Para hablar de la tragedia hay dos opciones. Recurrir al tremendismo, o intentar suavizar el tono . Que la risa se cuele por las rendijas del dolor. La revolución iraní y las dictaduras del Sha de Persia y el Ayatolá Jomeini eran un caldo de cultivo perfecto para un dramón de manual, por lo que se agradece que alguien tenga el valor de pintar de comedia la historia de un país que todavía sangra. El que se ha atrevido a hacerlo en su primera película es el cómico francés Kheiron, hijo de refugiados iraníes, que en O los tres o ninguno cuenta la historia de sus padres. Aunque lo haga en forma de cuento se encarga de subrayar que lo que vemos en la pantalla es 'Una historia real'.
Ha metido humor, desdramatizado situaciones y obviado cosas, pero lo que se ve en la pantalla le ocurrió a su familia. Un exorcismo en forma de película y cuyo tema se encuentra de plena actualidad por la crisis de refugiados y el pacto de los países de la Unión Europea para expulsarles. El humorista, criado en los círculos de monologuistas franceses, confiesa en su entrevista con EL ESPAÑOL que no le gusta hablar de política, aunque es consciente de que su ópera prima tiene demasiada dinamita dentro para obviarla.
¿Por qué contar la historia de sus padres en su primera película, era un homenaje o una necesidad personal?
Es un homenaje, siempre he sabido que había que contar esta historia, lo que no sabía es que iba a ser yo. Desde pequeño me di cuenta de que era una historia loca e inspiradora y cuando me propusieron hacer cine me pareció algo natural concentrarme en ella para empezar.
¿No pensó en ceder la dirección a alguien con más experiencia?
No. Nunca me pregunto si voy a conseguir algo, me pregunto cómo voy a hacer para conseguirlo. Hay pasos que hay que seguir para ser un buen director y yo los he seguido.
No le doy más importancia al reconocimiento del cine francés que al de un desconocido en la calle
Mal no le ha ido, incluso ha estado nominado al César a la Mejor ópera prima.
Sinceramente, no le doy más importancia al reconocimiento del cine francés que al de un desconocido en la calle. Si llega pues mucho mejor, pero lo más importante es la reacción de la gente, que llora riéndose.
Entonces no es de esos directores que dicen que no piensan en el público mientras dirigen.
No. A partir del momento en el que ofreces algo, hay que pensar en el público. Eso no significa que haya que darle exactamente lo que espera, porque si lo haces, en el peor de los casos estará decepcionado y en el mejor de los casos sólo satisfecho. Pero si tratas de sorprenderle, en el peor de los casos le decepcionarás, pero en el mejor estará trascendido. Yo vengo del teatro, existo para el público y esta película se la enseñamos a mucha gente para ser eficaces, la hago para el público.
¿Por qué optó por suavizar la historia e introducir el humor?
El fondo era muy duro y para hacerla accesible para todo el mundo quería que la forma fuera suave. Para pasar del drama a la comedia he usado el tono del cuento. Para mí la comedia es indispensable, sobre todo para trasladar un mensaje.
Usted bromea en el filme con la falta de libertad en Irán, ¿cree que el humor tiene un límite?
El público decide el límite del humor, si se ríe es perfecto. Si un chiste no funciona no es que no te puedas reír de ese tema, es que ese chiste no estaba adaptado. La gente que no ha vivido cosas graves es la que dice que no deberías reírte de algo. Sin embargo, la gente que ha vivido dramas reales son los primeros que se ríen. No lo hacen por diversión, lo hacen por supervivencia, por necesidad. Tienen que reírse de todo.
El público decide el límite del humor, si se ríe es perfecto. Si un chiste no funciona, no es que no te puedas reír de ese tema, es que ese chiste no estaba adaptado
Es innegable que la película llega en un momento, con la crisis de refugiados, en la que está de plena actualidad.
El problema con esta película es que siempre estará de actualidad, son temas que no se han resuelto. Ya estaba de actualidad cuando empecé a escribir el guion y seguirá siendo algo actual en el futuro. Francia, Europa y el mundo tienen que reunirse y redefinir las cosas. No podemos poner fronteras así. Parece que estamos esperando con resignación y placer a que se mueran y que no hagan todo lo que puedan para salir de su situación. Hay un refrán que dice, el día que los pobres no tengan nada que comer, se comerán a los ricos.
En O los tres o ninguno se muestra una Francia en favor de la integración de los refugiados.
No estoy de acuerdo con la palabra integración. No hay que decir refugiado, sino invitado y no tienen que renunciar a su cultura por integrarse en Francia, pero tampoco ellos tienen que renegar de lo que son. Hay una frase en la película que dice todo: 'Nosotros tenemos nuestra historia. Vosotros la vuestra. Vamos a escribir una nueva juntos'. Si cada uno da un paso hacia los demás, haremos grandes cosas.
¿Entonces qué opina de la actitud de su país en este momento?
La relación de Francia con la inmigración... No estoy al corriente para darte una opinión.
¿Nunca han querido volver a Irán?
Cuando ven en la película a Irán desde la lejanía dicen: 'Nos vemos pronto'. Pero la voz en off dice: 'Nunca volvieron'. Así ha sido, nunca hemos vuelto a Irán.
La película es crítica con el Sha y el Ayatolá, ¿qué opina de la situación actual del país?
Si no estoy al corriente de la situación política de Francia, imagínate de la de Irán, pero tengo la sensación de que la gente quiere abrirse al mundo y ser un lugar menos aislado.
En España tenemos mucha envidia del modelo de financiación del cine francés.
¿En serio? Bueno, me da entonces hasta vergüenza decirlo, pero encontramos financiación para la película en cuatro días. Era la fuerza del guion porque yo no era nadie. Todos los distribuidores y las cadenas lo querían. Creo que cuando haces las cosas con corazón y no te ríes del público, todo funciona. Lo que sé del modelo francés es menos que lo que sé de política... Soy actor desde hace dos años, director desde hace dos años y autor desde hace dos años. Soy un bebé en este campo, pero me encanta ponerme en peligro, así que el próximo lo produciré, no sé cómo se hace pero lo haré.
El día que los pobres no tengan nada que comer, se comerán a los ricos
Aquí los directores siempre dicen que dirigen como si fuera su última película, ¿nunca tuvo miedo a que eso pudiera ocurrir?
El hecho de haberla hecho como la he hecho, con calidad y todo al servicio del guion, hacía que no tuviera dudas de que iba a gustar, pero aunque no hubiera funcionado con el público había adquirido prestigio dentro de la profesión, así que sé que no tendré problemas para hacer la siguiente. La segunda la haré como si fuera la primera. Me condeno a la excelencia y si la próxima no es buena no la estrenaré.
¿La segunda también será autobiográfica?
Será una comedia dramática también y mi huella estará, pero el objetivo vuelve a ser sorprender. Tengo la sensación de que siempre es autobiográfica, lo quieras o no. Todo lo que vives y lo que oyes te alimenta y no sabes cuándo saldrá.
Noticias relacionadas
- El director que mostró las cloacas de la Transición
- Batman y Superman, dos héroes que aburren por igual
- Kore-eda ya tiene a sus 'mujercitas'
- 'Resucitado': el cine bíblico se alza de entre los muertos
- El detective romano que investiga la resurrección de Cristo
- “Poco dinero y tarde": las nuevas ayudas del cine paralizan la industria