Isabel Coixet ayer hizo historia. Con los tres premios Goya que suma a su saca se ha convertido en la directora española con más premios. Deja atrás, por mucho, a Pilar Miró e Icíar Bollaín. Un reconocimiento a una carrera que ha levantado a pesar de los prejuicios hacia ella que se encontró siempre. La librería se hizo ayer con los premios a la Mejor película, dirección y guion adaptado en una gala que parecía que sólo hablaría vasco, porque hasta el sprint final, Handia se había llevado todo. Exactamente diez cabezones que metieron el miedo en el equipo del filme de Coixet.
Ya con el premio en la mano y más tranquila, la directora atendió a la prensa y comparó su victoria con un partido de Magic Johnson que vio “hace mucho tiempo y metieron 22 puntos en dos minutos, algo que no había visto en mi vida”. Estaba exultante, divertida, quitando peso a ser la mujer con más premios, “es que soy de letras”, dijo para zanjar el tema, y luego añadió que suponía que al final “tengo más lovers que haters”.
Coixet, que en las semanas anteriores a la gala se había mostrado contraria a idas como ir de negro pero lucir un traje de Givenchy, contó que había propuesto a sus compañeras ir en pijama, “pero no hubo consenso”. “Aposté que si me daban estos tres vendría el año que viene a dar el premio en pijama, y lo haré. Yo quería hacer algo viral que trascendiera, Leticia Dolera se apuntó, pero no vi mucho consenso”, apuntó.
Los cambios de verdad no están aquí, están en una mesa de negociación, no en la ceremonia. Nos falta mucho para la igualdad, y hay que empezar por la salarial
Triunfó una gala donde el discurso feminista se oyó alto y claro. Para la realizadora es el ejemplo de que “lo que ocurre en la calle va a la par con lo que pasa en esta ceremonia”, pero cree que esto sólo es una puntilla de un movimiento que debe ser mayor. “Los cambios de verdad no están aquí, están en una mesa de negociación, no en la ceremonia. Nos falta mucho para la igualdad, y hay que empezar por la salarial”, opinó.
Los Goya son la culminación feliz de un año difícil, en el que Coixet ha sufrido por manifestarse en contra del independentismo y hasta se planteó salir de Barcelona ante los insultos recibidos. Ahora, más tranquila, cree que “la vida sigue”. “Yo estoy en otra batalla ya, reescribiendo mi nueva película, y las cosas no las vivo como si esto fuera la culminación de algo, no hay la culminación de nada. Estoy muy contenta con la película y con lo que ha ocurrido, pero no existe ese ‘fueron perdices y comieron perdices’. Esto es muy bonito’”, zanjó y aseguró que ahora “pondría La librería y la mantendría pese a quien pese”.
La otra mujer de los Goya
Aunque los titulares se los llevó Isabel Coixet, los Goya encumbraron a otra mujer, que irónicamente fue una de las grandes derrotadas de la noche. Carla Simón llegaba como una de las grandes favoritas. Su ópera prima, Verano 1993, había enamorado a todo el mundo desde que hace un año ganara en Berlín, pero la Academia prefirió lo tradicional al riesgo y la dejaron con tres premios: dirección novel, actor de reparto (David Verdaguer) y Revelación (Bruna Cusí).
Dos mujeres con los dos premios de dirección en sus manos. Simón, que contaba hace poco a EL ESPAÑOL que ella no se emocionaba al recoger los premios, no puedo evitarlo esta vez. Normal al recogerlo tras las emotivas palabras de Lorca que dijeron Paula Ortiz y Leticia Dolera. Simón subió con su abanico rojo con el lema de la gala #MásMujeres y dedicó el Goya a sus padres biológicos y “a todos los de su generación que murieron por sida. Quiero dar fuerza a toda la gente con VIH, no debería ser un estigma, no pasa nada”.
Cuando llegó a la prensa la directora reconoció que por fin se había emocionado. “Es que tenía muchas ganas de decir eso, es algo que era muy importante, hablar sobre el SIDA, y era un buen momento. Y el abanico tampoco podía faltar, porque ayer era un tema importante”, dijo preguntada por este periódico. Ahora volverá a Berlín. Esta vez como jurado, y cerrará el ciclo que se empezó hace doce meses. Después toca encerrarse en un cuarto para escribir su segunda película, que también hablará de relaciones familiares. Tiene ganas.
Carla Simón tiene claro que la gala de ayer “no es suficiente” para cambiar la situación de la mujer. “Está muy bien que ocurra, pero tiene que haber más mujeres. Puede que dentro de unos años, seguramente esto no haya cambiado casi nada, porque necesitamos tiempo, y se tiene que impulsar desde la política. Además, necesitamos referentes, más mujeres haciendo cine, y creo que es un proceso largo”, zanjó. Pidió también que desde la escuela se enseñe a ver cine, también con subtítulos, para “que no sea un drama” para un joven enfrentarse a una película en euskera o catalán. Dos mujeres, las dos catalanas, cada una con un estilo propio, pero las dos dejan clara una cosa: el futuro del cine español es de ellas.