De banquero a ladrón. De especular con el dinero de los ciudadanos, a robárselo a las grandes entidades financieras. Un paso de gigante que sólo puede dar un actor como Luis Tosar, una bestia capaz de mimetizarse con cada personaje. Da igual que sea un parado de buen corazón (Los lunes al sol) o un vecino psicópata (Mientras duermes), el público disfruta viendo a uno de los actores más versátiles y premiados de nuestro cine -ya lleva tres premios Goya-.
Sus dos últimos filmes como protagonista (El desconocido y Cien años de perdón, que llega este viernes a las salas) tienen algo en común: la corrupción es el detonante de una trama que tontea con el thriller y la acción. Si en la primera era un preferentista amenazado, aquí se cambia de bando y lidera una banda dispuesta a demostrar que el refrán es cierto, ya saben: "Ladrón que roba a un ladrón...”. Dentro de este banco no sólo hay dinero y especulación, también los secretos más oscuros de la clase política.
Para ello se ha puesto por primera vez a las órdenes de Daniel Calparsoro y al frente de un reparto coral en el que comparte plano con Rodrigo de la Serna, Raúl Arévalo y José Coronado. Un thriller con tintes sociales, porque “el cine se nutre de lo que ocurre”. “Por desgracia el entorno que nos rodea es este. Los bancos son los estafadores de este siglo. Antes podía ser un trilero, o un señor que te hacía el timo de la estampita, pero ahora es este señor el que te la mete doblada, por lo que es lógico que subyazca esta temática”, cuenta Tosar a EL ESPAÑOL.
La relación entre el actor y De la Serna derrocha química, y el espectador termina empatizando con estos atracadores de buen corazón, algo que cree que también pasa en la vida real, donde existe un “beneplácito social” a la hora de robar a un banco. “Los ladrones de bancos no son gente a la que odiemos especialmente, a nadie le parece especialmente mal que se les robe. Al final estás atracando a una entidad que está usando los ahorros de la gente para invertir, y a veces en cosas muy oscuras. Hay algunos a los que casi les haces un favor si les sacas un poco de dinero”, añade.
Los bancos son los estafadores de este siglo. Antes podía ser un trilero, o un señor que te hacía el timo de la estampita, pero ahora es este señor el que te la mete doblada
La película se desarrolla en un banco de Valencia y se estrena cuando los casos de corrupción en la ciudad llenan los periódicos. Una coincidencia que “no esperaba nadie”, pero que al actor le hace esbozar una sonrisa. “Me produce mucho placer que haya más de 20 detenidos en Valencia y que nuestra película hable de ello. Hay algo catártico para el espectador, de justicia poética, de que como ciudadano veas que hay algo de vulnerabilidad, que se les puede hacer daño”, explica Tosar.
Más Latinoamérica y menos Europa
La banda de atracadores de Cien años de perdón es una mezcla explosiva entre un gallego y un grupo de uruguayos. Una metáfora de lo que debería ser, para Luis Tosar, nuestro cine. Una industria que tienda puentes con Latinoamérica y cree un mercado común que pueda competir de tú a tú con la anglosajona. Una proyecto del que España ha estado “desconectada” y para el que pide “espabilar”.
“Tenemos que mirar más hacia allí y menos hacia Europa, tenemos el empeño absurdo de estar en Europa y, ya no políticamente sino culturalmente, no tenemos nada que ver con ellos, nos miran como africanos. Con quien tenemos que ver es con los del otro lado, con los que tenemos un idioma común. Estamos muy empeñados en que se nos reconozca en la Academia Europea, que son todos alemanes y les importamos tres cojones, nosotros somos playas para ellos. No tiene mucha lógica y no se ve retorno. Con América hay cosas en común y ejemplos de proyectos que han funcionado muy bien”, cuenta el actor recordando filmes como Relatos Salvajes.
Cien años de perdón llega de la mano de Telecinco Cinema y distribuida por Fox, una mezcla que asegura una apuesta fuerte en número de salas y a nivel promocional, algo que para el actor de Celda 211 puede ser un arma de doble filo ya que “la hostia puede ser más grande”, sobre todo después del éxito de Ocho apellidos vascos: “Nos volvimos locos y todos creen que se pueden hacer 54 millones de euros, esa no es la realidad, aquello fue algo histórico y hay que ser realistas”.
Un golpe en la mesa
Luis Tosar es uno de los actores más comprometidos políticamente. El actor incluso se ha presentado un par de ocasiones en las listas del BNG y nunca tiene pelos en la lengua a la hora de decir lo que piensa. Por eso, a pesar de que a los Goya acudieran todos los candidatos a formar Gobierno, desconfía de “la idea de la cultura de los políticos”, especialmente del cine. “No saben cómo funciona, cómo se financia, el recorrido que tienen las películas o la forma de sustentar una industria como la nuestra, generalmente están desinformados”, critica.
Hace falta alguien que pegue un puñetazo en la mesa y que se enfrente a las 'majors'. Necesitamos una cuota de pantalla para que las películas pequeñas se puedan defender
Para el actor la solución pasa por una decisión política de proteger nuestra industria. “Hace falta alguien que pegue un puñetazo en la mesa y que se enfrente a las 'majors'. Necesitamos una cuota de pantalla para que las películas pequeñas se puedan defender. Cuando vas con una compañía grande es genial, pero necesitamos espacio. En Francia lo saben hacer, aquí no. Nadie quiere meterse en ese lío y decir: 'Ahora me enfrento a Warner, se va a pagar un canon de distribución y se va a dejar una ventana para el cine nacional”, opina Tosar
Aquí no defendemos nuestra cultura, por eso gran parte de las películas son deficitarias
Además cree que las formas de financiación del cine español también deberían cambiar y usar el modelo francés, en el que de cada entrada se dedica un porcentaje para la producción de cine nacional, ahorrándose dinero de subvenciones directas. “ Aquí no defendemos nada, por eso la gran parte de las películas son deficitarias”, zanja.
Para el futuro el seguirá unido al thriller de acción. Primero con Toro, lo nuevo de Kike Maíllo que inaugurará el Festival de Málaga, y luego con Plan de Fuga, el regreso de Iñaki Dorronsoro a la dirección diez años después de La distancia.