En el año de Harvey Weinstein, del Me Too, del Time’s up y de todo el movimiento feminista que ha nacido en el cine, los premios tenían que estar a la altura. Los Goya tomaron nota, y dos mujeres fueron premiadas con los premios a la mejor dirección y a la mejor dirección novel. Los Oscar, a su manera, también lo han hecho. En Hollywood todo va más despacio. Es una industria que todavía arrastra ecos del machismo del pasado y que se intenta sacudir el polvo poco a poco. Los cambios en la Academia introducidos hace un par de años provocaron hechos históricos como la victoria de Moonlight el curso pasado, o que en 2018 hayamos visto a la quinta mujer en lograr la nominación a la Mejor realización del año.
Se trata de Greta Gerwig, que con Lady Bird ha conseguido ser candidata al premio a la Mejor película, dirección y guion original – también escrito por ella-, además de ganar el Globo de Oro a la Mejor comedia y a la Mejor actriz en comedia o musical para Saoirse Ronan, que a sus 23 años opta por tercera vez al Oscar. Un filme con tintes autobiográficos que cuenta el último año de instituto de una joven en el norte de California que quiere volar de su casa para estudiar arte en Nueva York. Pero Lady Bird no es sólo un brillante relato generacional, sino uno delas películas que mejor han captado las relaciones entre madres e hijas y el complejo de culpa de la clase obrera por no poder dar a sus hijos más oportunidades.
Gerwig atiende a EL ESPAÑOL poco antes de acudir a la gala de los BAFTA, donde no se llevó ningún premio, pero para ella el verdadero logro de este año no es su candidatura, sino la de Rachel Morrison, primera mujer de la historia que opta al Oscar a la Mejor fotografía, “estoy emocionadísima por ella”, dice antes de dar la clave para que no haya tan pocas mujeres en los premios de la Academia de Hollywood: “dadlas más trabajo”. “Si las mujeres no llegan a los puestos de trabajo en el cine, no podrán ganar esos premios. Tiene que haber más mujeres como directoras de fotografía, como directoras, como guionistas… porque no puedes premiar lo que no existe. Es como una cadena, ese premio es lo último que ocurre, y primero tiene que haber más opciones para las mujeres para que puedan darlas ese reconocimiento”, cuenta a EL ESPAÑOL.
Gerwig tiene claro que todo lo que ha ocurrido este año es muy importante, y que no ha sido sólo un fogonazo de esperanza. “Hay cambio”, dice con seguridad, aunque pide tiempo para notarlo. “Si miras atrás, lo que ha ocurrido estos meses ha sido muy bueno, pero lo veremos en unos cuantos años cuando sean las películas las que lo reflejen, porque tardan tanto tiempo en hacerse… creo que ya hay más mujeres siendo contratadas y se están dando luz verde a más proyectos liderados por mujeres, y puede que en 2020 nos demos cuentas de que fue un buen año”, añade.
Si miras atrás, lo que ha ocurrido estos meses ha sido muy bueno, pero lo veremos en unos cuantos años cuando sean las películas las que lo reflejen
Uno de los grandes aciertos de Lady Bird es que todo el mundo se siente reconocido en los dos personajes principales, entiende a esa hija que quiere salir y a esa madre que se equivoca constantemente aunque siempre antepone el bien de su hija al suyo propio. Crear una historia que todo el mundo sintiera como propia fue una de las motivaciones de Gerwig cuando escribía el guion y cuando tuvo claro que el conflicto entre madre e hija sería el centro del filme. “Cuando empecé a escribir tenía claro que el centro sería la relación entre ellas, porque no había muchas películas que hablaran de lo interesante, complejo y específico de este tipo de relaciones”, opina la realizadora.
Con Lady Bird también corrige una injusticia, la ausencia de películas que hablan de esa parte de las familias. “Hay muchísimas películas de padres e hijos, pero no ocurre lo mismo al revés, y es un universo propio con sus propias complejidades. Lo que creo que ha llegado al público es que normalmente las madres en las películas responden a dos prototipos: o son ángeles o son monstruos. Pero no nos las muestran como seres reales con sus contradicciones, que intentan hacerlo lo mejor que puede, que se sacrifican y aman a sus hijas, pero que cometen errores. Eso es lo que he visto siempre en mi madre, en las madres de la gente que me rodea, parece que el cine no permitía a las madres ser gente normal”, zanja.
Normalmente las madres en las películas responden a dos prototipos: o son ángeles o son monstruos. Pero no nos las muestran como seres reales con sus contradicciones
Aunque todo el mundo dice que Lady Bird es su ópera prima, no es del todo cierto. Gerwig codirigió Nights and weekends en 2008 junto a Joe Swanberg en plena ebullición del género Mumblecore, de la que ella fue la principal musa. Pero todos han considerado esta como su entrada por la puerta grande, algo que ella comparte. “Bueno, es mi primera película en la que escribo y dirijo sola. Además, en Nights and weekends también actuaba, así que lo siento como una experiencia muy diferente. También he trabajado en muchos puestos diferentes, he hecho todas las cosas que creía que podía hacer y caían en mis manos porque sabía que quería dirigir. Siento que es mi primera película, pero también la combinación de todas las películas en las que he trabajado en los últimos doce años”, decía a EL ESPAÑOL.
Para Gerwig el siguiente paso para seguir haciendo historia sería ganar un Oscar que cada vez se antoja más complicado. Sólo Kathryn Bigelow lo logró por En tierra hostil, y desde entonces ninguna mujer ha repetido su éxito. Quizás en ese 2020 del que habla Gerwig veremos una nueva ganadora.