Jodie Foster siempre ha sido una personalidad extraña en Hollywood. Desde que con 14 años fascinara a todo el mundo como la joven prostituta de Taxi Driver ha medido cada paso con mimo. Así, sin hacer casi ruido, y sin ser la típica estrella que vende su imagen a decenas de campañas comerciales y a otras tantas comedias románticas, se forjó una carrera inteligentísima que se vio coronada con dos Oscar a la Mejor actriz. Con sólo 26 años se llevó el primero por Acusados, y tres años después se hacía con el segundo por uno de los personajes femeninos más icónicos de la historia del cine, la Clarice Starling de El silencio de los corderos.
Pronto se dio cuenta de que la interpretación se le quedaba corta y dio el salto a la dirección. En 1991 llegaba su ópera prima, El pequeño Tate, a la que siguió a Casa por vacaciones (1995). Tuvieron que pasar 16 años para que llegara el cierre -lo hizo con El castor (2011)- de lo que ella califica como “una trilogía sobre mis obsesiones”. Unas obsesiones que ha plasmado en sus obras, pero que rara vez ha dicho en voz alta. Foster ha cuidado mucho su vida privada y siempre ha ignorado cualquier rumor en torno a ella.
Por ello sorprendió su discurso en la gala de los Globos de Oro de 2011, donde al recoger el premio honorífico reconoció que era lesbiana delante de millones de espectadores: “Hace miles de años que salí del armario”. Era la primera vez que hablaba abiertamente de ello, y su ejemplo fue seguido por otras estrellas de Hollywood como Ellen Page, que también escribió después una carta confirmando su homosexualidad. La propia Page decía hace unas semanas que desde entonces la ofrecen menos papeles, y que casi todos ellos son de lesbiana, demostrando que Hollywood todavía es un sistema chapado a la antigua y con un machismo dominante.
Jodie Foster ha estado en Madrid presentando su nuevo filme como directora, Money Monster, y ha hablado sobre una industria atascada y que castiga a aquellas actrices valientes, aunque ha titubeado al ser preguntada por estos problemas. “Llevo 50 años trabajando en el cine y siempre ha sido duro encontrar buenos papeles. Para todos, hasta para los animales. La industria del cine vive su peor momento, porque los estudios tienen pánico al riesgo. Lo que se estila es ir a lo seguro, a las franquicias y a los superhéroes. Hollywood no es un terreno para que crezcan conceptos como la diversidad. Ahora mismo lo arriesgado, lo interesante, lo estamos viendo en la televisión de pago, donde hay nuevas voces, nuevas narrativas”, asegura midiendo sus palabras.
Crisis y periodismo
Money Monster, su nueva película detrás de las cámaras y con Julia Roberts y George Clooney como protagonistas, sigue el secuestro del presentador de un programa económico que aconseja -en medio de una parafernalia más propia de Valerio Lazarov- dónde meter los ahorros a los espectadores. La venganza de la clase proletaria versión hollywoodiense, es decir, con buena dosis de moralina que hará que el egocéntrico presentador aprenda una lección y se resarza de sus pecados.
Llevo 50 años trabajando en el cine y siempre ha sido duro encontrar buenos papeles. Para todos, hasta para los animales. La industria del cine vive su peor momento
Una trama suavizada pero que contiene un retrato de la época de la crisis económica y una crítica al sistema financiero en el que unos pocos se forran a costa del sudor del resto, aunque su directora manifieste su fe en las normas que rigen nuestra economía. “No creo que el capitalismo haya fallado, la película habla de abusos, de cómo es fácil abusar de la tecnología y aprovecharse del sistema. Todavía creo en el capitalismo, e incluso en el sistema financiero que creamos, pero se ha desviado de su intención. Fue creado para ayudar a la gente, para que los ciudadanos puedan montar su pequeño negocio y para que puedan pedir un préstamo para que sus hijos vayan a la Universidad, no para que los multimillonarios tengan beneficios indecentes en el banco y asegurar el futuro de sus descendientes”, ha opinado la actriz y directora que ha querido subrayar que su obra habla de mucho más que de la crisis.
Otro de los temas es el de un “pseudoperiodismo” muy en boga actualmente, que mezcla el entretenimiento con la información y al que Foster dedica unos cuantos dardos. “El nuevo periodismo ha perdido el norte, no encuentra su camino. Igual que Lee Gates, que es egocéntrico y ha perdido su identidad, sus raíces. Ahora sólo interesa la audiencia, vender entradas”, opina con su característica voz grave y sin levantar el tono.
El estado de los medios de comunicación ha centrado el discurso de Foster que, al ser preguntada por la responsabilidad de estos en crear productos como Donald Trump, ha vuelto a evitar meterse en charcos políticos y ha continuado con su crítica por la falta de sentido crítico de los periodistas: “¿Tienen que limitarse a cubrir la actualidad o son responsables de lo que cuentan? Yo creo que deben ir de la mano. Espero que la película sea una llamada para que despierte nuestra responsabilidad y no seamos meros testigos de los dramas humanos, sino que haya algo más”, zanja.
Todavía creo en el capitalismo, e incluso en el sistema financiero que creamos, pero se ha desviado de su intención. Fue creado para ayudar a la gente
Como actriz ha estado a las órdenes de los mejores. Spike Lee, Martin Scorsese, Robert Zemeckis... un máster acelerado de dirección de cine del que se queda con dos maestros. “De David Fincher me quedo con la parte técnica, he aprendido con él muchísimo más que con otra persona, y en cuanto a seguir tu instinto y hacer un cine que nazca de tus entrañas me quedo con Neil Jordan”, ha asegurado Jodie Foster. Money Monster es un reto autoimpuesto, el realizar películas de encargo y convertirlas en algo entretenido y con fondo. Un nuevo giro en su carrera, que seguro que ha vuelto a medir al milímetro.