Síndrome de Darrin: dícese del fenómeno que ocurre cuando en una serie o película cambian al actor que lo interpreta sin avisar y sin que nadie parezca darse cuenta.
¿Se acuerdan cuando en El príncipe de Bel Air la tía Vivian cambió de la noche a la mañana? Sólo había dos opciones, o era otra persona o se había hecho la cirugía estética. Nadie parecía percatarse de que su cara era diferente, su pelo, todo. Menos mal que en el momento en el que la cabeza del espectador estaba a punto de explotar aparecía en escena Jazz y decía lo que todo el mundo pensaba: "está usted muy cambiada".
Claro que estaba cambiada, la actriz que la interpretaba, Janet Hubert, abandonó la serie y la sustituyeron por Daphne Reid. Nadie pensó que eso no tenía ninguna credibilidad y que el personaje debería haber muerto o viajado para desaparecer. La magia de la televisión hizo que la señora Banks tuviera dos rostros diferentes en un santiamén. Estos fenómenos de mutaciones extrañas, que en la televisión se han hecho habituales, también ocurren en España. En las series ya se ha hecho común, Inés Alcántara comenzó con la cara de Irene Visedo, pasó a ser Pilar Punzano, para regresar a Irene Visedo. Un síndrome de Darrín con efecto ping pong.
Como si se tratara de un virus, el síndrome se ha extendido al cine español y empieza a ser normal ver a un mismo personaje interpretado por actores diferentes en cada película. Es lo que ocurre en La niebla y la doncella, que mañana vivirá su estreno en el Festival de Málaga, en la que los sargentos Chamorro y Bevilacqua está interpretados por Quim Gutiérrez y Aura Garrido. Hasta aquí nada raro, pero los mismos personajes, una pareja de la guardia civil, han tenido los rasgos de Roberto Enríquez e Ingrid Rubio en El alquimista impaciente (2002) y los de Jesús Noguero y Mariona Ribas en una versión televisiva posterior.
La excusa en este caso viene por la fuente original, la serie de novelas de Lorenzo Silva que han vivido diferentes adaptaciones. En vez de utilizar los mismos actores para ellas han ido cambiando por el camino. Otra opción para no liar a la gente era haber adaptado la trama con otros nombres para que si en el futuro hay otra versión y se cambian por cuarta vez no parezca ya un cachondeo.
Un Mortadelo con el síndrome
Nadie escapa del síndrome de Darrin. Ni siquiera el agente más torpe de la TIA ha podido evitarlo. Mortadelo lo tuvo. La gran aventura de Mortadelo y Filemón se estrenaba en cines en 2003 y arrasaba con todo. Es una de las películas españolas más taquilleras de la historia y una de las dudas que asaltaba a todo el mundo era qué actores serían los míticos personajes de Ibáñez. Pepe Viyuela fue el elegido para ser Filemón, y la sorpresa vino con Mortadelo, para el que cogieron a un desconocido. Benito Pocino era cartero hasta ese momento y de repente tenía en sus manos el papel más ansiado.
Poco le duró la alegría, el síndrome de Darrin acabó con Pocino, que en la secuela de 2008 (que se estrenó con el título de Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra) fue sustituido por Edu Soto calva mediante. Lo gracioso es que Filemón siguió siendo Viyuela. Para terminar la jugada se cambió la animación en la tercera entrega y del reparto original no quedaron ni las voces.
Torrente cambia de amigos
La saga más rentable del cine español también sufrió el Síndrome de Darrin. En su segunda entrega Santiago Segura incluyó uno de sus personajes más carismáticos y queridos por el público: el Cuco. Ese yonqui al que dio vida Gabino Diego no volvió a salir en la tercera y la cuarta parte, pero en la quinta, Operación Eurovegas, regresaba.
Gabino Diego no interpretó esta vez el personaje, que pasó a ser Julián López. En esta ocasión Segura realizó una maniobra similar a la de El príncipe de Bel Air y al salir de la cárcel Torrente dice: “Tú también pareces otra persona, Cuco”. Un gag para justificar el cambio de actor.
Manolito no tan gafotas
Otro de los personajes literarios españoles que vivió una esperada adaptación cinematográfica fue Manolito Gafotas. La creación de Elvira Lindo tuvo su propia película de la mano de Daniel Albadalejo, que encontró en David Sánchez del Rey a su protagonista. La película vivió una secuela, Manolito Gafotas en ¡mola ser jefe! que cambió a su director y a todo el reparto. Desde Manolito al Imbécil pasando por sus padres. Ni rastro de los actores de la original. Una mezcla de síndrome de Darrin y reboot a lo Hollywood que no triunfó en taquilla y que fue la última vez que vimos al personaje en la gran pantalla.