La cámara toma distancia. Un plano fijo muestra el horror. Con contundencia, sin aderezos. Con la lejanía que un plano general aporta, pero sin esconder nada a los ojos del espectador. Dos niños de doce años matan a otro a golpes. Lo hacen con un ensañamiento casi inhumano. Luego arrastran su cuerpo. Una escena cruel que ha conmocionado al Festival de San Sebastián hasta el punto de que durante estos últimos minutos de Playground, de Bartosz M Kowalski, las deserciones del público han sido masivas. Incluso una mujer ha gritado "¡lamentable!" al equipo del filme.
La controversia estaba servida. ¿Era una reflexión sobre la violencia y cómo esta afecta en la infancia o simplemente una exhibición gratuita y moralmente reprobable? Los corrillos después de los pases no debatían de otra cosa y la rueda de prensa de presentación se convirtió en una de las más calientes en lo que llevamos del Zinemaldia. Kowalski defendió con uñas y dientes su obra y su decisión formal y ética. Argumentó que su objetivo había sido debatir acerca de la “violencia aterradora”.
¿Era una reflexión sobre la violencia y cómo esta afecta en la infancia o simplemente una exhibición gratuita y moralmente reprobable?
Ha quitado hierro al asunto subrayando que esto no es una generalización de la adolescencia sino el retrato de una patología social. Pero no convenció, e incluso algún periodista abandonó la rueda de prensa. Ante la escandalera formada siguió en su defensa de que este hecho ocurrió. “Estas cosas suceden más de lo que pensamos”, añadió y se refirió a la distancia tomada para mostrar esa última escena tan polémica ya que haber usado primeros planos “sería algo casi pornográfico”. La duda creada entre la gente no es el hecho que se cuenta, sino la forma elegida para hacerlo, y Kowalski cree que ha escogido la correcta.
El Zinemaldia se ha abonado este año la polémica. Hace unos días el filme de Bertrand Bonello, Nocturama, también provocó algunas deserciones y comentarios críticos por mostrar a adolescentes provocando atentados terroristas en París. La cercanía con los hechos reales sucedidos en noviembre del año pasado y el que el realizador no censurara explícitamente en la película la forma de actuar de los jóvenes encendieron el festival.
La Sección Oficial de esta 64 edición ha sido, cuanto menos, valiente al poner a competición dos filmes que sabían que iban a encontrar reacciones tan negativas. Podían haber incluido una de ellas en Zabaltegi, pero Rebordinos y su equipo han apostado por dos obras controvertidas y polémicas.
Historia de la provocación
No es la primera vez que esto ocurre. Todos los años hay películas que por un motivo u otro se convierten en el centro de la polémica. La espantada en la proyección de El árbol de la vida (incluida en la sección Perlas de Otros Festivales) en la edición del 2011 fue mítica. Más lo fue el pase de Tiro en la cabeza tres años antes, de Jaime Rosales, una película rodada en un plano fijo y sin poder escuchar los diálogos de los dos personajes principales –no por un error técnico sino por decisión del realizador-. A la media hora una señora comenzó a gritar: "¡No se oye!", a lo que otro contestó vociferando: "¡Es así estúpida!", y todo ello con Rosales en la sala que había acudido a presentar el filme.
Playground es, como su nombre indica, un juego de niños que ha animado durante unas horas un Festival de Cine de San Sebastián que se estaba domesticando
La madre de todas las polémicas festivaleras fue la vivida en Sitges. La exhibición de A serbian film en 2010 dio la vuelta al mundo. Palizas, vejaciones… todo estaba allí, pero fueron dos escenas en las que se viola a un recién nacido y a un niño de ocho años las que provocaron un terremoto en un certamen que siempre ha llevado filmes hiperviolentos y polémicos sin ningún problema.
El director del Festival de Cine de Sitges, Ángel Sala, ha sido imputado por el titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Vilanova i la Geltru (Barcelona) por exhibición de porno infantil. Festivales de todo el mundo mostraron su apoyo a Sala. La causa fue posteriormente archivada al considerar que el filme "no es una película pornográfica, por cuanto las imágenes, antes de poseer una finalidad de provocación sexual, tienden a todo lo contrario", y especifica que "se trata más de una película de género 'gore'".
Al lado de A serbian film, Playground es, como su nombre indica, un juego de niños que ha animado durante unas horas un Festival de Cine de San Sebastián que se estaba domesticando.