Hacienda somos todos. Al menos eso pensaba el ministro de Hacienda Francisco Fernández Ordóñez, que se sacó de la manga -ayudado por el publicista Stanley Bendelac- una proclama que caló entre los ciudadanos y que hoy se sigue utilizando, aunque cada vez suene más a broma de mal gusto. Hasta entonces lo normal era no pagar, escaquearse de los compromisos tributarios. Pero la Transición trajo aires nuevos, entre ellos en materia fiscal. Ahora no se podía engañar al Estado. El propio director general de Inspección Tributaria, José Enrique García Romeu, decía por entonces lo siguiente: “Se partía de la hipótesis conocida de un fraude fiscal generalizado que políticamente, por razones obvias, interesaba mantener”. Mucho antes del fraude de Imanol Arias y Ana Duato, la práctica ya estaba extendida en España, y había que atajarlo.
Tocaba concienciar a la gente. Para ello nada mejor que usar las caras más populares del momento para trasladar ese sentimiento de que todos eran Hacienda. Futbolistas, toreros, actores… todos tenían que pagar lo que les tocaba. Hasta Juan Carlos I. “Aquí paga hasta el Rey”, aseguró Fernández Ordóñez. Y vaya que si lo hizo, en un astuto movimiento, dos días antes del cierre del calendario fiscal, el jefe de la Casa Real presentaba la declaración real.
Por el despacho del Ministro pasaron personalidades de la farándula. Había un desconocimiento sobre cómo se tributaba. María Salerno y Gemma Cuervo, estrellas del momento, pasearon por Hacienda con su declaración de la mano. El siguiente paso tendría como cómplice a la televisión. Varias personalidades salieron en pequeñas píldoras en las que pedían colaboración al ciudadano. Uno de ellos era el escritor Gonzalo Torrente Ballester, que decía conocer a los españoles: “un país de listos, de duchos en la chapuza, la improvisación y la picaresca”.
El más popular fue el de Bárbara Rey, musa del momento. En su anuncio decía lo siguiente: “Ángel Cristo, nuestro hijo y yo somos una familia feliz, y hemos hecho la declaración sobre el impuesto sobre la renta. No se puede ser feliz engañando. Por eso Ángel y yo siempre decimos la verdad, también a Hacienda. Declare en beneficio de todos”. Pero la vedette se equivocaba, no todo el mundo de la farándula quería decir la verdad y participar.
Cuatro años duró el chollo, porque ya en 1982 Lola Flores dejó de hacer su declaración de la renta. Y así hasta 1985. Cuatro años esquivando sus obligaciones. El fiscal pidió en 1989 dos años y un mes de prisión, una multa de 96 millones de pesetas y una indemnización al estado de otros 52. Lola Flores salió en todos los programas de televisión gritando a los cuatro vientos que ella no sabía lo que hacía, que si todos los españoles le dieran una peseta se solucionaba y que “Hacienda le pide mucho dinero… y eso no puede ser porque yo soy la Lola”. Argumento definitivo.
En 1989, La Audiencia Provincial de Madrid decretó su absolución por un vacío legal motivado por una sentencia del Tribunal Constitucional que había anulado parcialmente la Ley del impuesto. Pero tras el recurso de la Fiscalía, fue condenada por el Tribunal Supremo en 1991 como autora de cuatro delitos contra la Hacienda Pública a dos penas de un mes y un día de arresto y otras dos de siete meses de prisión, que no llegó a cumplir de forma efectiva. La primera que estafaba a Hacienda en democracia marcó la pauta de lo que vendría después. Los artistas pasaban de cómplices a defraudadores.
Dime de qué presumes...
El caso de Lola Flores se creyó ejemplarizante para la sociedad, pero cuando uno se mueve en círculos donde el dinero fluye la corrupción y el fraude nace sólo. Nadie como el maestro Berlanga para exponerlo en un diálogo de Patrimonio Nacional (1981), en el que el marqués de Leguineche se enfrenta a Hacienda por no pagar los impuestos de los últimos cinco años.
“¿Por qué vamos a pagar ahora si el país ha marchado perfectamente sin nosotros?”, dice Leguineche a lo que el trabajador del Ministerio le contesta: “Ustedes no han pagado, pero la pobre gente sí”. “Ya, pero lo han hecho muy poquito a poco y no se han dado ni cuenta”, zanja el marqués tirando de picaresca española. Algo parecido a lo que ha ocurrido con Imanol Arias y Ana Duato, que mientras pedían marcar la X solidaria en la declaración de la renta, defraudaban a Hacienda.
Después de la Faraona llegó el escándalo de Pedro Ruiz, al que la fiscalía de Barcelona acusaba de defraudar 41 millones de pesetas entre 1980 y 1983, aunque el juez consideró que la deuda que el actor mantenía con el fisco no era constitutiva de delito. Quien si tuvo que pagar fue Bertín Osborne. El nuevo ídolo de la televisión, que ha alzado su voz en múltiples ocasiones contra la corrupción, fue condenado en los 90 por un delito de alzamiento de bienes cuando vendió su patrimonio para saldar la deuda que tenía contraída con Hacienda por un valor de 39 millones de pesetas.
A pesar de ello hace tres años el cantante y presentador escribía lo siguiente en un artículo en La Razón para responder a Pilar Rahola: “Yo no cobro subvenciones, ni pongo el cazo, ni tengo mamandurrias, ni fundaciones piratas, ni he mangado un duro del dinero público como bastantes políticos corruptos que tiene ella cerca”.
Hijas de la luna
“Tonto el que no entienda, cuenta una leyenda...”, cantaban Ana Torroja y Monsterrat Caballé en Hijo de la Luna, popularizada por Mecano y versionada por la soprano. La canción no es lo único que tienen en común ambas artistas, ya que también tuvieron que responder ante Hacienda por cometer delitos fiscales.
Torroja tuvo que abonar dos millones de euros (para los que tuvo que hipotecar sus casas) tras admitir los fraudes correspondientes a los años 2003, 2006 y 2007. La sentencia aseguraba que la cantante intentó engañar a la Administración fingiendo su residencia en el extranjero y cobrando a través de sociedades pantalla. Caballé, por su parte, llegó a un acuerdo con la fiscalía en 2015 en el que aceptaba una condena de medio año de prisión y una multa de 254.231 euros por fraude fiscal. Aceptaba así que defraudó medio millón de euros en la declaración de la renta del año 2010.
Montoro Vs los actores
"Algunos de nuestros famosos actores no pagan impuestos en España". Zas. El ministro Montoro respondía a la reivindicativa gala de los Goya de 2013 con una acusación al aire por la que fue muy criticado. Mostraba de nuevo su animadversión por el sector y daba a entender que se estaba mirando con lupa a los artistas. Poco después se supo que nombres como Luis Tosar habían sido investigados por Hacienda sin ser acusados de nada.
Quienes sí que tuvieron que responder ante Hacienda fueron Paco Marsó y Concha Velasco por las deudas de impago del primero en los años 96, 97 y 98. Finalmente, y con la multa correspondiente, tuvieron que pagar 800.000 euros que asumió la actriz.
Otro de los casos más mediáticos fue el de Isabel Pantoja, último ejemplo de folclórica con problemas con el fisco. La tonadillera fue condenada a 24 meses de prisión y a una multa de 1.147.000 euros. Fue el tribunal el que decidió que cumpliera la pena de cárcel en lo que también fue visto por muchos como un toque de atención a todos los artistas que defraudan a hacienda.
Está claro que Imanol Arias y Ana Duato son sólo uno de tantos que se han querido aprovechar del sistema y han sido pillados con las manos en la masa.