Cualquier oportunidad para sacar dinero es buena. Hollywood lo sabe bien. Libros, obras de teatro, artículos de revista, historias de superación… cualquier materia prima vale para hacer una película. Han probado con todo, hasta con juegos de mesa, y casi siempre les sale bien la jugada. Sin embargo hay un campo en el que no encuentran la tecla: los videojuegos. Lo están intentando por activa y por pasiva, pero las adaptaciones consoleras no han encontrado su público ni han convencido a la crítica. Es curioso que un producto que consta de una narrativa y de un mundo visual atractivo, esté siendo tan difícil de llevar a la gran pantalla. Se ha intentado con directores de culto, con expertos en taquillazos, con comedias, con dramas… y nada.
Por ello había mucho interés en Warcraft, el origen, la versión cinematográfica de una de las sagas de videojuegos más populares y que ha alcanzado los 100 millones de jugadores en el mundo, según datos de su compañía creadora. Toda una legión de seguidores que celebran con alboroto cualquier novedad o anuncio. Los precedentes eran peligrosos, así que había que cuidar el producto. Dar un presupuesto abultado y encontrar un realizador capaz de manejarlo pero con un nombre que también fuera sinónimo de calidad. El elegido para contar esta historia que enfrenta a humanos y orcos en una batalla con ecos de El señor de los anillos fue Duncan Jones. El hijo de David Bowie había debutado con un filme de culto como Moon y había cumplido con Código Fuente, así que parecía una opción perfecta para romper con la maldición de las adaptaciones de títulos de consola.
Los primeros trailers pusieron a los fans los colmillos largos, pero no parecieron convencer al resto de comunidad cinéfila. Quedaba esperar a las primeras críticas oficiales llegadas desde EEUU, que no han sido embargadas a pesar de que la película se estrene el 10 de junio (una semana más tarde que en España). Los comentarios de los medios más prestigiosos han sido demoledores y las previsiones en taquilla se han desplomado. Se prevé un debut por debajo de los 30 millones y un resultado final que a duras penas llegará a los 70. Un batacazo para un título de 160 millones de presupuesto sin contar las campañas de promoción. Estrena, además, con bastante competencia, ya que también debutan las segundas partes de Expediente Warren y Ahora me ves, por lo que tendrá que sufrir para entrar en un decepcionante tercer puesto.
Publicaciones como The Wrap la han calificado como una “fantasía aburrida y fangosa, una porquería sin gracia que ni siquiera es involuntariamente divertida". Variety cree que es “insufrible”. “El producto final recuerda a los anuncios publicitarios de los juegos para iPhone”, continúan en el medio. Desde Reino Unido no han sido más benevolentes. The Guardian cree que es un título “sin vida”, y sus colegas de The Telegraph piden “evitarla a toda costa”. Sólo The Hollywood Reporter parece haber disfrutado del visionado de Warcraft.
No ayuda que la otra película basada en un videojuego y que ha llegado este mes también se haya chocado con la crítica. Es Angry Birds, la película, versión de la famosa aplicación para móviles que se ha convertido en la primera destinada a teléfonos que salta a la gran pantalla. En Metacritic, que mide las críticas positivas de un filme, se ha quedado en un 43 sobre 100, superior al 37 que saca Warcraft.
El mundo de los videojuegos se jugará en navidades su última carta, Assassin's Creed, cuyo trailer sí que ha convencido y que, además de un director competente, Justin Kurzel, ha logrado un reparto con dos estrellas como Michael Fassbender y Marion Cotillard, con las que ya coincidió en Macbeth. Mientras tanto el videojuego sigue avergonzando al cine con malas películas que además se estrellan en taquilla.
Antecedentes del fracaso
El comienzo de las adaptaciones de videojuegos no pudo ser peor. Mario Bros era el primero en dar el paso con una de las películas más ridículas de la historia del cine. Estrenada en 1993 con el juego en plena ebullición sólo sumo 21 millones en la taquilla y unas críticas que la aniquilaron.
Pero Hollywood no paró, vinieron Double Dragon, Street Fighter y Mortal Kombat, sólo la última arrasó. Fue un éxito sorpresa que consiguió 70 millones de dólares en 1995, lo que provocó una serie de infames secuelas, muchas de ellas dirigidas directamente al mercado doméstico. La de Mortal Kombat fue la primera saga basada en títulos de consola. La siguiente fue Resident Evil, que prepara su última entrega que promete ser la última. La franquicia con Milla Jovovich sigue intentándolo una y otra vez, aunque ninguna de ellas ha llegado a los 100 millones de dólares que marcan la barrera del taquillazo, todas han oscilado entre los 40 y los 60 en EEUU, lo que sumado a su extraordinaria explotación en el extranjero y su bajo coste de producción la han convertido en la única saga que ha podido mantenerese. Eso sí, la crítica nunca ha aprobado ninguna de ellas, y su director, Paul W.S. Anderson (no confundir con el de Magnolia) todavía no ha hecho un buen filme.
Todo tipo de videojuegos lo han intentado, de coches, con la versión de Need for speed estrellándose en taquilla; de acción como Hitman y su secuela (otro batacazo) o hasta de plataformas, con el clásico Prince of Persia con el rostro de Jake Gyllenhaal. Producida por Disney y Jerry Bruckheimer fue un proyecto hiper ambicioso que parecía que daría la vuelta a la mala suerte de este tipo de filmes. Un presupuesto de 200 millones y una campaña de promoción digna del taquillazo del año para uno de los grandes desastres de la historia de la compañía, ya que sólo sumó 90 millones en EEUU. Ni siquiera los otros 245 millones conseguidos en el extranjero hicieron cuadrar las cuentas.
De momento la crítica no ha salvado a ninguna, ni siquiera a Silent Hill, que fichó al coguionista de Pulp Fiction (Roger Avary) para darle un toque de qualité que no consiguió. Todavía no ha llegado esa gran versión de un videojuego. En cuanto a rentabilidad sí que hubo un filme que salvó los muebles: Lara Croft, Tomb Raider, la versión de las aventuras de una especie de Indiana Jones femenina que en 2001 arrasaban en las consolas y en los ordenadores. Aprovechando la fama creciente de Angelina Jolie consiguió superar (ha sido la única) la barrera de los 100 hasta alcanzar los 131 millones. Con dudas por su alto coste de creación se dio luz verde a una secuela que repetía protagonista y patrones, pero el mal gusto dejado por la primera mató las expectativas de la segunda, que se atascó en los 65 millones de dólares.
De Tomb Raider ya se ha anunciado un 'reboot' (operación que también sufrió en sus versiones de consola) que contará con Alicia Vikander como protagonista. Otra de las últimas balas de la industria para demostrar que en el videojuego hay materia prima para hacer un filme que no haga el ridículo.