Hay vida más allá de las superproducciones de Hollywood. Entre estrenos en más de 300 salas y campañas de promoción desorbitadas existen rendijas por las que se cuela otro tipo de cine. Ese al que muchos ponen la etiqueta de autor, o independiente, y que sufre para llegar al espectador ante las maquinarias de las majors, que convierten cada uno de sus estrenos en un evento. Un tipo de cine que ha traído en los últimos años joyas y éxitos de público como Toni Erdman, Yo Daniel Blake o Verano, 1993. Ninguna vio sus anuncios en horario de máxima audiencia, pero el boca a boca las convirtió en pequeños fenómenos.
Para que casos como esos vuelvan a ocurrir, los distribuidores independientes han realizado unas jornadas en el marco de la Seminci de Valladolid para definir las pautas que tiene que regir su futuro, y también su supervivencia, ya que muchas de ellas agonizan por falta de público. Tras un día de charlas y debates han puesto en común unas conclusiones en las que tienen mucho que ver la entrada arrebatadora de las nuevas plataformas de distribución como Netflix o HBO. Entre los que han establecido estos principios se encontraba Juan Carlos Tous, CEO y director de Filmin, compañía de Video on Demand de cine independiente, y un máximo defensor de que los cines dejen de exigir unos tiempos de exhibición tan férreos.
Esa es precisamente una de las conclusiones a las que han llegado, que las ventanas deben cambiar. No pueden pasar meses desde que un filme desaparece de las salas hasta que llega a estas plataformas. Por ello han pedido flexibilizar las ventanas para combatir contra la piratería, aunque eso sí, manteniendo las salas como principal forma de explotación comercial. Para Tous esto debería depender de cada título, ya que no todas las obras están hechas para pasar por cines, sino que podrían ir directamente a Video on Demand y hacer un mercado más ágil. Posición que se encuentra con la oposición de muchas salas de cine, que quieren asegurar para ellos las películas. De hecho, en España no existe ninguna ley que diga que hay que esperar un tiempo determinado, sino que es un pacto no escrito que siguen aceptando para no ser excluidos de la distribución tradicional.
Otra de las medidas más importantes involucra directamente a Netflix, ya que pide que España instaure, como ya ha hecho Francia, una cuota para contribuir al Fondo de Cinematografía de nuestro país. Actualmente, mientras las cadenas de televisión privadas deben producir cine español, las compañías de contenidos online no tienen ninguna obligación, algo que en el país vecino ya han empezado a cambiar y aquí se pide que se tomen cartas en el asunto.
Un tipo de películas que suponen más del 20% de la recaudación mundial, y que creen que hay que defender, para ello también han pedido más compromiso a las televisiones (especialmente las públicas) para emitir este tipo de cine en sus parrillas, ya que creen que convenientemente promocionado podría tener buenos datos de audiencia, aunque en una cadena pública este no debería ser el único criterio.
Los distribuidores también han pedido un compromiso al estado. Se han dado cuenta de que el público que disfruta de estas obras esta envejeciendo, es cada vez más mayor. Así piden la implantación urgente de educación audiovisual para “formar desde la infancia y la adolescencia a los que serán los espectadores del futuro”. Así también acabarían con uno de los tópicos que quieren erradicar, aquel que vincula el cine independiente con “raro, difícil o destinado a un gueto cultural”.
Las televisiones también han participado en estas jornadas, y han sugerido a los distribuidores independientes que les tengan en cuenta a la hora de comprar películas en mercados internacionales “para que resulte más sencilla encajarlas en sus rejillas de programación”. Un código de buenas prácticas que pretenden repetir pronto, y que ahora falta que se ponga en práctica, ya que al ser preguntados por este periódico no han especificado, por ejemplo, cómo pretenden flexibilizar las ventanas, aunque lo consideren una de las metas importantes para que el cine independiente sobreviva frente al gigante de Hollywood.