¿Hay algo que no pueda hacer Antonio de la Torre? Pocos actores en el cine español saltan de género en género y papel en papel con tanta facilidad. Todo parece fácil en sus carnes. Da igual que sea un hombre vengativo, un caníbal enamorado o un policía tartamudo. Así que cuando hay un papel difícil los directores no parecen pensárselo mucho y acuden a él. Es lo que le ha pasado a Pablo Berger, que para Abracadabra, su primer filme tras esa exitosa versión muda de Blancanieves, ha confiado en De la Torre para un papel con varias capas. La primera: un hombre machista, de barrio, que disfruta del fútbol, de ponerse un palillo en la boca y que se enfada si alguien mira a su mujer. La segunda: la nueva personalidad de este tras una sesión de hipnosis, un hombre dulce y sensible que también esconde tendencias asesinas.
Leído suena complejo, y eso es lo que busca constantemente Berger, que cambia de género como de camisa y pone a sus actores en un reto constante. El de Antonio de la Torre, además de desdoblarse, el hacer comprensible a ese machirulo tan desagradable. Él prefiere no plantearse si es un ser despreciable, porque si no, “no podría haberlo hecho". “Para mí es imposible interpretar un papel si no empatizo con el personaje. Le vendería, haría un cliché, un tópico, un arquetipo. Por eso cuando me dicen: haces de malo, yo siempre digo, espera que te cuente las circunstancias de mi personaje. Necesitas defenderlo”, cuenta el actor a EL ESPAÑOL.
Hay una herencia que nos precede. Somos un país machista. Hace no mucho la mujer no podía sacarse el carné de conducir sin el permiso del marido
Para defender a este protagonista ha tenido que “pensar en sus fantasmas” y en una de sus máximas en la vida, creer que “la gente no es mala”. “Hay psicópatas sí, pero yo no sé si el mal existe o es una creación humana, creo que más bien lo segundo”, asegura. Pese a ello sabe que ese hombre machista y posesivo existe en la actualidad, y le da miedo que “la gente joven tenga esa mentalidad. “Mira, yo no soy machista, ni mucho menos, pero hay una herencia que nos precede. Somos un país machista. Hace no mucho la mujer no podía sacarse el carné de conducir sin el permiso del marido. Y el voto femenino lo logró Clara Campoamor. Los cambios en la historia son muy lentos, y cambiar una mentalidad machista es difícil”, asegura.
Prefiere no cebarse con aquellos que dicen que “ni machista ni feminista” porque “sería demasiado fácil ser cruel”. Así que lo achaca a la “falta de criterio y reflexión” en una época “demasiado acelerada” en la que no hay tiempo para la reflexión “sobre la gravedad de las cosas”. Para ello apuesta por un necesario “cambio de valores”. “Mira, acabo de interpretar a Pepe Mújica y él decía que el socialismo es una construcción civilizatoria. Por eso el socialismo ha fracasado, porque tiene que haber un cambio de valores tan grande en la humanidad para que haya una sociedad socialista. El hombre, inicialmente, era socialista. El capitalismo es una construcción cultural. El ser humano, en su esencia, es socialista. Yo creo como él, que seguramente con un cambio de valores donde lo tuyo sea también de todos, quizás nos demos cuenta de que tenemos que construir una nueva sociedad. La actual es un pollo sin cabeza. Creo que la única revolución posible es un cambio de valores, ninguna revolución violenta”, argumenta.
El papel de Múgica ha aparecido en su vida como una revelación, y le inspira en sus respuestas y reflexiones sobre la sociedad actual. “Pepe lo decía, que se critica el socialismo, pero es que el socialismo real nunca ha llegado a existir. Ha habido gente que encima ha instaurado una dictadura peor, pero al final ese intento de socialismo era sin que todos estuvieran por la labor y han girado a regímenes totalitarios. Que el capitalismo también es un régimen totalitario, pero más sutil. Lo hemos aceptado, nos hemos metido en él o no hemos sabido construir otra cosa… El tema es cómo queremos vivir”, se pregunta De la Torre.
No se atreve a decir que conocer a José Mújica le ha cambiado la vida, porque eso sería “muy pretencioso”, pero tiene claro que ha conocido a “una persona de una gran altura, de una talla moral”, una talla que también ve en Manuela Carmena. “Yo cuando vi los debates en Telemadrid lo dije, que altura moral tiene, y me consta. Su hija es amiga mía y me habla de ella, y su forma de comportarse en al intimidad es de altura moral. Es una persona de una talla moral... pero criticar es muy fácil”, asegura. Esa censura de gatillo fácil también la ha vivido como actor.
El capitalismo también es un régimen totalitario, pero más sutil. Lo hemos aceptado, nos hemos metido en él o no hemos sabido construir otra cosa
Él es un intérprete que se define como “de la cofradía de la santa realidad”, pero a veces las malas reseñas también le han atizado y le han afectado. “Con Gordos lo pasé muy mal, me pilló un bajón. Siempre es más fácil destruir que construir. La mejor forma de evitar esto es no poner todo en mano de los demás… pero bueno, yo avanzo en la vida e intento hacerme como persona, pero tengo una herencia, la de mis padres, mis abuelos, mi generación, la de mi país... y yo soy una persona con una constante necesidad de aprobación”, confiesa. Una aprobación que volverá a sentir cuando se estrene Abracadabra y sea el público el que la juzgue.