Oliver Masucci (Stuttgart, 1968) es el último actor alemán que ha encarnado a Adolf Hitler. Lo ha hecho en la película Ha vuelto, la adaptación cinematográfica del best-seller homónimo escrito por Timur Vermes (Nuremberg, 1967), en España publicado por Seix Barral. De padre italiano y madre alemana, Masucci es un hombre alto, rubio y de ojos claros. Su aspecto es mucho más ario que el del propio Hitler. Por eso tuvo que transformarse antes y durante el rodaje de Ha vuelto. En la película, Adolf Hitler viaja inexplicablemente en el tiempo. Pasa de los oscuros días de su búnker berlinés a la actualidad.
El largometraje mezcla la ficción con extractos fílmicos de tipo documental en los que el Führer entra en contacto con la tecnología y la gente del siglo XXI. Dirigida por David Wnendt, la película estará a disposición de los usuarios de Netflix en España y resto del mundo el 9 de abril. Masucci, que recibe a EL ESPAÑOL en un céntrico hotel berlinés, a dos pasos de un cine en el que se estrena la última película en la que ha participado, considera que Ha vuelto sirve como una alarma ante la posibilidad de que revivan las ideas intolerantes que otrora llevaron al nacionalsocialismo al poder.
¿Qué ha tenido que hacer para encarnar a Adolf Hitler?
Físicamente somos diferentes. Nunca me había visto como Adolf Hitler. Pero cuando vino la propuesta de hacer este papel, me lo pregunté. Y es relativamente fácil hacerlo. Cuando uno se pone el bigotito y un flequillo a la izquierda, uno adopta esa imagen característica. Me pusieron una pequeña máscara con piel falsa, una nariz falsa, también un labio superior falso, pero apeas se podía ver que aquellas partes de mi cara eran postizas. Es increíble lo que se puede hacer con estos elementos prostéticos. Además de todo eso, gané 25 kilos para que en mi cara hubiera más volumen. Sólo de cerca se podía ver que era un actor haciendo de Hitler. Aún así, pude encontrar gente que no tuvo problemas para hablar con Hitler delante de dos cámaras. Siempre traté de hablar con normalidad a la gente. Para imitar bien a Hitler escuché 500 discursos suyos. En ellos, Hitler era realmente elocuente contra la República Weimar y contra el sistema democrático. Decía claramente: “Somos intolerantes y con nosotros en el poder no habrá otros partidos políticos”. Pese a eso, la gente votó por los nazis, algo que me parece realmente fuerte.
Esa gente con la que habló dijeron cosas abiertamente xenófobas. ¿No le chocó?
Mi labor en la película es seguir haciendo de Adolf Hitler. Mi misión era una misión de actor y por eso estaba 24 horas al día metido en ese papel. Fue una auténtica lucha permanecer tanto tiempo como Hitler. Y lo que dijo la gente me chocó mucho, tanto como me chocó ver lo fácil que es ganarse la confianza de la gente simplemente con palabras. En esta película hay una fina frontera entre realidad y ficción. Pero hay gente que de verdad dice cosas propias de radicales de derechas.
En vista de ese tipo de declaraciones, ¿se puede decir que esta película es una comedia?
En efecto, escuchar este tipo de cosas es muy triste.
¿Fue difícil lograr esos encuentros de Hitler con gente de la calle que se ven en la película?
Pudimos organizar citas con políticos, con neonazis, que son muy activos en Internet, tienen programas de radio, en los que se escucha música y se dicen cosas xenófobas. También hay gente de verdad en la película que hacen vídeos llevando pasamontañas y camisetas de Heinrich Hess y que cocinan platos veganos típicamente alemanes. También hay talkshows nazis.
¿Cuál era la reacción típica al verle la gente de la calle?
Muchas veces, la gente me preguntaba: “¿Qué está haciendo usted vestido así?”. Yo decía que estábamos grabando una película y la gente esperaba que fuera una película crítica con Hitler. Pero yo decía: “No, yo soy Hitler. Este país tiene problemas y quiero hablar siendo Hitler de estos problemas, porque he vuelto”. Y, de repente, la gente encontraba esto interesante y, muy rápido, se mostraba dispuesta a acabar con la democracia. Resultaba absurdo. Pero, sencillamente con palabras como “islamización de Europa” o “terrorismo” se puede meter miedo a la gente. Con miedo, la gente está dispuesta a acabar con la democracia. Todo esto fue chocante. Tenemos que cuidar de nuestra democracia.
Otros actores han interpretado a Hitler, como Bruno Ganz en El Hundimiento, o Helge Schneider en Mein Führer, ¿Cómo le gustaría que fuera recordado 'su' Hitler?
Mi Hitler es, naturalmente, un Hitler que hace un llamamiento para cuidar a la democracia. Quiero que mi figura sirva para reflexionar en qué dirección va nuestra sociedad. Este Hitler no es una figura cómica. Yo he querido hacer que la gente ría con esta película, pero para que después se digan: “Un momento, ¿De qué me estoy riendo si esto no es en modo alguno gracioso?
Ha vuelto plantea una forma nueva de acercarse a Hitler, poniéndolo en la calle y en nuestro tiempo. ¿Para qué sirve enfrentarse de nuevo a Adolf Hitler?
Hitler es una figura conocida en todo el mundo. Es alguien que todo el mundo recuerda. Este verano, por ejemplo, estuve de vacaciones con un grupo de alemanes en España y la gente nos llegó a decir: “Ah, ¿Son alemanes?, ¡Heil Hitler!”. Lo cierto es que 70 años desde la caída del III Reich no es mucho tiempo. En Alemania tenemos que lidiar todavía con esa figura que es Hitler y debemos, sobre todo, no olvidar. Mucha gente dice: “Setenta años es suficiente, basta de recordarlo”. Pero no es así. La gente puede volver a empezar a gobernar con ideas intolerantes.
En vista del auge de partidos políticos con ideas intolerantes o xenófobas en toda Europa en el presente contexto de crisis de los refugiados. ¿Cree usted que aprendemos de la Historia?
Visiblemente no se ha aprendido mucho. Si la gente hubiera aprendido de la Historia, entonces no habría en 2016 violencia interreligiosa, por ejemplo. Yo encuentro que esto es algo primitivo. No hemos evolucionado mucho. Por eso es claramente importante no olvidar a Hitler. Si uno piensa en el emperador romano Julio César, a él se le recuerda por haber sido víctima de Brutus. Pero no nos acordamos de que Julio César se cargó la democracia romana. Entonces, ¿cómo se va a recordar a Hitler? Se está buscando que se le recuerde como alguien malo, pero no sabemos cómo se verá la historia en 1.000 años.
Pero ¿Tiene usted miedo de que Ha vuelto pueda verse sólo cómo una mera comedia?
No se puede decir que esta película sea una comedia barata. Porque, en la película, Hitler es un medio para plantear algo a la sociedad. El mensaje de la película es el siguiente: nuestra democracia es frágil y debemos protegerla. Quien ve la película puede reír pero llega un momento en la película en la que no se puede reír más. Y no puede ser de otra manera. En la película Hitler dice: “Estoy dentro de vosotros, y soy un monstruo”.
Se ha dicho que Hitler es el equivalente alemán al ratón Mickey o al pato Donald por ser una figura alemana conocida en todo el mundo. ¿Ha hecho usted una película que explota a Hitler como una popstar?
No, esta película no es cine popular. Para esta película no hay un género. Esta película tiene su propio género, al ser una mezcla de realidad y de ficción, en la que nadie sabe qué es real y qué no. Tampoco es una sátira porque llega un momento en que no es divertida. Cuando la sacamos en Alemania tuvimos miedo frente a la reacción del público.
En Alemania la película ha sido un éxito, ¿cree que puede llegar a tener éxito en otros países?
Sí, porque si es una película importante para nuestra sociedad también puede serlo para otros países europeos. Todos tenemos que ser cuidadosos con nuestras sociedades. La sociedad de cualquier país puede girar demasiado a la derecha en todo momento.
¿Cree que la crisis de los refugiados y el terrorismo, pueden acentuar esa tendencia hacia la derecha?
Claro que sí, los populismos de extrema derecha se aprovechan del miedo que se genera en la sociedad. Ellos representan soluciones fáciles, pero pienso que nunca hay una solución fácil. Tampoco hay descripciones fáciles válidas, como eso de decir que los refugiados son terroristas. No es así. Son gente que huye del terrorismo. Es absurdo pensar que los refugiados vienen aquí a montar algo como el Estado Islámico. Eso es precisamente de lo que huyen.
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