La cultura judeocristiana ha pretendido siempre alisar el rizo más rebelde a una de las conductas consideradas pecado, la lujuria. Pese a ello, de todo el catálogo de pecados a los que uno se entrega y sortea día a día, pocos fingen un recato desmedido sobre los vicios y deseos. Ante un tiempo de desenfrenado libertinaje y una moral relajada, la mujer aún queda relegada en un segundo plano, y más alejada aún del foco si es lesbiana. En el porno sigue mandando el hombre.
El negocio pornográfico tiene en Barcelona su parque de atracciones esta semana, entre los días 6 y 9 de octubre en el recinto deportivo de la Vall d’Hebron. Su objetivo es el de normalizar la industria del sexo en España. En él se retará a esa doble moralidad que ya juzga su polémico spot publicitario y darse allí el gusto de atender al apetito humano. Las actividades y espectáculos que despliega el Salón van más allá de lo erótico que define y da nombre a su marca: área swinger, área BDSM, área fetichista, shows de sexo en directo entre hombres, entre dos hombres y una mujer, entre dos hombres y dos mujeres, entre dos mujeres. Con fístings, sado, tickling, bukkakes, cuero, cadenas, fuego, látex. Espacios para heterosexuales, para gays, para bisexuales. Pero nada destinado, al menos explícitamente, a lesbianas.
EnClaveGay, dirigido y gestionado por Carlos Resa, es el único espacio del Salón que sí especifica una orientación sexual. Atiende al reclamo gay y bisexual desde 2010 (ediciones anteriores conocido como Heat Gay) ofreciendo, tal como detallan en su web, orgías, shows bisexuales entre dos actores y una mujer y números de pole dance, aparte de castings de actores y un cuarto oscuro para bukkakes.
Por su parte, los escenarios, parte significativa del Salón y sin distinción de público a excepción de EnClaveGay, exhiben sexo tan impactante y explícito que arrincona la imaginación. Según los organizadores, es ese el porno que responde a los gustos de quienes lo consumen. Cada vez surgen nuevas productoras y nuevos directores con ganas de atender a nichos de mercado no generalistas, como la estadounidense Jincey Lumpki, responsable de la productora para lesbianas Juicy Pink Box, los madrileños Golfxs con Principios o la productora española, también para lesbianas, Estudios Cima.
La industria convencional está hecha para un público muy reducido: hombre blanco, heterosexual y con unos gustos muy delimitados
Si están en la rueda del negocio, ¿Por qué no están representados en el Salón Erótico más conocido de España? “La industria convencional está hecha para un público muy reducido: hombre blanco, heterosexual y con unos gustos muy delimitados”, explica Amarna Miller, actriz y protagonista del spot polémico de este año. “Estoy convencida que el festival estaría encantado de incluir el bonito abanico que se despliega entremedio. Eso sí, son las productoras convencionales las que tienen más público ya que difunden el contenido gratuito, y se llevan el monopolio del negocio”, lamenta. Incluso habiendo espectáculos lésbicos en el Salón, no parecen estar destinados a alimentar las fantasías de las mujeres lesbianas. ¿Quién acude, pues? Hombres, o bien acompañados por su cámara o bien por sus parejas, mujeres en bloque bajo el pretexto de despedidas de soltera o grupo de amigos que pactan ir a curiosear. ¿Y lesbianas? ¿Acudirían a un evento así?
Carlos Resa confiesa que “estamos deseando aumentar nuestra zona EnClaveGay añadiendo espectáculos más dirigido a lesbianas y transexuales poco a poco”. Pero, por el momento, no lo han hecho en ninguna de las 17 ediciones hasta ahora celebradas, porque “aunque la mujer sí está involucrada en el mundo pornográfico, al final esto es un negocio y el dinero viene del hombre, que es quien más gasta en porno, por eso al final se enfoca a él”, explica. Resa también es el responsable de la zona HotGay en el Salâo Erótico do Porto. “Por temas legales, en Oporto no nos dejaban hacer penetraciones en los espectáculos hasta el año pasado. En Oporto hay un público más asustado. Les cuesta hasta aplaudir”, declara. Resa, residente en Madrid, ve como los locales gays prevalecen por encima de los de lesbianas. “Por cada treinta locales gay en Chueca, cuatro son para lesbianas”, explica. Cuenta que las productoras de cine gay “gozan de una salud excelente”. De su experiencia en festivales de ambos países, concluye que “quien más consume porno en el mundo LGTB, también, es el gay. Más que la lesbiana”.
Por cada treinta locales gay en Chueca, cuatro son para lesbianas
Basándose en las estadísticas que recopila anualmente el portal Pornhub, es cierto que el dinero que genera la industria de la pornografía proviene en su mayoría del bolsillo del hombre, indistintamente de su orientación sexual. Igualmente, según ese mismo portal, el 24% de espectadores de pornografía en internet de 2015 fueron mujeres. En España, un 26% de promedio. Ellas sí usan e interactúan en este negocio aunque entren en él poco a poco, como consumidoras y como generadoras. La directora de cine porno Erika Lust ganó uno de sus primeros premios en el festival erótico de Barcelona, en 2005, cuando aún colgaban la C de Cine y la I de internacional en sus siglas (FICEB).
Aunque el cine de Lust no vaya dirigido expresamente a un público lésbico, sí se identifica con un público feminista, y trata a la mujer en sus escenas no solo como una máquina para dar placer al hombre, sino como sujeto de placer. Ya no acude ni presenta cortos, ni escenas en los premios porque “no es un ambiente que tenga nada que ver con cine, ni con arte, ni es un ambiente femenino ni feminista”, lamenta. Para Lust, el ambiente es masculino, “no me siento cómoda allí”, confiesa. Para que la directora sueca, afincada en Barcelona, volviera a participar en el Salón, haría falta “que se premiara la cinematografía, la innovación, la creatividad, el porno ético, inteligente y ser sex positive”.
Salones eróticos como el alemán Berlin Porn Film Festival, son referentes del cine para adultos más alternativos. O también el francés La fête du Slip, que busca tratar, desde una mirada positiva, todo lo relacionado con el sexo desde diferentes disciplinas (arte, danza, cine, música, literatura). Nico Bertrand es un director porno novel que quedó finalista en el premio L'slip d'Or al mejor corto del festival francés La Fête du Slip. En el Salón Erótico de Barcelona compite en tres categorías para los Premios Ninfa: mejor director, mejor escena del año y, el que más le enorgullece, a mejor escena lésbica.
“La expresión cultural de la sexualidad es esencial para un enfoque saludable”, cuenta Bertrand. El director ha empezado sus andaduras en esta industria con un tipo de cortos, documentales y escenas pornográficas más bien alejadas de la línea mainstream, “como la que ves en el Salón y el que domina la mayoría de páginas de vídeos en internet”. Sus escenas se caracterizan por un lenguaje cinematográfico, una luz, una música y unos planos cuidados al detalle. Como resultado tiene escenas sexuales naturales “o al menos como veo yo la sexualidad”, dice el director.
“Quizá en España aún no hay esa aceptación de diversidad pornográfica como sí gozan festivales como el suizo Pink Apple, el alemán Berlín Porn Film Festival o el italiano Fish&Chips Film Festival”, cuenta. Bertrand hace un año era fotógrafo y sobrevivía de otros trabajos. Luego, arrancó junto con una amiga un proyecto artístico con el que hacían vídeos sobre sexualidad y parafilias y, sin saber muy bien cómo, creó en octubre de 2015 la productora Darkness Studio con la que empezó a grabar escenas donde representar su percepción de la sexualidad y la pornografía.
Mi manera de entender el porno no seguía los patrones de la industria convencional. No quiero representar una escena lésbica como hombre hetero
“Mi manera de entender el porno no seguía los patrones de la industria convencional”. Sus vídeos, muchos de ellos lésbicos o transexuales, representa las fantasías de sus actores y actrices que primero ha escuchado y así hacer partícipes de las escenas no solo actuando. “No quiero representar una escena lésbica como hombre hetero”. A Bertrand le alegra ver que sus escenas lésbicas, representadas por mujeres lesbianas o bisexuales “donde hay representado un sexo más real entre dos mujeres”, estén nominadas en el Salón “donde aún no hay hueco para las lesbianas”.
La actriz Amarna Miller celebra que en el Salón empiece a haber este cambio, que no cree que sea fácil realizarlo de un día para otro. “Que me hayan puesto a mí como imagen de su spot, que no soy actriz de porno convencional, ya es signo de un paso adelante”, confiesa. Cree que el Salón es un buen espacio para hacer llegar a un público muy normativo que hay más nichos de mercado. “El hombre que consume sexo convencional no debe ser eliminado. Solo que la mayoría del porno no debería limitarse a él. La mujer está estigmatizada en el erotismo y también reclama porno, pero no busca en el lugar adecuado”, explica Miller. “Hay canales que producen contenido para ellas y es pagando. Pero cuesta mucho que se pague. Hay que pagar por lo que queremos ver y, así, ayudar a que las productoras alternativas que están naciendo crezcan”, reclama la actriz.
El hombre que consume sexo convencional no debe ser eliminado. Solo que la mayoría del porno no debería limitarse a él. La mujer está estigmatizada en el erotismo y también reclama porno
Cuando una mujer, y lesbiana, busca consumir porno y no encuentra nada que se adecue a su gusto, ¿le condiciona más su género o su orientación sexual? “Las mujeres seguimos siendo incomprendidas sexualmente”, lamenta Devermut. Marta y Sara son una pareja de lesbianas que crearon el canal de Youtube Devermut para reivindicar mayor visibilidad al colectivo LGTB y ayudar, con sus propias experiencias, a las generaciones que están pasando ese momento de salir del armario. No han ido nunca al Salón, aunque quizá este año sí vayan para tener contenido para el canal. “No creemos que haya nada allí que nos llame la atención. Nos gustaría encontrar, sobre todo, un espacio dedicado a las chicas que aman a otras chicas. Talleres, accesorios, información, prensa sexual...No sé, todo lo que no existe y sí existe en demasía para hombre, hetero y homo”, reclaman.
Tanto Sara como Marta creen que la sexualidad femenina siempre ha estado relegada a un segundo plano. “No importa, solo importa el sexo y el placer masculino. No fue ¿qué, hasta los años 50? que no empezaron a investigar acerca del clítoris. Hay dos barreras que saltar: ser mujer y ser lesbiana”, denuncian. A la pregunta de si consumen porno, sí, consumen, pero no mucho, porque el porno que ven sienten que está destinado a satisfacer al hombre y cuando salen chicas, “más de lo mismo, no nos sentimos identificadas porque es todo mentira. Ni siquiera son lesbianas”. Los datos que publica la página web Pornhub dicen que en 2015 la palabra más buscada en internet a nivel mundial fue “lesbian”.
Yelena Vera es una de las actrices que actúa en el espacio EnClaveGay. Lleva 17 años trabajando en este negocio y 12 participando en el Salón. Hace porno con gays, pero donde su cuerpo danza hipnotizado por la excitación es en esclavitud, con momificaciones, embalsamiento o fuego. Aunque dice ya estar encasillada en un género muy hardcore, le gusta actuar con sus parejas artísticas en shows bisexuales. En sus espectáculos siempre suele haber más mujeres que hombres de público. “Los gustos son muy ambiguos. No sé si son lesbianas o no, pero no creo que su sexualidad tenga nada que ver para que les guste. Solo deben sentirse libres de disfrutar lo que ven”. Vera cree que la mujer “aún está reprimida. Pero la culpa no es de la mujer, es de una educación que la ha esclavizado. La educación sexual debería ser más natural, con menos silencios”. Según la actriz, “la mujer aún no ha explorado con libertad todos los placeres que le da su cuerpo”, explica.
“La mujer se excita menos con lo visual que el hombre”, opinan las chicas de Devermut, “por eso no creemos que haya chicas lesbianas que compren la Interviú para masturbarse con Pamela Anderson”, bromean. La opinión de la pareja youtuber no parece alejarse de lo que muestran algunos estudios. El doctor Rieger, del departamento de sociología de la Universidad de Essex, publicó un estudio en noviembre de 2015 donde se mostraba que las mujeres no podían ser exclusivamente heterosexuales. O bien bisexuales o bien lesbianas. Los estímulos sexuales a los que respondía las mujeres heterosexuales eran los mismos que para las mujeres homosexuales. “Quizá todas las chicas nos comportaríamos físicamente como bisexuales si la sexualidad no tuviera una connotación moral”.
La mujer aún está reprimida. Pero la culpa no es de la mujer, es de una educación que la ha esclavizado. La educación sexual debería ser más natural, con menos silencios
La tienda erótica Amantis es un local coqueto y abierto a todo tipo de público (con tres tiendas en Madrid y una en Barcelona). A la tienda, cuentan las dependientas, acuden muchas chicas sin complejo en busca de placer adquiriendo algún juguete para adultos. Por su parte, los hombres acaban pagando más por productos vigorizantes. ¿Sabe la industria del porno responder igual a los placeres del hombre que de la mujer? La doctora Meredith Chivers y su equipo de investigación, del departamento de psicología de la Universidad de Queens, trabajan en comprender la intersección entre género y sexualidad. En un estudio sobre la excitación sexual de las mujeres demostró que a estas les seduce todo tipo de actividad e imaginería sexual, tanto si éstas son lesbianas o heterosexuales. Su estudio mostraba también que a los hombres heteros habitualmente no les llama la atención el porno gay, ni a los hombres gays les llama la atención generalmente el porno heterosexual.
Cuenta Miller que el deseo “no depende de nuestros genitales”. Para la actriz tratar el porno de forma binaria “hombre o mujer” tampoco es bueno. “No creo que exista un porno para hombres o mujeres. Nuestros gustos se construyen desde nuestra infancia y no creo que todos funcionemos de la misma manera solo por ser de uno u otro género”, explica. “Yo también me excito viendo a dos hombres liarse entre ellos y el porno eso no lo toca”, confiesa la actriz.
Si es por gustos, cuando uno (o una) busca en el porno con qué relamerse en la intimidad de placer, al menos en España no siempre le será fácil. “Aquí falta un espacio más diverso del porno. Ya no solo para la mujer, que no creo que sea positivo etiquetar porno para mujeres o mujeres lesbianas, es que está hecho solo desde los ojos del hombre heterosexual” lamenta Bertrand. Para el director sería más fácil clasificar el porno en filias, gustos o temáticas que no por género u orientación sexual. “Conozco muchas mujeres a las que les gusta el porno, pero no encuentran opciones aquí para experimentar otro tipo de porno”. Para él es “como si fueras al cine y solo ofertaran comedia y no pudieras ir a ver otras películas, qué sé yo, más intelectuales, o con más suspense”.