El cine español tenía guardada una sorpresa en 2017. Una de las grandes, de esas que nadie se espera y que cambian todo en un momento. Esta vez vino en forma de ópera prima y de una directora hasta ahora desconocida que comenzó el año ganando en el Festival de Berlín y lo ha acabado como favorita para los próximos premios Goya. Carla Simón y su Verano 1993 emocionaron a todo el mundo por la verdad que desprendía una película que se basaba en las propias experiencias de la directora, que con siete años vive la muerte de sus padres -enfermos de SIDA- y cómo tiene que mudarse a la casa de sus tíos.
La muerte vista a través de los ojos de una niña -descomunal Laia Artigas- como nunca se había visto en el cine. La sinceridad, la claridad, y la falta de sentimentalismos de Verano 1993, unidos a una escena final que rompe el corazón, la han convertido en un fenómeno en salas (ha superado el millón de euros de recaudación) y en la película con más papeletas para triunfar en los premios de la Academia de Cine de España. Eso si sus miembros se atreven a votar a una película pequeña, casi en los márgenes, y rodada en catalán.
Gane o no, Carla Simón ha venido para quedarse. Y además de verdad, porque aunque las ofertas para que su segunda película sea en inglés hayan llegado, ella ha preferido quedarse en su masía, con sus recuerdos y su cine en primera persona antes de irse a Hollywood o a Londres.
¿Cómo lleva una la etiqueta de favorita?
Es muy raro... es que no me la creo, no me la creo porque en los premios no se puede prever lo que va a pasar. Intento no pensar en ello.
Cuando Penélope Cruz ganó el Oscar recordó como se quedaba despierta viendo la gala y soñaba con ganar el premio. ¿Usted soñaba con el Goya?
Es que nunca he mirado mucho las galas. Alguna vez que las he visto sí me imaginaba lo que diría yo. Lo que me pasa es que cuando las veo por la tele me emociono mogollón, y luego cuando estoy allí no me emociono nada. Pero ya está…
Después de todo el tiempo que lleva la película en cartelera y el buen boca a boca que ha tenido, ¿ha descubierto cuál es el éxito de Verano 1993?
Es un enigma y lo continua siendo. Yo creo que es un milagro, un milagro hacerla y que haya pasado todo esto, pero creo que parte de la responsabilidad mayor es delas niñas. Tienen ese magnetismo que hace que la gente quiera seguir viendo la película, y también algo que no me había dado cuenta hasta ahora, y es que todos tenemos una infancia, una familia y alguna relación con la muerte. Igual que el tema de los 90… yo creo que son cosas que la gente sienten propias.
En mi familia sí se habló mucho de la muerte, pero creo que como sociedad nos falta hablar de ella
Con su primera película se ha abierto en canal, ¿nunca le dio pudor?
Mientras lo estaba haciendo no pensaba en el pudor, tenía ganas de contar esa historia, y tienes esa parte positiva de que conoces tan bien el material con el que trabajas que puedes tratar las cosas con profundidad, porque siempre tienes la respuesta, pero también tienes una relación emocional con cada elemento, y eso es difícil, porque en rodaje siempre hay una lucha interior para renunciar a lo que tenía en la cabeza por lo que estaba pasando delante de la cámara. Y hay mucha ficción también, hay tres o cuatro escenas que son tal cual pasaron, pero el resto no…
Creo que ya no sabe bien qué es ficción y qué cosas ocurrieron de verdad.
Lo tengo todo mezclado. La semilla de cada idea parte de lo real, de cosas que me acuerdo o me contaron, pero se han transformado para que la película funcione. Mi verano del 93 no tiene nada que ver, fue un proceso mas largo. Yo ese verano me fui con mi tía, y fue un proceso muy distinto. Yo hay muchas cosas que no hice. No escondí a mi hermana. Frida es más atrevida que yo.
Laia Artigas fue la penúltima niña y me acuerdo de salir y decir: acabo de ver a una niña que es muy fuerte
Vieron casi 1.000 niñas hasta encontrar a Laia Artigas.
Sí, bueno, fue la directora de casting la que vio muchas, yo vi una selección de eso. Y lo que pasó es que hicimos una primera ronda y yo no la veía, Frida no estaba ahí, así que seguimos buscando y volvimos a empezar. Laia fue la penúltima niña y me acuerdo de salir y decir: acabo de ver a una niña que es muy fuerte.
Una ópera prima en la que se ha saltado a la torera la máxima de no rodar con niños y animales.
Me lo he saltado… es que rodar con niños a veces es más fácil que con adultos porque no hay ego y para ellos es un juego. Si sabes cómo manejar ese juego es muy divertido, pero es verdad que no tienen herramientas y trabajamos mucho las relaciones entre los personajes, creamos recuerdos compartidos y esa intimidad para que cuando llegara hubiera algo real entre los personajes, tienes que encontrar otra manera de trabajar.
Siempre se dice que el cine tiene mucho de psicoanálisis para cada creador. ¿Contar una historia tan personal tiene algo de catártico?
No ha sido una terapia, porque me pasó cuando tenía seis años y lo tengo muy digerido, pero la he contado tantas veces en mi vida que ya parecía más un cuento, una leyenda, algo que le hubiera pasado a otra persona. Así que he reconectado con ello y lo he vuelto a hacer propio, y he entendido lo que sentían mis nuevos padres o por qué yo actuaba como actuaba. Tuve que leer mucho sobre psicología infantil y sobre cómo se enfrenta un niño a la muerte, y aprendí mucho.
Verano 1993 trata dos temas tabú: la muerte y el SIDA. En el caso de la enfermedad, esa palabra no se dice en ningún momento en la película.
El tema del SIDA fue natural y fue una decisión que tomé desde el principio, porque yo no supe que mis padres habían muerto de SIDA hasta los 12 años, y si estaba contado la historia desde su punto de vista, es normal que la palabra no saliera. Además casi todo lo que tiene que ver con ese tema es ficción, tenía que encontrar mecanismos narrativos para contarle a la audiencia eso. Me parecía interesante no decir la palabra sobre un tabú tan grande y que se entendiera.
Con la muerte nos cuesta mucho hablar de ella, y creemos que a los niños es mejor no hablarles de ella. Yo lo viví de una forma mas transparente y abierta, porque en la película no lo habla hasta al final de la película, pero ese era el arco de emociones del personaje. En mi familia sí se habló mucho, pero creo que como sociedad nos falta hablar de la muerte.
¿Cree que el cine es condescendiente cuando hablar de la muerte y de cómo se enfrentan a ella los niños?
Yo decidí hacer esta película porque quería hablar de cómo un niño se enfrenta a la muerte, y porque he visto muchas películas que hablan de eso, pero ninguna termina de reflejar mi percepción, cómo fue para mí. Algunas están muy bien, algunas me encantan, pero no terminan de reflejar mis emociones. Y lo que pasa es que casi siempre se aparece la madre, y a mí no me pasó eso, y la gente me decía al leer el guion que por qué no ponía un punto mas mágico, pero yo quería contar como lo viví.
¿Y ahora qué?
Ahora a hacer más películas.
¿Y todas tan personales?
Tengo dos historias, una es mucho más personal, pero es que los temas que me interesan son los mismos, las relaciones familiares, el mundo rural y me interesa partir de la realidad y transformarla en una ficción. Llegará un momento en el que no conoceré tantos mundos interesantes, entonces me adentraré en otras cosas, pero de momento sí, aunque la siguiente no será tan personal. Necesito un break, y tampoco me han pasado cosas tan fuertes, pero me gusta contar cosas de las que conozco un poco.
¿Ha habido ofrecimientos para rodar en inglés?
Sí, claro, me han dicho que si quiero hacer una película en inglés, pero no me veo pasando de rodar en mi pueblo a Londres o EEUU, es un salto antinatural. Prefiero seguir con lo local que se me da mejor, luego ya veremos, pero es muy bonito tener puertas abiertas, porque hay algo de Londres que me encanta que son los actores.
¿Es el año de las mujeres?
Somos dos nominadas, no cinco. Si fuéramos las cinco sí que lo sería. Es verdad que hay más que normalmente, pero continua siendo muy poco. No hay suficientes películas escritas, dirigidas y producidas por mujeres. Es cierto que es se está hablando de ello, pero no es el año de las mujeres.
Me han ofrecido rodar una película en inglés, pero no me veo pasando de rodar en mi pueblo a Londres o EEUU, es un salto antinatural
¿Entonces Time’s up?
Es un principio, es el inicio, se habla de ello, y el cine es una industria históricamente muy masculina, como todo en realidad, pero no se ha acabado, queda mucho trabajo. Aquí queda bastante.
¿Irá de negro a los Goya?
Es que… yo voy de negro todos los días, pero creo que está bien hacer algo.