No hay nada más sano que reírse de uno mismo. Es terapéutico. Cuesta, porque significa reconocer la viga en nuestro ojo, en vez de la paja en el del que tenemos enfrente, pero una vez se consigue es una forma de exorcizar los demonios internos. Si a una persona de a pie le cuesta, imaginen a una estrella de cine. Alguien acostumbrado a tener alrededor a gente que le dice lo maravilloso que es y que todo lo que hace está bien. El ego no se lleva bien con el humor. De vez en cuando algún actor sale por la tangente y decide que ya está bien de tanta seriedad y de tanto mamoneo, que lo mejor es reírse de uno mismo hasta que le duela la mandíbula. Poner su persona pública en el foco de los chistes y asumirlos con naturalidad. Cuesta creer que la que ahora ha hecho semejante operación haya sido Victoria Abril, una de las actrices españolas con más fama de diva y complicada.
Si fuera por lo que desprende de su papel en Nacida para ganar, que se estrena este viernes, nadie pensaría que se trata de la misma que conocemos desde que despuntara con los filmes de Vicente Aranda y se confirmara con Átame o Tacones lejanos. En la película de Vicente Villanueva, Abril se despendola hasta la parodia en una comedia con toques sociales sobre Encarna, una joven de Móstoles (no es casualidad), que entrará en la espiral de una de tantas marcas cosméticas que te venden el oro y el moro si te conviertes en su proveedora. EL ESPAÑOL ha estado con la mítica actriz y ha intentado descubrir de qué se ríe Victoria Abril.
1. De sí misma
Para prepararse la actriz hizo “un curso acelerado de humor inglés para reírme de mí misma”. “Me gusta la mezcla de géneros de la película, de sátira, de parodia, de ficción… Vicente tiene una chistera fantástica”, cuenta la actriz a este medio. Cuando leyó el proyecto sabía que quería participar en él, pero el personaje que le ofrecían era el de Meredith, una americana. “Me encantaba el guion y llamé al productor y se lo dije, que había un problema y es que no podría hacerlo aunque me hubiera puesto a trabajar en el momento. Nadie se lo iba a creer”, recuerda Victoria Abril.
Tan convencida estaba respecto al proyecto que pidió que Vicente Villanueva fuera a su casa para decirle que haría “cualquier papel, hasta de la chiquitita”. “Vino a verme a París y le preparé un puchero, le recibí en casa y hasta le propuse que ofreciera el papel a Melanie Griffith, que habla español. Él me dijo que tenía una propuesta que era una barbaridad y que si quería le mandara a la mierda”, dice con humor. La idea loca era interpretarse a sí misma. Sería la villana del filme. Victoria Abril haciendo de Victoria Abril y dándole la vuelta a todo. “No me van a dejar entrar en España en otros 20 años”, le dijo la actriz mientras seguía sirviendo el puchero y daba el sí definitivo.
2. De sus personajes en otras películas
Los que no conozcan la carrera de la actriz no entenderán ni la mitad de guiños que incluye el guion de Nacida para ganar. Durante la película, Victoria Abril hace un homenaje a toda su carrera en forma de cambios de vestuario y pelucas que recuerdan sus papeles más míticos. “Es un personaje de ficción, no hay nada más lejano a mi persona que este personaje. De base ya había unas líneas de cómo iba a ir vestida en cada escena, pero teníamos que meter looks de películas mías: está el de Amantes, de Tacones Lejanos, que yo había guardado esa chaquetilla de Chanel y los pendientes… Quería que fuéramos metiendo cosas mías como actriz. Una vez aceptas que hay que parodiarse es muy divertido”, cuenta Abril.
No hay nada peor que el miedo. Para empezar, el miedo no evita el peligro, hay que ir siempre hasta el fondo
Y vaya que si se divirtió, hasta propuso ideas más descabelladas que las que aparecían en el guion. En una escena tenía que aparecer vestida de Goyesca, pero a Victoria le pareció demasiado aburrido y se inventó un nuevo concepto: Goyera, que fuera “mitad Goyesca y mitad bandolera, con trabuco y todo”. Lo del trabuco no es un farol. La actriz sale en plena escena con un pistolón que dispara a grito de: ¡Qué viva Móstoles!
Hay una palabra que no existe en el vocabulario de Victoria Abril: miedo. “No hay nada peor. Para empezar, el miedo no evita el peligro, hay que ir hasta el fondo, por eso dijimos que cada vez que aparece, tenía que ser una Victoria Abril distinta y cuanto mas disparatada, mejor. Hasta con pelo verde, afro, rubia, morena, 'pepera'… todas las Victorias, hay tantas como películas he hecho”, zanja.
3. De la edad
Hacía ocho años que no protagonizaba una película española (la última fue Sólo quiero caminar, de Agustín Díaz Yanes en 2008) y 12 que no rueda en nuestro país. No será por ganas, sino más bien porque a partir de una cierta edad desapareces del mapa, y más si eres mujer. “A partir de los 40, para una actriz, seas de donde seas, es muy difícil encontrar papeles, yo a esa edad me puse a cantar. Cuando vi que no había personajes me produje mi sueño musical y estuve seis años sin hacer cine, sólo haciendo música y fueron los más felices de mi vida. La música es el esperanto, puedes cantar en portugués en Israel y la gente lo siente como suyo. La música en directo, con público, es fantástica, es la mejor terapia posible e imaginable”, cuenta a este medio.
Entiende que normalmente se trabaja en lo que se puede, y escogiendo lo mejor de lo que te ofrecen, pero ella pudo realizar su sueño musical después de haber pasado todas las etapas de una actriz: “De los 14 a los 30 haces dramas, después te llega el derecho a hacer comedias, y después ya de todo...”, explica con resignación.
4. De su exilio a Francia
Desde 2010 arrasa en Francia con la serie Clem. Capítulo a capítulo, temporada a temporada sigue siendo líder de audiencia. Lo que comenzó como una TV Movie se ha convertido en un fenómeno social. Es uno de sus tantos proyectos en el país vecino, que ha adoptado a la actriz y le ofrece más proyectos que su país de origen. Allí es considerada una actriz de comedia, mientras que aquí “de drama y algo borde”.
En Francia no puedes ir fotografiando a los hijos de los actores, no somos tratadas como mujeres públicas
Llegó “por amor”. “Si hubiera sido keniata ahora estaría en Kenia, que quede claro. Luego me quedé por respeto a mis hijos. Allí por ley no puedes ir fotografiando a los hijos de los actores. No somos tratadas como mujeres públicas. Nosotras sí, pero nuestra vida privada y nuestros hijos no”, dice contundente y poniéndose seria.
5. De la crisis del cine español
Cuarenta años de carrera dan para mucho. La filmografía de Victoria Abril pasa por todas las épocas del cine español, al que ella considera que “siempre ha estado en crisis”. “Sólo ha ido cambiando de nombre. Cuando empecé no teníamos dinero, luego no había técnicos, luego teníamos dinero y técnicos, pero no teníamos cines, y luego llegaron los socialistas y obligaron a la cuota de pantalla para poner cine español y europeo en los cines, después llegó la crisis económica otra vez… llevo 40 años en esto y no he visto el cine en otro estado que no esa este, pero cuanto más crisis más creativos somos”, analiza como el que dice un refrán imposible.
Lo próximo volverá a ser en Francia, aunque confirma con precaución que hay unos cuantos guiones aquí. Ella desea que no pasen otros ocho años sin rodar en su país, y el público que vuelva a reírse de sí misma como lo ha hecho en Nacida para ganar.