Los Globos de Oro estaban llamados a ser un combate entre los supervivientes en los bosques coloniales americanos de El renacido (The Revenant), de Alejandro González Iñárritu, y los periodistas que investigan la pederastia de la Iglesia de Boston de Spotlight, de Tom McCarthy. Pero si alguien ha salido renacido de los galardones es un tipo que se ha abierto camino en Hollywood enfundado en unos guantes de boxeo, Sylvester Stallone, que a sus 69 años ha vuelto a llevarse un premio importante por su papel de Rocky Balboa. Esta vez el protagonista no es él, sino el joven prometedor al que entrena en Creed. La leyenda de Rocky. En el filme de Ryan Coogler, Stallone vuelve a ser el mítico púgil, pero esta vez a la lona se sube Adonis Johnson, el hijo de Apollo Creed, el amigo del protagonista de la saga al que destrozó el ruso Ivan Drago.

Stallone-Rocky dejó tumbados por KO a Michael Shannon (99 Holmes), Idris Elba (Beasts of No Nation), Mark Rylance (El puente de los espías) y Paul Dano (Love & Mercy) en la categoría de Mejor Actor de Reparto. Habían pasado 39 años desde que, en 1977, Rocky ganó un Globo de Oro (Mejor Película) y tres Oscar (Película, Director, para John G. Avildsen, y Montaje), aunque entonces a Stallone se le escapó el de interpretación, al que estuvo también nominado en ambos galardones. El actor, consciente de lo que le ha dado el personaje, subió a recoger el galardón animado por una gran ovación de sus compañeros de profesión y dedicó el premio, "sobre todo a mi amigo Rocky Balboa, por ser el mejor amigo imaginario que he tenido nunca".

Historia de superación y de lucha personal, más allá de lo estrictamente deportivo, Rocky conmovió al público y los académicos norteamericanos e inauguró una saga de éxito -casi un género- con cuatro continuaciones, dirigidas todas por el propio Stallone excepto la última, en la que volvió a recurrir al director de la original, sin que sirviera demasiado para reflotar una franquicia en horas bajas: Rocky II (1979), Rocky III (1982), Rocky IV (1985) y Rocky V (1990).

El carisma y el tirón en Hollywood del actor de origen italiano se dispararon gracias a la saga, aunque del brillo que la primera Rocky parecía augurar quedó poco después en una carrera entregada al cine de acción y los personajes de frase contudente.

Acorralado

Acorralado, una historia con fondo de denuncia sobre un veterano regresado de Vietnam y acosado por la policía, John Rambo, era cine de acción pero parecía prometer una continuación digna a la sorpresa del boxeador italiano de origen humilde que vencía a las circunstancias movido por el amor. Sin embargo, el camino tomado por Stallone fue el de la taquilla a golpe de ametralladora: siguieron dos entregas más de Rambo, una de justiciero urbano, Cobra. El brazo fuerte de la ley, una de camioneros, Yo, el Halcón, y más tipos duros: Tango & Cash, Demolition Man, El especialista, Judge Dredd…

Hubo ocasionales incursiones en la comedia, en el cine de aventuras (Máximo riesgo, Pánico en el túnel), y poco más, salvo un gran negocio de restaurantes con sus amigos Arnold Schwarzenegger y Bruce Willis. Pero, ocasionalmente, el tipo que, a pesar de todo, es un actor, sale a relucir, como en el thriller sucio Copland (1997), en el que Stallone encarna con hondura un personaje patético, un héroe aislado, sólo ante el peligro, en un pueblo corrupto donde viven sólo policías.

El regreso en 2006

¿Renace Stallone cada cierto tiempo o suena la flauta en su cabeza o en el teléfono de su agente ocasionalmente? Que cada lector decida. Lo contradictorio de su trayectoria se ve claramente en dos recuperaciones seguidas: en 2006, dieciséis años después de la quinta entrega, el actor y director estrenó Rocky Balboa, y en 2007, John Rambo. Eran continuaciones dispares. John Rambo no logró hacer despegar de nuevo al marine veterano: el nuevo festival de explosiones y disparos no llevaba a ningún sitio

En cambio, Rocky Balboa se convirtió en la antesala del éxito de Creed. La leyenda de Rocky: un veterano Balboa es llamado una vez más al ring por circunstancias familiares, y aunque es ya un tipo metido en la sesentena y hace años que no pelea, vuelve a demostrar que el esfuerzo y el tesón, en América, pueden con todo. Suena poco convincente, pero se trató de una más que digna quinta entrega para una saga abandonada veinte años antes que fue aplaudida por la crítica y bien recibida por la taquilla.

El Globo de Oro a Stallone se convierte en justicia poética, por el que nunca le dieron, y premio a su vez a toda una saga. Quizá le abra las puertas también a los Oscar. Este miércoles 14, la Academia de Hollywood dará a conocer sus nominados. Y acaso ahí veamos, una vez más, a Rocky, gancho a gancho, camino al cinturón de campeón.

En la rueda de prensa posterior a los premios, un periodista preguntó al actor si Rocky viviría para siempre. “Sin duda, no vivirá siempre, porque representa lo que la vida es al fin y al cabo. No nos quedamos aquí permanentemente. Es un ciclo. Y el mayor hombre del mundo morirá... no sólo Rocky Balboa sino gente verdaderamente importante: científicos, médicos, héroes, Galileos, grandes guerreros...". Y añadió: "Hay una frase en el filme en el que digo que la vida no ha sido derrotada. El tiempo no lo ha sido. Lo hemos dejado [Creed] en un punto en el que Rocky aún está con problemas, y se queda a disposición de la imaginación del espectador. Pero sí que intentamos proyectar que la vida es un partido de baseball de un único strike. Más te vale luchar para mantenerte. No vas a tener una segunda oportunidad para probar de nuevo. Morirse es fácil. Lo difícil es vivir".

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