La imagen tardó segundos en dar la vuelta al mundo. Allí estaba él, rifle en mano, chaleco de safari, sonrisa campechana y con un elefante muerto en segundo plano que apoyaba su cabeza sobre un árbol. El entonces Rey Juan Carlos se convertía en el centro de todas las críticas por las fotografías en las que se le mostraba cazando animales en Bostwana. Para atajar los comentarios lanzó su ya mítica frase “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”, pero era tarde. Meses después abdicaba en favor de su hijo Felipe. El gusto de los monarcas por la caza viene de lejos. Como terapia de choque para ellos llega Safari, el documental de Ulrich Seidl que muestra cómo los turistas blancos se desplazan a África con sólo una meta: asesinar.
La rutina siempre es la misma. Esperar el momento adecuado, agazapados entre los arbustos, para asestar el disparo que matará al animal. Ñus, bueyes, impalas… todo vale para el cazador occidental. Después llega el rito. Adecentar a la presa y posar con ella. “Hay hueco para 500 fotos, sigue disparando”, dice uno de ellos al comienzo de esta provocadora película que muestra una práctica salvaje que se ha extendido con total impunidad en un sector de la sociedad. Sus imágenes son secas y directas. No moraliza, sólo muestra la rutina de estos cazadores y sus consecuencias. Las heridas supurantes, los animales arrastrados y la cara de satisfacción del ser humano. Un filme tan provocador como suelen serlo los filmes del austriaco, un título que deberían haber puesto a Juan Carlos para quitarle las ganas de cazar elefantes.
Seidl siempre ha retratado las zonas oscuras de la clase alta europea. Lo hizo con el turismo sexual en Paraíso: Amor, y también indagó en lo que esconden los austriacos en su documental anterior, En el sótano, donde nació la idea de este Safari. “Se trata de un tema muy importante para nuestra sociedad, porque se trata de matar animales impunemente”, cuenta el realizador a EL ESPAÑOL, que cree que esto es sólo una muestra más de la “supremacía del hombre blanco” en el mundo actual. “Creo que existe una relación entre el pasado y la actualidad en la relación entre el continente europeo y el africano, y tiene mucho que ver con el colonialismo, que sigue existiendo pero de una forma diferente. El turismo es una forma de colonialismo. La gente va a África a buscar algo que no encuentra aquí. Lo que siempre ha movido todo es el dinero. La caza es un negocio internacional, se mueve muchísimo dinero, y los que menos se benefician son la población negra. Los que controlan el negocio son los blancos”, añade.
Un rey que caza
Ulrich Seidl no conocía la fotografía de Juan Carlos y la polémica surgida después, pero su voz se muestra impasible por teléfono cuando se la cuenta. “No me sorprende, que quiere que le diga, no cambia nada que el que cace sea rey o cualquier otra persona, pero es cierto que hay una tradición de la aristocracia cazando. Los cotos son su propiedad y a mí no me sorprende nada que se dedique a ella”, cuenta
No me sorprende, que quiere que le diga, no cambia nada que el que cace sea rey o cualquier otra persona, pero es cierto que hay una tradición de la aristocracia cazando
Esas ganas de matar que muestra Safari cree que son “parte de la historia de la humanidad”. “Antes teníamos que cazar para alimentarnos y esa necesidad ya no la tenemos. Los que se dedican a este negocio justifican la caza porque dicen que es importante para controlar a los animales, pero no sé si esto es cierto, puede que sea por el placer de matar. Habría que ver hasta qué punto la gente va a matar por diversión, por qué disfrutan matando”, opina el realizador.
Seidl muestra el ritual de preparación de la caza, luego el momento de asediar a la presa y termina con la parte final, el lucimiento del animal muerto y la inmortalización en una fotografía. “No sé si llegará hasta el punto de ser una religión, pero está claro que hay muchos rituales que se repiten. Los cazadores son un círculo cerrado y podría haber una relación entre la caza y la religión, en ella siempre se sacrifican animales para satisfacer a los dioses. Puede haber un relación con la religión e incluso una connotación sexual”, dice provocador.
El único momento en el que Ulrich Seidl sale de su zona de confort es cuando se mencionan a los toros y se cuestiona si existe un vínculo con la caza. “No creo que haya una relación. Es peligroso que opine, porque sin ser español puede que me equivoque, pero en los toros se trata de demostrar valor, se exponen a un riesgo. Un riesgo que en la caza no existe. Aunque siempre pierda el toro ellos se exponen. Se trata de que el ser humano mida fuerzas con el animal. No me parece bien que se dedique tanto tiempo a discutir algo que no tiene tanta importancia. Es muy fácil criticar temas que no tienen implicación en nuestro día a día. El turismo de caza es mucho más escandaloso. Es turismo de masas asequible y barato, para todos. Eso debería preocuparnos en nuestra sociedad”, zanja.