A los Goya les gusta una buena película que les haga llorar. Como mucho un thriller. En los años anteriores hemos vivido las victorias de La isla mínima y Tarde para la ira (filmes de suspense), y tradicionalmente el género favorito de los premios es el drama. Mar Adentro, Truman, Camino, Te doy mis ojos… todas ellas humedecieron los ojos del votante y se llevaron un buen puñado de cabezones a casa. El género no está bien visto en los premios. El fantástico es casi una rareza en España, sólo El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, y El niño de la luna, de Agustí Villaronga, han logrado en 32 años la nominación como Mejor filme.
Al terror tampoco le ha ido mucho mejor. En todos estos años sólo dos películas han ganado el Goya. Las dos las dirigió Alejandro Amenábar, que con su ópera prima, Tesis -que tiene mucho más de thriller que de terror-, dio la sorpresa al vencer a la clásica El perro del hortelano, y que años después repitió triunfo con su cuento de horror gótico, Los otros. Son las dos únicas victorias de un género que fuera de nuestro país nos ha dado mucho reconocimiento. El terror español es reconocido en todos los sitios, y muchos de nuestros realizadores han probado suerte en Hollywood o han vivido remakes. Es el caso de REC, que aquí fue ignorada de las principales categorías de los Goya y que en el extranjero fue un éxito de público y crítica que provocó una versión hollywoodiense: Quarentine.
Más allá de Amenábar y sus victorias, sólo El orfanato, de Juan Antonio Bayona, consiguió la nominación a la Mejor película; y habría que considerar El día de la bestia como terror para encontrar otro precedente. A los Goya no les gustan los sustos, y suelen ir a lo seguro. Por ello hay que celebrar que dentro del cine de 2017 se haya destacado el trabajo de Paco Plaza en Verónica. Un filme de género que también es un oscuro cuento sobre la adolescencia y la España de barrio obrero en 1991.
Plaza fue uno de los creadores de REC, y uno de los miembros de una generación que puso en órbita el terror y el fantástico español. Hasta ahora los premios de la Academia de Cine le habían olvidado, y él mismo reconoce que “tradicionalmente la Academia no es proclive al cine de género”. “Son cosas en las que nunca piensas. Cuando la estrenas piensas en el encuentro con el público. Yo he vivido estas nominaciones con muchísima ilusión, porque supone el respaldo de los compañeros y el reconocimiento a un equipo. Estoy contentísimo”, cuenta a EL ESPAÑOL.
Huyo del discurso victimista, y creo que no hay discriminación, porque cuando una película es buena atraviesa cualquier barrera
A pesar de todo cree que la cosa está cambiando, y destaca que festivales como San Sebastián y Cannes ya se han abierto al género, aunque es verdad que normalmente este tipo de filmes tienen certámenes específicos, como el de Sitges, como gran escaparate. “Huyo del discurso victimista, y creo que no hay discriminación, porque cuando una película es buena atraviesa cualquier barrera. Mira El día de la bestia o Los otros, o incluso REC”, apunta.
Paco Plaza sí que se reconoce en “esa generación que hemos apostado por el género” y se muestra encantado de pertenecer a ella. Una escuela que tiene a Álex de la Iglesia -que rompió con los corsés del cine social de la Ley Miró y abrió el camino a los demás- como “precursor”, y en la que también han estado Amenábar, Jaume Balagueró, o Bayona. “Soy un heredero muy feliz”, zanja el realizador. “Es complicado analizar desde dentro lo que estás haciendo lo que hacen tus compañeros, pero creo que fue clave el año 2007, cuando coincidieron El orfanato, REC y Los ojos de Julia. Hubo un boom, pero básicamente porque coincidieron en el favor del público, y eso no se ha vuelto a repetir. Es verdad que ya no se hacen tantas películas de género, pero es una cuestión más de azar que estadística”, añade.
El género es un caballo de Troya, el vehículo perfecto para contar la historia que quieras a través de una estructura muy reconocible por el público
Con Verónica, Paco Plaza ha entrado en el selecto grupo de directores nominados por una película de terror, aunque en ella haya muchas más capas que desde el género es más fácil colar al espectador. “Es un caballo de Troya, el vehículo perfecto para contar la historia que quieras a través de una estructura muy reconocible por el público. Ha ocurrido desde siempre, desde El exorcista, que es una madre con sentimiento de culpa por desatender a su hija. Cuando trasciende es porque habla de algo muy importante usando el paraguas del género. El terror es el género más puro, lo es desde Segundo de Chomón o Meliés, que ya abrazaron la fantasía, porque el cine es fantasía. La sublimación del cine es el terror y la fantasía”, cuenta Paco Plaza a este periódico.
Ahora queda ver el resultado de los Goya, pero Verónica ya ha conseguido romper la barrera de los prejuicios de los académicos. Para Plaza la llave del éxito es la libertad con la que ha rodado, tanto que se ha sentido como si fuera “mi ópera prima”, sin presiones y con falta de expectativas que le han permitido que la película se convierta en un nuevo fenómeno de culto del terror español.