En 2011 Melissa Leo ganaba el Oscar a la Mejor actriz secundaria por The fighter. Su papel era el de la madre del protagonista Mark Wahlberg. Pelucón y maquillaje mediante, Leo se convirtió en la matriarca del filme a pesar de que en la vida real sólo tiene 10 años más que Wahlberg. Mientras que él podía optar a papeles de deportista joven ella se tuvo que conformar con el de señora mayor. A pesar del gran trabajo de la actriz, se criticó mucho una decisión que ponía sobre la palestra uno de los problemas de Hollywood, cómo usa a sus actrices cuando tienen menos de 40 años y las desechan después.
Lo denunciaba el documental de Rosanna Arquette Buscando a Debra Winger, igual que lo hizo su hermana Patricia al recoger su Oscar a la Mejor actriz secundaria por Boyhood. Las mujeres siguen teniendo un papel secundario en la meca del cine. Una de las intérpretes que sigue en la estela es Julie Delpy. La que fuera musa de Krystof Kieslowski y de Richard Linklater ha presentado en Madrid su sexta película como realizadora, en la que también se ha reservado el papel protagonista. Lolo, el hijo de mi novia es una comedia romántica atípica, ya que es una mujer de más de 40 años la protagonista. Una mujer normal, divorciada, que habla sin tapujos de sexo con sus amigas y que tiene un hijo de 20 años dispuesto a hacerle la vida imposible a su última conquista amorosa: un provinciano con los rasgos de Danny Boon.
Delpy ha roto una lanza por el cine europeo, en el que cree que sí que hay papeles femeninos interesantes a partir de una cierta edad, y acusa a Hollywood de extender lo contrario. “A menudo las mujeres cuando pasan de los 40 creen que su vida ha terminado, pero eso es una idea de las películas de Hollywood, porque hay muchos directores europeos que dan papeles a mujeres de esa edad. Mira a Almodóvar, en sus películas casi todas las mujeres son mayores y tienen cosas que decir. Creo que es algo muy de hollywood esa idea de que las mujeres después de los 40 están tristes, son pesadas, aburridas y ya no follan”, cuenta la actriz a EL ESPAÑOL.
Es una especie de fantasía infantil que hay en Hollywood, que creen que la mujer pasa de ser una princesa de 20 años a convertirse en una bruja
Tampoco hay que irse tan lejos. El año pasado Aitana Sánchez-Gijón decía al recoger su Medalla de Oro de la Academia de Cine Español que había pasado de ser “el objeto del deseo a la madre del objeto del deseo”. “Es una especie de fantasía infantil que hay en Hollywood, que creen que la mujer pasa de ser una princesa de 20 años a convertirse en una bruja. Una vez le dije a una actriz de 45 años: 'ya puedes ser la madre de Leonardo DiCaprio', que tiene 42 años”, dice con sorna Julie Delpy.
Feminismo real
El caso de Julie Delpy es uno entre un millón. Una mujer directora, guionista y actriz que hace lo que quiere y que ni siquiera ha tenido problemas con el machismo en el mundo del cine. “En Francia nunca he tenido ningún problema, no son machistas. Una vez en Alemania recibí un par de comentarios machistas, pero de una persona que tiene mala reputación, tiene fama de crear problemas a todo el mundo, no sólo a las mujeres, era un gilipollas y no lo tomé como algo personal. Fuera de eso escuché un par de comentarios sexistas en Nueva York. Es difícil para una mujer, porque está ese estigma de que no podemos tomar decisiones o que somos unas neuróticas. No sé de dónde viene, pero esta ahí”, analiza la intérprete de Tres colores: Blanco.
Aunque ella no ha sufrido en sus carnes el machismo del mundo del cine, sí que defiende que una mujer está más preparada que un hombre para afrontar el rodaje de una película. “Hemos nacido para ser directoras de cine, porque requiere hacer muchas cosas a la vez. Al principio de los tiempos del cine, en Hollywood había tantas directoras como directores. Luego llegó la época de D.W. Griffith en la que para dirigir había que vestirse como de safari para cazar elefantes y ahí empieza la división. Ahora para dirigir en Hollywood hay que llevar una gorra de beisbol y los pantalones anchos. De hecho Katrhyn Bigelow hizo lo correcto, vestirse como un general para que todo el mundo se enterara de que ella manda”, critica la realizadora.
Las mujeres hemos nacido para ser directoras de cine, porque requiere hacer muchas cosas a la vez. Al principio de los tiempos del cine, en Hollywood había tantas directoras como directores
Lolo juega a lo políticamente incorrecto, pero en ocasiones cae en ciertos tópicos de la comedia romántica tradicional. Ahí está Violette aprendiendo a cocinar para conquistar a su chico. Consciente de lo anticuado de la escena Delpy introduce un ingenioso gag en el que su hijo le responde diciendo que qué opinarían las feministas de su comportamiento, algo que la realizadora confiesa que no hace cuando escribe sus guiones. “No pienso en absoluto en eso, pienso en personas reales, en mujeres fuertes a las que conozco, y no estoy rodeada de mujeres que sólo son amas de casa”, zanja.
La crisis de los 40 a ella no le afecta. Ya tiene otras dos películas terminadas como actriz y los directores de culto siguen peleándose por trabajar con ella. El último, Todd Solonz, con el que ha rodado la secuela apócrifa de uno de sus primeros hits: Bienvenidos a la casa de muñecas.