En España, como en todas partes, ser lo que uno es, y no cualquier otra cosa, no resulta igual de fácil para todos. Este es un país en el que casi todos los médicos son médicos. En el que casi todos los dentistas son dentistas. En el que casi todos los podólogos son podólogos. Sólo uno de cada veinte ingenieros aeronáuticos, por ejemplo, no se dedica a la ingeniería aeronáutica. Un dato a tener en cuenta si está usted pensando en estudiar una carrera o endosársela a algún hijo.
Sólamente una quinta parte encuentra trabajos relacionado con la actuación
Sin embargo no todo es tan sencillo. Sólo uno de cada dos actores es actor. Según el Estudio y diagnóstico sobre la situación sociolaboral de actores y bailarines en España elaborado por la fundación AISGE (Artistas Intérpretes, Sociedad de Gestión), el 54% de los actores no ha conseguido trabajar ni un solo día en su profesión entre 2014 y 2016.
Lo más significativo, en cualquier caso, es que, del 46% que sí ha podido trabajar en su profesión, el 29% percibió menos de 600 euros anuales. O lo que es lo mismo, trece de cada cien actores han ingresado una media de 50 euros al mes durante los últimos tres años. Cincuenta euros al mes. Y de los ochenta y siete restantes, sólo once han obtenido una media de 3.000 euros anuales (250 euros al mes). En total, casi un tercio de la profesión vive por debajo del umbral de la pobreza y casi dos tercios se mueven entre los ingresos miserables y los decentes. Los que superan los 2.500 euros mensuales se quedan en el 4,9%.
Casi un tercio de la profesión vive por debajo del umbral de la pobreza
“Pero, ¿qué es ser actor?”. La pregunta de Sergio Pazos es uno de esos derechazos impecables que se hunden a las mil maravillas en el hígado de su interlocutor. “¿Qué es ser actor y qué no lo es? Yo, por ejemplo, soy autodidacta, pero trabajo como actor. Ser actor es un oficio. Si no has trabajado como actor desde 2013, a lo mejor no eres actor”.
Profesión a rebosar
Supongo que por cosas como ésta tuve claro desde el principio que tenía que hablar con Sergio: “Para poder trabajar como actor de forma estable hay que ser bueno. No vale de nada ser el típico chico guapo al que llaman una vez y no lo vuelves a ver porque a los tres años deja de trabajar. Y además de ser bueno, hay que tener muchísima suerte. Básicamente porque somos muchos. Hay chicos que deciden que quieren ser actores y van a una academia de la que sales con un diploma, pero eso no te garantiza nada. Incluso la demanda de plazas en las academias ya te da una pista de que somos demasiados. Imagínate cómo está el panorama para además poder trabajar en una producción”, dice Pazos.
Un 54% de los actores no ha podido ejercer su profesión desde 2014
La declaración de Sergio es la fotografía de una realidad desoladora que explica -confirma, más bien- por qué un 54% de los actores no ha podido ejercer su profesión desde 2014: la demanda de trabajo es superior a la oferta. Sin más. La aritmética no acostumbra a mentir. Aunque se añade a la ecuación un factor clave que suaviza el porcentaje de desempleados restando del total a todos aquellos a los que, tal vez, no sería justo considerar como actores.
Resulta curioso. Cuando llamé a Carlos Martínez Carbonell, responable de Crémilo, Proyectos Culturales y Distribución de Espectáculos, lo primero que comentó al exponerle el tema es: “¿Pero a qué llamamos actor?”. La conversación continuó en términos muy similares a los expuestos por Pazos. Porque un muchacho quiera ser actor o haya aparecido un par de veces hace un año en una serie de televisión no quiere decir que se dedique profesionalmente a la interpretación.
El político quiere ver el teatro lleno, por lo que contrata al famoso o al del pueblo
Carlos está del otro lado. Él se dedica a contratar funciones para las compañías. Como Sergio, considera que los cimientos de la profesión son los teatros. Y expone un problema fundamental que ayuda a entender mejor la situación retratada en el estudio de AISGE: “Durante la crisis las programaciones se han polarizado. Para reducir el riesgo y mejorar resultados se ha apostado o bien por lo mediático o bien por lo local. Dejando un poco aparte los teatros privados, que sí se atreven a programar otras cosas. Sin embargo, son minoría. El político quiere ver el teatro lleno, por lo que contrata al famoso o al del pueblo. Así, la fidelización se resiente. Todo lo que queda en medio, entre lo mediático y lo local, desaparece, se barre”, lamenta Carlos, constatando lo difícil que es para las compañías contratar funciones con los teatros de titularidad pública.
Para él, la forma en que esto afecta a las oportunidades de los actores es evidente: “Si en la Red Nacional de Teatros, que es donde más se rompe esa polarización aunque no consigan romperla del todo, hay alrededor de 5.000 compañías, cada una con un elenco que tiene que ensayar durante semanas, pero el 81% de ellas consigue hacer una sola función, ¿quién puede vivir de esto? Si los teatros que más capacidad programan así, ¿cómo montar una obra para hacer, con mucha suerte, 15 funciones? Si lo normal es hacer 40 días de ensayo para trabajar cinco, ¿vives de las series? ¿Cuántos actores se lo pueden permitir? Y los que no entran en ninguna serie, ¿en cuántos proyectos tienen que estar para sobrevivir? ¿Cuántos textos es capaz de memorizar un actor? Y con los productores ocurre lo mismo. O eres el típico productor de la hostia, o agonizas”.
Se acabó la fiesta
Decía Pilar Bardem a propósito del anterior estudio realizado por AISGE que hay 364 noches al año sin alfombra roja. Lo cierto es que la imagen que se tiene de los actores y actrices es la de las noches de juerga, el photocall y la vida bohemia, pero pocas veces se piensa en la precariedad de su situación laboral y mucho menos en todo el trabajo que hay detrás.
Sergio abunda en esta idea: “La juventud quiere inmediatez, ser famosa y dinero rápido. Lo de currarse la voz y formarse bien no interesa. Creen que saliendo en una serie de televisión ya está todo hecho, pero, por ejemplo, en las series diarias hay ocho horas al día de grabación. Y al terminar te vas a casa y te pones a estudiar el texto del día siguiente. Mientras dura la temporada no tienes vida. No todo es fiesta y vida social”.
La juventud quiere inmediatez, ser famosa y dinero rápido. Lo de currarse la voz y formarse bien no interesa
Sobre la polarización de la programación teatral entre lo mediático y lo local, Sergio opina que el famoso se pega la gran paliza haciendo todas las fechas posibles “porque a lo mejor mañana no te llama nadie. Sería fantástico que pudiésemos ceder huecos y que trabajásemos todos, pero el mediático no sabe hasta cuándo va a permanecer siéndolo. Dentro de un año puedes estar trabajando cuatro días al mes. Pero los autónomos tienes que seguir pagándolos”.
Al tratar el tema de las posibles soluciones, Carlos me cuenta que el gobierno del Partido Popular ha diseñado un sistema denominado Programa Platea que, en resumidas cuentas, consiste en suplementar la financiación de las programaciones de los teatros públicos. Estos cuentan con una financiación pública con la que es posible cubrir una parte de los gastos.
El problema es que los ayuntamientos, cuyos teatros ya no tienen un público fiel, reducen totalmente el riesgo
Lo que hace el Programa Platea es completar el caché de las compañías cuando no se ha conseguido cubrir mediante la recaudación en taquilla. “El problema -expone Carlos- es que los ayuntamientos, cuyos teatros ya no tienen un público fiel, reducen totalmente el riesgo, y aprovechando el Programa Platea programan los espectáculos más caros. Lo que favorece de nuevo lo mediático y aumenta todavía más la polarización”.
Crémilo se dedica a la distribución, producción, búsqueda de financiación y dirección de proyectos en el ámbito de las artes escénicas, musicales y cinematográficas. Desde su punto de vista, las soluciones pasan, a medio plazo, por la dotación. "Pero también por la profesionalización de las programaciones y de los departamentos de cultura, que están depauperados. Es necesario el apoyo de las secciones de cultura en prensa. En los informativos, casi todo lo que tiene que ver con la agenda cultural es una anécdota al final. No existe una apuesta real por fomentar la cultura. Hay que reducir también el IVA cultural. Los costes se lo están comiendo todo", dice.
Aseguran que las redes y los circuitos no están consiguiendo hacer giras y por eso se está reduciendo tanto el caché.Sergio Pazos coincide con Carlos en que es necesario rebajar los costes: “El incremento del IVA supuso la disminución del margen de beneficio. En muchos casos, se lo comió todo. Casi todas las obras de hoy son de cuatro actores como mucho porque de lo contrario es imposible enfrentarse a los costes”.
El público no es tonto y al final estas compañías siempre trabajan. Hay que crear cosas de calidad
El actor gallego está de acuerdo en que es necesario apostar decididamente por la cultura, pero añade un matiz: “Debe hacerse una apuesta por la cultura, sí, pero de calidad. Es entonces cuando el público responde. Duele decirlo, pero es necesario hacer una criba con lo que se programa. Hay compañías de teatro buenísimas como Kamikaze, Chirigóticas, Ron Lalá, Animalario, etc. El público no es tonto y al final estas compañías siempre trabajan. Hay que crear cosas de calidad. Son muchos los que han montado su propia compañía y en ella hacen labores de actor, de director, de productor y hasta de guionista. Tal vez la solución también pase por ahí. ¿Ahora no te llaman? Sé tú el que llama”.
Tal vez el colofón a la exposición de Sergio podría ser la expresión “mal de muchos, consuelo de tontos”. Si casi toda la profesión está jodida, no te refugies en la autocompasión y empieza tú mismo a cambiar las cosas. Es posible, aunque sospecho que en este caso, y estando las cosas tan mal, no ser el único al que le sucede la misma desgracia sí debe de consolar un poquito. Saber que hay otros que están pasando por lo mismo que tú es una de esas cosas que te calienta las manos en mitad del frío. Y si no, siempre puedes esperar a que llegue la cálida noche de la alfombra roja. Eso sí, sólo una vez al año.