Berlín

El cine de Pedro Almodóvar apareció improvisadamente en el festival de Berlín a través de dos películas –la chilena Una mujer fantástica y la española Pieles que reivindican la diferencia en un mundo cada vez más estricto y homogéneo. Hace cuatro años, Gloria, cuarto largometraje de Sebastián Lelio, fue la gran revelación de la Berlinale. El director chileno regresa ahora al certamen con Una mujer fantástica, obra que ha recibido el calor de la prensa en su primera proyección y que se sitúa como lo mejor visto hasta el momento.

El film otorga de entrada el protagonismo a Orlando, hombre maduro enamorado de una mujer mucho más joven, la cantante Marina. Es el cumpleaños de ella, salen a cenar, planean un viaje a las cataratas de Iguazú, regresan a su casa y tienen sexo. Esa celebración se ve truncada cuando, avanzada la noche, Orlando comienza a tener problemas respiratorios. Salen precipitadamente hacia el hospital, pero para cuando llegan ya es demasiado tarde. Marina no solo tendrá que sobreponerse al dolor de la pérdida, sino que deberá resistir los ataques de la familia de Orlando, perteneciente a la élite económica chilena. Pronto sale a relucir la razón principal por la que Marina despierta tanto odio: su transexualidad. El personaje emprende una arriesgada batalla por defender sus derechos mientras se repiten los golpes (físicos y psicológicos) de un entorno discriminatorio y brutal.

Fotograma de Una mujer fantástica.

Más sofisticada que Gloria, Una mujer fantástica elabora una atmósfera de tintes almodovarianos. Desde la composición de los planos y el uso de la banda sonora, pasando por su trama melodramática de pasiones desenfrenadas y tintes de suspense, la huella de Todo sobre mi madre o La piel que habito emerge en cada momento del film de Lelio.

Lo más memorable de Una mujer fantástica es sin duda su protagonista, Daniela Vega, quien podría pasar con toda naturalidad por chica Almodóvar. Artista multifacética y símbolo la lucha contra el machismo en Chile, Vega se convirtió en la primera actriz transexual del país con su participación en La visita (2015). Su trabajo en la película de Lelio expone una virtuosa variedad de registros, de la fragilidad a la rebelión más enérgica. Sobre su concepción del personaje, Vega afirmó que “Marina nació a partir de la idea de que las convicciones son más importantes que las circunstancias. Ella es autosuficiente, juega un rol de embarcarse y continuar. Es inconsciente pero sabe el lugar al que quiere llegar. Tiene la capacidad de encontrar poesía donde no la hay. Aunque pueda parecer que en Chile tiene pocos espacios de libertad, ella los encuentra, no se conforma, busca la manera de que eso no le afecte y salir por la ventana”.

Estas mujeres tienen algo que me parece admirable y atractivo de explorar. Me resulta difícil filmar hacia abajo, necesito sentir un interés genuino. Ellas han despertado esta fascinación en mí

Para Lelio, la contribución de su intérprete en la composición del personaje fue imprescindible: “Lo que me fascina del trabajo de Daniela, de cómo influyó al personaje, es el hecho de que Marina está preparada para el mundo pero el mundo no está preparado para ella”.

En 2013 Paulina García se llevó con todo merecimiento el Oso de Plata a la mejor interpretación femenina por su papel en Gloria. No debería extrañar que Daniela Vega recibiera el mismo galardón. La suya es la actuación más deslumbrante vista hasta ahora en Berlín. Una mujer fantástica confirma la capacidad de Lelio para crear personajes femeninos tan sugerentes como complejos. “Estas mujeres tienen algo que me parece admirable y atractivo de explorar. Me resulta difícil filmar hacia abajo, necesito sentir un interés genuino. Ellas han despertado esta fascinación en mí. El resto es todo misterio”.

Ana María Polvorosa en Pieles.

La influencia de Almodóvar se percibe también en Pieles, debut en la dirección del actor Eduardo Casanova (conocido por interpretar a Fidel en la serie Aída) que se presentó en la sección Panorama. Producida por Álex de la Iglesia, la película desarrolla diferentes relatos protagonizados en su mayoría por mujeres que sufren algún tipo de anomalía física, todas ellas encarnadas por actrices ampliamente conocidas. El personaje de Macarena Gómez es una prostituta sin ojos, el de Candela Peña sufre una malformación facial, el de Ana Polvorosa –sin duda el más abigarrado- tiene el ano en el lugar que correspondería a la boca y viceversa. Las suyas son historias tristes y solitarias en las que el amor y la empatía parecen inalcanzables. Viven apartadas del mundo por temor al desprecio de una sociedad superficial e insensible, obsesionada con restrictivos códigos de belleza.

Visualmente Casanova opta por una gama de colores extremadamente llamativa. Con una estética que mezcla el imaginario gay con la cultura de extrarradio, y unas situaciones que van de lo tierno a lo grotesco, el director pretende sacudir al espectador, agitarle con estímulos opuestos, obligarle a mirar lo que sus prejuicios no pueden tolerar. Sorprendente y vulgar al mismo tiempo, Pieles revela a un director con coraje. Con tan solo 25 años Casanova ha construido una película excesiva y autocomplaciente, plagada de imperfecciones, gratuita en algunas de sus provocaciones, pero desafiante e inconformista. Ese tipo de actitudes no abundan en un cine español que suele plegarse a los convencionalismos. A buen seguro Pieles levantará tantas iras como pasiones.

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