegura que sólo se defendió cuando Jobs movió ficha para ponerle en la calle: Jobs no era un angelito, sino otro tiburón. Crean a quien quieran… También se asegura que el regreso a Apple fue una cuidada operación ideada por el propio protagonista cuando lanzó Next. Es, desde luego, una explicación más cinematográfica.
4. Woz & Cia Vs. Woz
Steve Wozniak pasará a la historia como el tipo que no pasó a la historia y debería haberlo hecho. Pero amigos, Jobs sólo hay uno. Woz, uno de los pocos capaz de decirle las verdades del barquero al genio irritable, era otro genio, pero sólo con los circuitos y las programaciones. El comienzo de Apple fue cosa suya, de ambos, y eso lo muestra muy bien -mucho mejor- el filme de 2013. “Has vuelto a salvarme el culo”, le reconoce Steve. La historia se repetiría. Pero Woz era el ingeniero encerrado en sus circuitos y sus placas, y Jobs el hombre con la visión de conjunto. En el filme de Boyle, Woz (mucho mejor ver a Seth Rogen, que hace un gran papel, que a Josh Gad, más discreto) es el Pepito Grillo que aparece en cada presentación, como el fantasma de las Navidades pasadas, para amargarle el día al protagonista. Trae siempre una petición recurrente: que acredite en su discurso a los creadores del Apple II, el ordenador que dio de comer a la compañía durante años y del que Jobs, que miraba siempre hacia adelante, acabó renegando. En el filme anterior se daba protagonismo a todo el equipo fundacional de Apple junto a Jobs y Wozniak: Bill Atkinsons, Red Holt, Mike Fernández, Daniel Kottke… Era más completo en ese sentido. Para los amantes de la historia, mejor. Pero para eso ya están los libros. El nuevo filme, más teatral, reduce el conflicto a un duelo Jobs-Woz. Y funciona.
5. Detalles Vs. Esencia
La película de 2013 repasaba mucho más pequeños aspectos de la biografía de Steve Jobs: su afición por la fruta, sus rarezas de estudiante como andar descalzo o apenas ducharse, su entorno familiar, su viaje a la India, las drogas… Todo eso queda fuera del nuevo retrato, en el que el Jobs es ya un treintañero de éxito. A cambio, se atreve a explorar el origen de su rabia como hijo abandonado por su padre biológico. Sólo coinciden en su costumbre de esparcir documentos por el suelo para pensar mejor. La primera es más detallista. La nueva, más esencial.
6. Cat Stevens Vs. Dylan
Si la historia te lo pone a tiro, ¿para qué complicarte? Steve Jobs era un fanático de Bob Dylan. Pero Joshua Michael Stern arranca el filme con… Cat Stevens. ¿Pero esto qué es? Luego sonarán Bach y Dylan, sí, entre otros, pero el uso de la música no se sale del carril. Como el de la imagen. Danny Boyle puede gustar o no. Pero desde luego su cámara tiene otro lenguaje. Y suena sólo Dylan y más Dylan. Entonces, ¿a favor o en contra? Nos puede el corazón dylaniano: a favor.
7. Héroe Vs. Villano
Este punto es complejo. Ambas películas son poco complacientes con Jobs. Obviamente, si haces un biopic sobre un tipo, es que te interesa su vida. Quien espere que le retraten como a un criminal que no vaya a verla. Empezando porque ser un capullo en tu vida privada (como parece ser el caso) no te convierte en un monstruo. Y eso que hizo méritos: se desentendió de su hija y de la madre de ésta durante años. Un tipo que ganaba millones de dólares parecía satisfecho con pasarle una pensión mínima a una niña a la que se negaba siquiera a recibir. El nuevo filme incide mucho más en su relación con Chris-Ann, su alocada ex pareja -que se gastaba miles de dólares del dinero que le pasaba Jobs en excentricidades- y con su hija Lisa. Y añade un personaje nuevo de gran fuerza: la jefa de márketing-secretaria-apagafuegos y mucho más de Jobs, Johanna Hoffman (Kate Winslet), sin la cual todo su mundo se vendría abajo seguramente.