La crisis dejó España temblando. Miles de personas perdieron su trabajo, otras tantas tuvieron que salir de su país para buscar un empleo, y muchos de los que mantuvieron su puesto vieron como la reforma laboral del Partido Popular les colocaba en una posición de precariedad que nunca habían visto. Mientras que la mayoría de sectores agachaba la cabeza y aceptaba su desafortunado destino, un grupo de mujeres trabajadoras se organizaron, montaron una pequeña revolución que usó las redes sociales como altavoz y se convirtieron en un fenómeno y un símbolo de esperanza y lucha.
Las Kellys (como se llaman las mujeres que limpian los hoteles) llevan un año y medio sin parar. Se manifiestan, gritan, claman contra las injusticias de un sistema que se ha cebado con ellas: mujeres y obreras. En España hay más de 200.000 mujeres trabajan como camareras de piso en España. Fundamentales para el sistema y para un sector como el turismo, pero invisibles para las leyes y para la hostelería. Han sido víctimas de la externalización y muchas de ellas se han quedado fuera de las plantillas de los hoteles, sin derechos y expuestas al despido cuando están de baja.
Su garra llamó la atención de la periodista Georgina Cisquella, que decidió que su historia merecía ser contada y que quería hacer un documental sobre ellas. “Un día, cuando se empezaba a hablar de las Kellys, llamaron mi atención. Era un tema muy interesante, porque trataba un tema de precariedad femenina. Así que las busqué por Facebook y Twitter, me puse en contacto con ellas y fui a una reunión. Empezamos a hablar y vi que había un tema, así que hablé con varios grupos de Kellys de Madrid, Lanzarota, Benidorm… hasta que al final me centré en cuatro grupos para el documental”, cuenta la directora a EL ESPAÑOL.
Hotel Explotación: Las Kellys, se ha financiado con crowdfunding, y han superado la cantidad que esperaban para que su proyecto fuera realidad. Cisquella fue rodando en sus ratos libres, cuando podía. Si había una manifestación se acercaba, si se trataba un caso en los juzgados se plantaba con su cámara. La idea era mostrar cómo es el día a día detrás de estas mujeres que se parten la cara por los derechos de todos. Ahora se encuentra en “la parte más dura” que es el montaje y donde ya no vale ir rodando los momentos importantes. “Hay que ponerse seria y por eso me decidí al crowdfunding, porque esto es el momento más fundamental”, apunta.
Lo que más llamó la atención de la directora fue “su energía para organizarse e ir a reuniones cuando tienen trabajos precarios”. “Están muy cansadas, y aún así tienen fuerza para levantarse y ser visibles, la capacidad de formar una asociación sin tener ni un sindicato. Se han autoorganizado y son capaces de dar visibilidad a su historia. Y lo han conseguido, porque quién se fijaba o conocía a las camareras de piso. En un hotel ves al recepcionista, pero a ellas, que son fundamentales para la industria turística se las ignora, se las desprecia y están explotadas”, añade de un colectivo en el que el 93% de sus integrantes son mujeres.
La sociedad ha conocido su caso y se ha solidarizado con ellas, porque “crean empatía y porque luchan contra los trabajos precarios y la externalización, no sólo de las Kellys”. “Ahora hemos visto el caso de Deliveroo que es otro de esos colectivos desamparados que tienen difícil la organización. No pueden recurrir a sindicatos, no tienen derechos. Tienen un trabajo temporal de tres meses y te despiden o como mucho te vas a otro hotel, y así cómo van a organizarse, es inviable, ya que para estar en un sindicato de trabajadores tienen que llevar seis meses en el puesto y ellas tienen algunas una semana de contrato”, critica Cisquella.
Hotel Explotación: Las Kellys es también una denuncia a la reforma laboral de 2012, que “dio a las empresas la posibilidad de contratar con condiciones penosas”. También es el golpe definitivo en la mesa de estas mujeres que incluso fueron recibidas por Rajoy. “Creo que aceptaron para hacer más visible su tema, pero a esa reunión le doy muy poca importancia. Fue una foto que visibiliza el tema, pero no hubo compromiso de ningún tipo, y hay que cambiar las leyes y ellas son conscientes. Hay que volver a la situación que tenían antes, cuando pertenecían a las plantillas de los hoteles, tenían convenios, derechos laborales, menos sobrecarga de trabajo… Me parece increíble que este país, que dice que la industria turística es su pilar y el que ha resistido la crisis, haya empobrecido tanto a los trabajadores de su sector. Es una contradicción y es porque los empresarios siempre quieren más”, zanja.
Georgina Cisquella sabe que el cine no puede cambiar el mundo, ojalá lo hiciera, y más un documental con un circuito limitado de exhibición, pero también sabe que servirá para reflexionar, para que más gente conozca a estas mujeres que remueven conciencias e incomodan a los más poderosos. Ahora toca legislar para ellas.