Cuando uno va al cine muchas veces se encuentra el mismo problema: tres salas con el taquillazo de Hollywood, otras tres con películas de animación y el resto con unas comedias insultas. Ni rastro del tipo de títulos que le gustaría ver, o de la última obra del director de culto que se estrenaba esa semana. Y eso en una provincia grande, pero imaginen la situación en Zamora, donde todo estará monopolizado por las megaproducciones más taquilleras del momento. En esa situación cuántos habrán soñado con poder programar lo que ellos quisieran. Hacerse un pase de El espíritu de la colmena en pantalla grande, o de Con la muerte en los talones, o de algún clásico reciente como La isla mínima.
Hasta ahora eso era un deseo imposible, las normas encorsetadas de una industria que se negaba a avanzar lo hacían inviable. Eso ha cambiado gracias a unos locos que se propusieron que el espectador tomara las riendas y tuviera la oportunidad de decidir lo que ve en pantalla grande. Lo que parecía un sueño inviable ahora se llama Screenly, y ellos lo llaman crowdticketing, y lo definen como ‘la nueva experiencia colectiva de ir al cine’. Han puesto de acuerdo a salas de toda España y a las exhibidoras, que han puesto títulos de su catálogo a disposición del usuario.
Así, cualquier espectador podrá ver las películas que hay para elegir, seleccionar su cine y crear un evento. Si se llega al 40% (una cifra no fija) del aforo, el pase se celebra. El cine cuenta así con la seguridad de que la sala tendrá una ocupación rentable, y entre todos podrán promocionarlo para conseguirlo.
Las distribuidoras más pequeñas (Avalon, Wanda, Karma…) son las que más se han volcado con el proyecto, pero este año sus creadores han vivido un momento histórico: Warner accedía a entrar en Screenly, y con ella filmes mucho más recientes y comerciales de los que había hasta ahora, mucho más ceñidos al cine de autor.
La experiencia les ha mostrado que provincias como Zamora, donde el cine de autor llega con cuentagotas, están siendo las más participativas. Allí se hizo un estreno de B, de Bárcenas, película que por su temática tuvo muy difícil su distribución y que se puso en la plataforma para favorecer su difusión. El resultado es que en un pase de un cine pequeño hizo más dinero que en toda la semana en Madrid.
El sector funcionaba de una misma forma desde hace mucho y esto sonaba a chino. Sobre todo porque era una iniciativa que venía de internet, que en aquel momento era el enemigo
Para Marc Prades, uno de los padres de la critatura, la idea nace con la volutnad de “inventar un nuevo sistema y dar la oportunidad al espectador de implicarse”. Vieron las iniciativas que habían surgido parecidas en EEUU y la trajeron a España. Desde hace dos años están activos, y ahora han iniciado una campaña para explotar del todo. Por ello buscan socios que aporten capital para poder llegar a más sitios de los que llegan ahora.
Los comienzos no fueron nada fáciles, estuvieron un año reuniéndose con todos los agentes vinculados para que “tuvieran la confianza de que esto era posible”. “El sector funcionaba de una misma forma desde hace mucho y esto sonaba a chino. Sobre todo porque era una iniciativa que venía de internet, que en aquel momento era el enemigo junto a la piratería. Era un modelo de negocio novedoso que rompía las normas tradicionales, pero una vez roto esto y ya firmado los primeros acuerdos, se fueron sumando. Estamos muy contentos, pero falta recorrido de salas, tenemos más de 400, pero son sólo un 12% de total de las que hay en España. Hay que convencer a más gente”, explica Prades a EL ESPAÑOL mientras deja muy claro el modelo de negocio: 40% para la sala, 40% para la distribuidora y 20% para ellos por hacer que sea posible.
En un momento donde todo pasa por Netflix, y las películas se ven en una televisión o en la pantalla de un móvil, ellos defienden que “la forma idónea de verlo es en pantalla grande y con la experiencia compartida, porque las películas se conciben con esa finalidad”. Pero también tienen claro que estos canales no son los enemigos, sino que ofrecen otra cosa y el cine ha prestado más atención “a la tecnología que al espectador”. “Había que ofrecerles otra cosa, poder de decisión, capacidad de opinar...”, zanja.
lo que tenemos que hacer es ofrecer contenido alternativo para incentivar. Ponernos las pilas y rescatar al espectador que hemos dejado que se marchara o que se ha dormido
Alfredo Reguilón es el gerente de los Multicines Zamora, el emblema de Screenly. Un cine pequeño, de cinco salas, en el que intentan buscar el equilibrio entre los taquillazos y el cine de autor, y sobre todo buscan “algo que nos diferencia”. Asegura que a ellos lo que les mueve es “el amor al cine”, y que cuando conoció esta iniciativa por internet no se lo pensó. “Sabíamos que era un riesgo hacer algo así en Zamora, porque era novedoso y difícil de explicar, además no hay mucha gente joven, pero ha sido un éxito”, cuenta a este periódico.
Empezaron con B, de Bárcenas, y pronto se sumaron más iniciativas. Un de las más vistas fue la proyección de La historia de Jan que realizó un padre de un hijo con síndrome de Down. “El espectador ahora puede ver en pantalla grande películas que no había visto o aquellas que le han marcado, como Los Goonies, que ha sido otro de nuestros éxitos”, recuerda.
Cree que la clave es que el espectador por fin siente el cine “como algo propio, y no como un sitio de paso para ver una película”, y tampoco ve a Netflix como el enemigo. “Creo que pueden convivir diferentes plataformas. También están haciendo que la gente tenga una cultura cinematográfica más amplia que hará que vayan más a los cines. Nosotros, lo que tenemos que hacer es ofrecer contenido alternativo para incentivar. Ponernos las pilas y rescatar al espectador que hemos dejado que se marchara o que se ha dormido”, zanja. Cine a la carta para rescatar al espectador y hacer que se sienta mejor que en su casa.