Clint Eastwood, el pistolero de Hollywood que no quiere pelea
Su nueva película, '15:17 Tren a París', es el último eslabón de una carrera chirriante en cuanto a interpretación ideológica. Burgués, gamberro, libertario: su política es "dejar a todo el mundo en paz".
4 febrero, 2018 03:03Clint Eastwood (San Francisco, 1930) lleva muy mal que haya quien haga lecturas políticas de sus películas, pero será inevitable que su nuevo estreno como director, 15:17 Tren a París, que recrea la historia de tres jóvenes norteamericanos que mientras recorrían Europa se enfrentaron a un terrorista que pretendía provocar una masacre en un tren, y que está protagonizada por ellos mismos, vuelva a provocarlas.
Bien es verdad que, aunque registrado como republicano desde que votara por primera vez para apoyar a Eisenhower, tampoco ha ahorrado críticas hacia ningún presidente salvo Ronald Reagan, por quien siempre ha manifestado su admiración ya desde sus tiempos como gobernador de California. Reagan llegó a utilizar en un discurso la famosa frase "alégrame el día" que el duro policía Harry Callahan, uno de sus personajes icónicos, pronunciaba en Impacto súbito (1983). Eso sí, cuando se trata de resumir su credo político, Eastwood lo hace así: "Me gusta la visión libertaria, que es dejar a todo el mundo en paz. Incluso cuando era niño, me molestaba la gente que le quería decir a todo el mundo cómo vivir."
Desde que se convirtiera en estrella encarnando al Hombre Sin Nombre en la Trilogía del Dólar de Sergio Leone en los sesenta, Eastwood ha sabido construirse una imagen que actualiza la del cowboy de la frontera, una época en la que el individualismo fue el principal motor para que los jóvenes Estados Unidos se expandieran rápidamente hacia el Oeste.
Y sin embargo, lo cierto es que, a pesar de que se desconoce gran parte de los detalles de su biografía (ni siquiera se sabe a ciencia cierta cuántos hijos, y con cuántas mujeres distintas, ha tenido a lo largo de su vida, y sólo el libro de su ex pareja Sondra Locke de 1998 The Good, the Bad and the Very Ugly permitió asomarse a un Eastwood también tremendamente individualista en las relaciones personales, con familias paralelas incluidas), sí que se sabe lo suficiente como para comprobar cómo ésta ha sido convenientemente maquillada.
Un burguesito gamberro
Así, por ejemplo, a pesar de hablar en muchas ocasiones de lo dura que fue la Gran Depresión y cómo eso le marcó, lo cierto es que su familia la vivió en una cómoda posición y nunca pasó apuros. Tampoco tuvo experiencia militar porque, a pesar de que fue reclutado durante la Guerra de Corea, nunca llegó a ser destinado al frente, por lo que el accidente de avión en el que sobrevivió tras nadar tres kilómetros para llegar hasta la costa no fue en acto de servicio, como en algunas ocasiones ha deslizado. Lo que sí parece cierto es que fue un joven indolente, adicto a las gamberradas, que le ocasionaron incluso la expulsión de la escuela.
Aunque para el cine sea probablemente el último cowboy, lo cierto es que sufre de una alergia brutal al pelo animal que le obliga a estar totalmente empastillado cada vez que se sube a un caballo
Pero el personaje creado por Eastwood se resiste a la clasificación por ambos lados. Aunque para el cine sea probablemente el último cowboy, lo cierto es que sufre de una alergia brutal al pelo animal que le obliga a estar totalmente empastillado cada vez que se sube a un caballo (el rodaje de su El jinete pálido, en 1985, fue una total tortura por esa razón, y de hecho prefiere las tomas largas cuando cabalga).
Y aunque se le asocie con la defensa a ultranza de las armas, sobre todo por su personaje de Harry El Sucio, es partidario de que exista un correcto control sobre ellas, algo además por lo que se ha manifestado en muchas ocasiones: "Creo que es muy importante que las armas no caigan en las manos equivocadas y sí, apoyaría en gran parte su control". De hecho, calificó su obra maestra Sin perdón (1992) como una película "anti armas".
Por la libertad individual
También es cierto que películas que en su momento fueron recibidas como prácticamente fascistas como su El sargento de hierro (1986) hoy son vistas más con una perspectiva paródica, y de hecho ni siquiera en el momento de su estreno la imagen que daba de lo militar agradó demasiado al ejército norteamericano. También que diera rostro al enemigo en su Cartas desde Iwo Jima (2006).
Y la individualidad de su pensamiento se traduce en una defensa de las libertades individuales, incluso en temas tan espinosos como el suicidio o la homosexualidad, como puede comprobarse en Million Dollar Baby (2004) (que provocó una reacción hostil de la derecha evangelista) o Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997).
Ahora anuncia que su vuelta a la actuación será para encarnar a Leo Sharp, un anciano jardinero, veterano de la Segunda Guerra Mundial, que a sus 90 años fue condenado por transportar droga para el cartel de Sinaloa. Quizá en su historia haya vuelto a ver la auténtica imagen del individualista espíritu americano.