Roman Polanski vuelve a la carga. El director polaco evita la polémica y sigue dirigiendo a sus 84 años. Hacía cuatro que no estrenaba película. Las dos últimas, La venus de las pieles y Un dios salvaje han sido dos adaptaciones de obras de teatro, rodadas en escenarios reducidos y con un puñado de actores. Lejos quedaron sus experiencias en Hollywood, que tuvieron su culmen con el Oscar a la Mejor dirección por El pianista, dado por la misma Academia que este año le ha expulsado por haber sido acusado en EEUU de haber violado en 1977 a Samantha Geimer, que tenía 13 años en el momento de los hecho. Un hecho que él reconoció, aunque huyó antes de la condena, por lo que no puede poner un pie en el país sin ser detenido.
Su nueva película, Basada en hechos reales, vuelve a adaptar un libro, en esta ocasión la obra de Delphine de Vigan. Lo que más le ha llamado la atención es que “habla sobre los miedos y problemas a los que te enfrentas tras haber dado a luz un libro, una película o cualquier obra artística”, explica el director en esta entrevista que te ofrece EL ESPAÑOL en exclusiva. Para Polanski lo más difícil es mantenerse verdaderamente fiel a la obra original, y eso significa cambiar lo menos posible el contenido. “No sólo hay que mantener el espíritu, sino también la forma. Recuerdo que de niño me decepcionaban las películas basadas en libros que me gustaban, porque no encontraba los mismos matices o los mismos personajes. Me encontraba incluso con tramas diferentes. Mi mayor esfuerzo es mantener la obra, rodar una película en la que no se elimine nada, y creo que hemos sido muy fieles”, apunta.
Otro de los alicientes que el director tuvo para el proyecto era tener dos mujeres al frente, y dos mujeres que rompían los cánones del cine. “Jamás había tenido la oportunidad de enfrentar a dos mujeres, normalmente estas situaciones en el cine son ente dos hombres o entre un hombre y una mujer. He rodado películas en las que el personaje principal era una mujer, pero casi siempre en el papel de víctima, la primera vez que rodé con una protagonista femenina que no era una víctima fue La venus de las pieles, y esta vez es un paso más, porque hay dos mujeres”, añade.
Esas dos mujeres son Emmanuelle Seigner, su pareja, y Eva Green, que Polanski describe como “hermosa y aterradora al mismo tiempo, con esos ojos rectangulares”. “Para un director es una suerte que los actores se lleven tan bien, porque con una historia como esta de dos mujeres enfrentadas puede darse una situación tipo ¿Qué fue de Baby Jane?. Tuve suerte”.
No piensa en retirarse, aunque cada vez le cueste más levantar una película. Lejos quedan esos tiempos en los que empezó y hacía “una película por año, ahora si tienes suerte ruedas cada tres”. “Lo he notado sobre todo al hacerme mayor, es más difícil dar el salto, tomar la decisión. Recuerdo cuando hablaba con Stanley Kubrick, que adoraba hablar por teléfono, y una vez me dijo: ‘¿no odias es periodo entre dos películas cuando no sabes que hacer? Son los peores momentos de mi vida?’. Yo le dije que sí, pero no tenía ni idea de lo que estaba hablando porque para mí era muy fácil”.