Había preocupación por ver el poco compromiso de la ceremonia de los Oscar el año en el que más necesario era. Después del caso de Harvey Weinstein, del #MeToo y del Time's Up sorprendía el silencio de la Academia. Ni alfombra negra, ni lazos, ni nada organizado para el día más señalado por los cinéfilos.
Pero los Oscar no podían permitirse un tropiezo así, y han llevado a la gala a la mayoría de las víctimas del productor de cine. El momento estrella fue cuando en plena alfombra roja aparecieron Mira Sorvino y Ashley Judd, dos de las valientes que denunciaron a Weinstein en los primeros artículos de The New York Times y The New Yorker.
Ambas actrices, como luego confesó Peter Jackson, fueron apartadas de las grandes producciones debido al poder del todopoderoso productor tras los abusos a los que sometió a las actrices.
No serán las únicas que pisen el Kodak Theatre esta noche, ya que Judd presentará un premio junto a Annabella Sciorra y Salma Hayek, otras dos de las mujeres que sufrieron el acoso de Weinstein. Una señal de que Hollywood ha dicho que el tiempo del machismo se ha acabado.