Lo llaman ‘el fallo del jurado’, y por algo será. Las decisiones de los responsables del palmarés de los Festivales de Cine fallan más que una escopeta de feria. Parece hasta una provocación, ya que es difícil entender que haya tanta disparidad de criterio entre la prensa especializada y gente de la primera línea de la industria del cine. Es difícil contentar a todos, y muchas veces el premio gordo del certamen se lo suele llevar una tercera opción. Los miembros del jurado tienen que llegar a un consenso y firmar el acta, así que si uno de ellos coge tirria a un filme, es difícil que este triunfe.
A nadie sorprende ya que los grandes certámenes no acierten. Sin embargo, lo ocurrido en Cannes este año ha sido para enmarcar. No se recuerda una decisión tan errática y fallida en la historia del palmarés del festival francés. Lo que debiera haber sido una fiesta para cerrar el acontecimiento cinematográfico del año se ha convertido en una comedia involuntaria en la que los medios especializados se carcajeaban desde la sala de prensa cada vez que se anunciaba un nuevo galardón. No ha habido un solo premio que haya contentado. La mejor hornada en muchos años se recordará por la astracanada que fue su palmarés.
Los cinéfilos han llegado a preguntarse en las redes sociales si George Miller, presidente del jurado, no estaría vengándose por haber dejado el año pasado a Mad Max: Furia en la carretera fuera de concurso en la Sección Oficial. Podría ser, su vendetta ha sido dar su segunda Palma de Oro a Ken Loach por I, Daniel Blake, enésimo drama social que ha gustado a pocos en La croisette. Loach, que hace poco amenazaba con su retiro, se une al club de privilegiados que tienen dos premios gordos en Cannes. El día que presentó el filme nadie daba un duro porque subiera a recoger premio, ya que el británico lleva haciendo el mismo filme año tras año. Ahora debe estar riéndose de todos ellos. Es la segunda Palma que se lleva sin ser favorito. La primera se la robó a Volver, de Pedro Almodóvar, y en esta ha vuelto a dejar al manchego sin el galardón que falta en su estantería.
Julieta sonaba entre las favoritas, especialmente de la prensa francesa, pero al final se ha ido de vacío. Ni siquiera sus actrices. Pero es que tampoco películas que habían gustado a todo el mundo como Patterson, de Jim Jarmusch; Toni Erdmann de Maren Ade o Elle de Paul Verhoeven, han rascado bola. Las que habían recibido más elogios se han ido de vacío. A cambio se ha premiado el cine más convencional. Muchos pensaban que si no se optaba por el riesgo la Palma iría para Loving, de Jeff Nichols, otra que hizo agua.
Para valorar la decepción del palmarés sólo hay que acudir a los dos tablones de críticos de referencia que se organizan durante Cannes. El primero, de la revista Screen Daily en el que votan once prestigiosos medios internacionales, da a I, Daniel Blake un 2,4 sobre 4. Es decir, aprobado raspado. De las 21 películas sólo nueve obtienen peor nota. Lo más grave es que casi todas ellas también están en el palmarés. En el otro cuadro, el de la web argentina Todaslascríticas sale peor parado: un 4,98 y sólo seis filmes con peor media.
Ni un premio en orden
Hay veces que el jurado de Cannes acierta e incluso se pone de acuerdo con la crítica. El árbol de la vida, La vida de Adele, Amor, La clase… filmes rotundos. Nadie podía poner un pero al ‘fallo del jurado’. Otras muchas la Palma de Oro confunde, pero el resto de premios hacen algo de justicia y equilibran la sensación de desatino. Ocurrió el año pasado. Dheepan, de Jacques Audiard, no gustó demasiado, especialmente por venir del director que había entregado Un profeta y De óxido y hueso. Pese a ello se alzó con el premio. Existió una sensación de que se le premiaba también en compensación por sus trabajos anteriores.
Para el resto de películas buenas hubo la pedrea. Carol tuvo su mención para Rooney Mara, y El hijo de Saúl el Gran Premio del Jurado. También se vivió algo parecido cuando Michael Moore ganó por Fahrenheit 9/11. Un documental necesario pero que no llegaba a la altura de obras como Old Boy, que se llevó el mismo galardón que Lászó Némes, en lo que debería pasar a llamarse Palma Honorífica.
No han acertado ni con los premios interpretativos. Jaclyn Jose se lo llevó el de Mejor actriz por 'Ma'Rosa'. Ganó a Isabelle Hupert por 'Elle', Sonia Braga por 'Aquarius' o Emma Suárez por 'Julieta'
También en 1998 todo el mundo se quedó con la boca abierta cuando Theo Angelopoulos ganó la Palma por La eternidad y un día por encima del díptico dogma Celebración y Los idiotas, de Thomas Vinterberg y Lars von Trier; o de la revelación de La vida es bella, pero, de nuevo, estas películas estuvieron representadas en el palmarés.
Esta vez no han acertado ni con los premios interpretativos. Jaclyn Jose se lo llevó en la categoría femenina por Ma'Rosa, otro de los filmes que menos gustaron de la Sección Oficial. Su trabajo se reconoció por encima de los de Isabelle Hupert en Elle, Sonia Braga en Aquarius o Emma Suárez en Julieta, las mujeres que sonaban con más fuerza en las quinielas. Puestos a salirse por la tangente podían haber apostado por Kristen Stewart nueva musa de Olivier Assayas, uno de los más abucheados en esta edición y que, por tanto, no podía irse de vacío del palmarés. Se llevó el de Mejor dirección por Personal Shopper, ex aequo con Cristian Mungiu (Bacalaureat), uno de los pocos que salvaron el honor. El rumano y Asghar Farhadi fueron las excepciones que no abochornaron a los presentes en la sala de prensa. El iraní siempre caza premio con sus obras y esta no fue una excepción, The salesman fue elegida por su guion y su actuación masculina.
Para cerrar el bochorno estuvo el Gran Premio del Jurado a It's only the end of the world, de Xavier Dolan. El niño prodigio del cine de autor fue uno de los que peores críticas tuvo esta edición. 1,4 sobre 4 en Screen Daily, un suspenso en toda regla, y 3,8 en la de Todaslascríticas. No importa, el jurado fue por su cuenta y le entregó su segundo premio en importancia. Confirma el amor de Cannes por Dolan, que ya le reconoció por Mommy (esta vez sí que era de las favoritas). Las lágrimas del cineasta al recoger su premio chocaron con las carcajadas de la prensa en la sala colindante. Nadie daba crédito a lo que estaba ocurriendo y parecía una broma de mal gusto, tanto que muchos pensaron que la película de Sean Penn, The last face, completamente vilipendiada tras su proyección, podría tener también un hueco en un palmarés para olvidar.