El porno feminista es cine para adultos. Es porno para ellas pero no sólo está destinado a un público femenino. Sus defensores –mujeres y hombres– lo consideran una expresión incluyente, abierta a todo tipo de sexualidades. Es un cine que aspira a superar los estereotípicos patrones del porno tradicional, el cine para adultos convencional.
De hecho, el porno feminista puede verse como una expresión contestataria frente a los cánones de la pornografía audiovisual mayoritaria. Esos estándares son los responsables de que al porno le preceda la mala fama que muchos le atribuyen, especialmente desde el feminismo.
Una parte del feminismo rechaza la idea de que pueda haber un porno que defienda la igualdad entre hombres y mujeres. Hay feministas que lo considera, al igual que el porno tradicional, una violación de los derechos de la mujer. Pero eso no ha impedido ni la emergencia y ni la consolidación en la industria del cine para adultos de una corriente que apuesta por una pornografía que marca sus diferencias con lo convencional y que no duda en reivindicarse del feminismo.
“El cine porno feminista es una propuesta de cine porno para las mujeres, que han estado marginadas en este mundo, pero también hay muchos hombres que consumen este tipo de porno”, dice Laura Mérrit, una intelectual y prominente representante del feminismo sexualmente liberal en Alemania. Ella es, entre otras cosas, la organizadora del los PorYes Award, un certamen bianual que acoge Berlín desde 2009. En él se premian las mejores producciones de cine para adultos feminista.
Otro evento de estas características es el Pornfilmfestival Berlin, una cita dedicada al porno feminista y a otros tipos de cine alternativo para adultos que celebrará del 26 al 30 de octubre su decimoprimera edición. “El porno feminista se centra en darle una voz a las mujeres, en mostrar un punto de vista femenino, aunque no tiene por qué ser una mujer quien esté delante o detrás de la cámara”, y quiere “alejarse de la mirada masculina que es con la que se suele filmar el porno”, explica Paulita Pappel, directora del Pornfilmfestival Berlin.
Esta madrileña de 28 años, que lleva más de una década viviendo en la capital alemana, se ha hecho con ese nombre artístico un sitio en el cine para adultos feminista. Tras destacar como actriz, ahora también se atreve como realizadora.
Licenciada en Literatura Comparada por la Universidad Libre de Berlín, Paulita Pappel presentará su primer cortometraje en el Pornfilmfestival Berlin. Se titula Female Ejaculation. Centrado en este fenómeno asociado al orgasmo femenino, su primer trabajo como directora también va en contra del estereotipo según el cual “la sexualidad de las mujeres es más misteriosa y no se puede entender”, según los términos de la propia Pappel.
Buen momento
Para ella, el porno feminista está en pleno boom. “Cada vez hay más productoras, directoras y actrices que están creando este tipo de pornografía”, dice. “No es hacerle justicia a este tipo de porno decir que es marginal”, añade Pappel. “Este es un negocio que se mantiene y que da dinero”, aseguran en Erika Lust Films, la productora de Erika Lust, una directora sueca afincada en Barcelona y que pasa por ser uno de los referentes internacionales del cine feminista.
“Este nuevo cine ha llegado para quedarse”, asegura la propia Lust. Esta licenciada en Ciencias Políticas lleva doce años dedicada a este tipo de cine pornográfico. Tiene a sus espaldas un centenar de cortometrajes y cinco largometrajes. Ha recibido multitud de premios internacionales.
“El cine adulto que realizo gusta a personas a las que les gusta ver sexo explícito en pantalla pero no de forma baratera, vulgar y siempre en el mismo sofá cutre y, estas personas, son muchas”, manifiesta Lust, no sin antes dejar clara su identidad feminista. “Yo soy una mujer feminista por lo que obviamente mis valores quedan reflejados en mi cine, y soy una mujer, por lo que dirijo desde una perspectiva femenina”, abunda.
En su productora, que emplea a quince personas y que da trabajo igualmente a un equipo técnico compuesto en un 90% por mujeres, también sirve de lanzadera para nuevos talentos en la dirección. Paulita Pappel es uno de ellos.
Otro talento pujante de esta pornografía es Lucie Blush, una francesa de 29 años que lleva tres dirigiendo sus propias películas de porno feminista. Su primer film detrás de la cámara, Alice Inside – El interior de Alicia– fue seleccionada hace dos años en los Feminist Porn Awards de Toronto. De este evento se dice que son los Oscar del cine erótico. Allí premiaron a Blush por su página de internet (www.luciemakesporn.com), en la que presenta sus trabajos.
“A mí me gusta mucho usar las palabras porno y feminista, porque dan mucho miedo”, dice Blush. Pero “estamos hablando de sexo delante de la cámara, de porno, y de feminismo, porque aplica valores básicos del feminismo, es decir, cuidar a los actores y hacer que las mujeres tengan tan buenas condiciones y tanto respeto como los hombres”, agrega esta francesa nacida en París y afincada en Berlín.
Una pornografía diferente
Las condiciones en las que se producen estas grabaciones constituyen un factor al que presta especialmente atención Mérrit a la hora de seleccionar películas para su festival, el de los PorYes Awards. “Queremos un porno justo, donde las condiciones de trabajo estén consensuadas, donde haya buenas remuneraciones y donde también se vea que se está teniendo sexo seguro”, según describe esta figura del feminismo berlinés uno de los tres criterios en base a los cuales se eligen los filmes de su festival.
Lo normal en la realización de estas películas es que a los actores se les pregunte “cuáles son sus deseos, y qué quieren hacer”, aclara Paulita Pappel, la directora del Pornfilmfestival Berlin. En esas conversaciones también se establecen los límites de cada uno de los intérpretes. Habiéndose aclarado este punto,“se graba, y aquello que se graba suele girar en torno al deseo sexual de los propios actores, en lugar de imponer a los actores que hagan esto y aquello, aquí la parte del sexo está más improvisada, pues se deja a los actores que ellos follen como quieran y, en este sentido, el papel de la cámara es más documental”, aclara Paulita Pappel, hablando de cómo se filma en Ersties, la productora para la que trabaja actualmente.
Por su parte, Lust precisa que “en la pornografía feminista hay una cara real”. “En la pornografía tradicional, ¿sabemos quién hay detrás de lo que estamos viendo? No”, sostiene esta directora, al tiempo que defiende su modo de trabajo. “Nunca trabajo con actores menores de 21 años, prefiero que hayan explorado su sexualidad antes, no delante de una cámara, ellos siempre forman parte del proceso creativo, escucho lo qué quieren hacer y lo que no”, explica. “Los actores son lo más importante para mí, se invierte un gran presupuesto en las condiciones que hay en el set [de rodaje], la seguridad es primordial”, añade.
Una segunda condición que han de cumplir estas películas feministas es la exhibición de una cierta diversidad, por ejemplo, en lo que al aspecto de los actores se refiere, haciendo que no sólo jóvenes que se adaptan a los estándares actuales de belleza sean los protagonistas. Con todo, no se puede hablar de cine porno sin que se cumpla otra premisa. A saber, que sea evidente en la pantalla “el placer de todos los actores”, subraya Mérrit. “La pornografía tradicional únicamente retrata a la mujer como objeto de deseo para los hombres”, sostiene Lust. “Ni siquiera cuando han comenzado a producir pornografía lésbica han logrado hacerla para satisfacer a mujeres lesbianas, simplemente ha representado una fantasía masculina de lo que creen que es el sexo lésbico para excitar de nuevo al hombre”, abunda.
“En el porno feminista hay dos personas – o más – que pierden los estereotipos de género y que se lo pueden pasar bien como personas y no como clichés que representan a la mujer y al hombre”, comenta Blush, aludiendo a las escenas que ella graba. Esa es una diferencia sustancial con lo que ofrece el cine para adultos convencional. Pero también hay diferencias a la hora de mostrar el acto sexual en sí. “El porno tradicional está centrado en el hombre, que siempre termina eyaculando en la cara de la mujer, pero el porno feminista no está obcecado con la eyaculación”, indica Mérrit.
En este sentido, Kitty May, psicóloga, trabajadora social y directora del apartado de educación de Other Nature, un sex-shop feminista del céntrico barrio berlinés de Kreuzberg, plantea que “el porno feminista puede mostrar que los orgasmos pueden ser múltiples en la mujer y que pueden llegar en momentos muy diferentes”. “Esto cambia la estructura narrativa de las películas respecto del porno común”, añade.
Salir del esquema felación-coito-eyaculación
“Lo que nos interesa es salir del esquema felación-coito-eyaculación, como se puede mostrar un orgasmo a mitad de escena, mostrar un clítoris en erección, no es cuestión de darle la vuelta a lo que hace el porno mainstream para hacer lo mismo con las mujeres”, mantiene Merrit, abundando en los criterios de los PorYes Awards. “Lo que nos interesa es la diversidad visual”, aduce.
Así, el porno que se reivindica del feminismo lucha por liberarse de la previsible narrativa del cine para adultos convencional. “Los guiones del porno corriente van así: chico ve a chica, chica se desnuda, felación, coito y cum-shot [eyaculación en la cara]; esto es muy restringente, se queda muy corto para lo que es la sexualidad, por eso el porno feminista amplía esos guiones”, plantea Pappel.
“Estamos alejándonos de esa obsesión con los planos muy cortos en los genitales, tratamos de capturar algo más humano, porque también puede ser muy erótico cómo tiembla un labio o como se te tuerce la boca en un grito de placer”, agrega.
Para Lust, el porno feminista “representa la belleza del sexo, no sexo explícito con planos ginecológicos únicamente”. “En mi cine yo no dirijo las escenas de sexo explícito, los actores hacen lo que ellos consienten en hacer y lo que les resulta natural, no les digo 'pon la pierna aquí' o 'el culo así'”, añade. Según Lust, la cuestión es “retratar a la mujer como lo que es, como un sujeto de deseo con sexualidad propia, deseos propios y con autonomía para decidir qué quiere, cuándo y cómo lo quiere, no está al servicio del hombre”.
Las producciones de Lust están caracterizadas por dar especial relevancia a la historia que lleva a los actores a relacionarse. También es una seña de identidad una cuidada producción que, visualmente, poco tiene que envidiar a productos cinematográficos de alta gama. “¡Como en Hollywood!”, celebra en los comentarios un usuario de la página de Internet de XConfessions, uno de los proyectos de Erika Lust, para referirse a la calidad del cortometraje Boat Buddies with Benefits –Amigos de barco con derecho a roce-.
¿El comercio justo del porno?
Mérrit, la responsable de los PorYes Awards, llega a plantear que el cine porno feminista es a la industria del porno, en buena medida, lo que la comida orgánica y de comercio justo es a la industria de la alimentación. Fundamentalmente, porque las condiciones en las que se realiza son las mejores que se conocen en la industria.
“Hay empresas que viven muy bien de este tipo de porno, que seguirá creciendo, porque por este porno se paga, no es gratuito pero hay gente que quiere pagar, porque está hecho de otra manera”, sostiene Mérrit, citando, entre otras, a firmas estadounidenses como Pink & White Productions. “En esta sociedad hay de todo, pero también hay gente cada vez más informada y cada vez más exigente y sobre todo responsable con lo que consumen”, sostiene Lust, que este mes de octubre lanza el primer cine online de su empresa, Erotic Films.
Cierto es que “canales como Youporn [en los que se comparte material pornográfico de forma gratuita, esencialmente tradicional] se apropian de muchísima parte del mercado, pero los modelos están cambiando”, asegura Pappel.
Por su parte, Blush reconoce que, como autora independiente, “ahora uno no puede hacerse millonario, como pasaba antes, pero ese no es el objetivo”. “Para mí, lo importante es vivir de esto más o menos bien”, añade.
Entre tanto, festivales como el Pornfilmfestival Berlin, que tendrá lugar en la última semana de octubre, sirven para dar cuenta de la pujanza de este tipo de porno alternativo. “Hay que hacer piña, conocer gente, hacer contactos y poder hacer llegar la diversidad de cine pornográfico”, concluye Pappel.