Alien, Terminator, Los ángeles de Charlie, y hasta El libro de la selva tienen un toque español. Son taquillazos de las últimas décadas de Hollywood, grandes producciones con presupuestos abultadísimos que han arrasado en todo el mundo y en cuyas filas se encontraba Adolfo Martínez Pérez, el español que ha trabajado en todos estos títulos dentro del departamento artístico. Su fuerte, dibujar los storyboards, esa especie de cómics que trasladan lo que quiere el director a una imagen para que todo el equipo entienda en un vistazo lo que se busca en el rodaje. Martínez Pérez ha pintado con sus manos a Baloo, a la teniente Ripley y al propio Terminator de Schwarzenegger, y sin embargo todavía buscaba la oportunidad de dar el salto a la dirección en su país.
La fuga de cerebros de nuestros talentos hace que muchos de los mejores técnicos españoles marchen a Hollywood en busca de trabajo y proyectos más atractivos. Es lo que le ocurrió a Adolfo Martínez Pérez, que ahora ha estrenado, por fin, su ópera prima, Zona Hostil, un filme bélico basado en la historia real de la operación de rescate realizada por el ejército español en Afganistán hace casi cinco años. Su experiencia dibujando la acción de superproducciones de EEUU e incluso al frente de la segunda unidad de alguna de ellas le han servido para realizar un filme de una gran factura que luce en la escenas de riesgo como pocos filmes españoles.
El director debutó con algún cortometraje en 1994, pero fue en 1997 cuando dio el salto a lo grande. Jean Pierre-Jeunet, el director de Amélie le ficha para la cuarta aventura de Alien. Ya llevaba varios años en Hollywood, donde se fue a estudiar un máster y acabó afincado. “Me admitieron en el American Film Institute, pero no entré en dirección, sino en montaje. Yo quería dirigir, pero me imaginaba que montar no me haría daño, así que me fui para allá. Yo había nacido en EEUU por casualidad porque mi padre estuvo destinado por trabajo y quería trabajar allí, así que cuando se acabó la beca dije: ahora o nunca”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.
Mientras buscaba una oportunidad como realizador que nunca llegaba decidió compaginar dos de sus pasiones: el cine y el dibujo. “Vi una forma de subsistir combinando el cine con lo que siempre hacia desde niño, que era dibujar. Tardé dos años en entrar en el sindicato, así que al principio no podía trabajar en películas de estudio gordas, lo primero importante que hice fue Alien 4, y a raíz de esto fue una forma de mantenerme y una gran escuela. Estás al lado del director y vas arrancando cosas. Al fina he llegado, que no sabes la de gente que lo intenta y no lo consigue”, recuerda el realizador.
Su libertad a la hora de trabajar en esos storyboards depende de la personalidad de cada realizador. Por ejemplo “Jeunet hacía él unos monigotes, porque no tenía capacidad de dibujar, así que contrató a cuatro personas que interpretábamos un circulito y cómo eso podía existir en un espacio tridimensional". "Estuvimos un año trabajando y al final fui capaz de contribuir un poco más, ese es un extremo, pero hay otros directores que les gusta que leas la escena y propongas algo y otros a lo mejor lo contrario. Cuanto más tiempo trabajes con la misma persona más espacio para que participes, pero al principio tienes que descubrir qué quiere”, explica Adolfo Martínez Pérez.
Tras ganarse la confianza de muchos directores de Hollywood llegó al oportunidad de dirigir una segunda unidad, la de Terminator Salvation en 2009. Ya había rodado antes junto a su director McG, que confió en él para esta labor donde reconoce que se divirtió mucho. “Dirigí una de las segundas unidades, no la segunda unidad, porque luego lo lee el director de la segunda y se enfada, pero estuve allí cuatro semanas con escenas relativamente gordas, con 50 extras, explosiones y algún planito con Christian Bale, que como la hubiera cagado...”, dice entre risas.
Un pequeño milagro
A pesar de trabajar constantemente en Hollywood nunca ha cesado en su intento de dirigir su ópera prima. “Llevo toda la vida intentándolo, pero ya sabes como es esto, a los seis años tratando de arrancar un proyecto, no arranca, y así otro y otro… este es el primero que por fin sale”, reconoce. Zona Hostil es su prueba de fuego, “un pequeño milagro” con el que quiere demostrar que se puede hacer buen cine bélico en España y que él es un gran director de acción.
Para ellas ha utilizado, cómo no, storyboards, que considera “muy importantes como instrumento de comunicación con el equipo”. Para las escenas con los helicópteros dio un paso más y realizó modelos por ordenador para prepararse para la zona en la que iban a rodar. Creó una animación de la acción de la película, de lo que quería que hicieran los pilotos y cómo quería que lucieran las maniobras para poder maximizar las cámaras y el despliegue técnico. Una coreografía realizada por ordenador para coordinar las cinco unidades que tuvo, además de alguna cámara gopro en los helicópteros “que estaban tan alejadas que no iba a tener imagen de lo que se rodaba, así que todos tenían que memorizar ese story para saber qué había que conseguir y decirme si se tenía o no se tenía”.
Ahora queda enfrentarse a la verdadera zona hostil, un público como el español que no está acostumbrado al cine bélico nacional y que tendrá que dar su beneplácito en la taquilla.