Destacar entre la multitud es difícil. Que una película llame la atención entre el catálogo inmenso de Netflix es como encontrar una aguja en un pajar, y más si no tiene la suerte de que coloquen una lona en plena Plaza de España como ocurre con superproducciones como Bright, con Will Smith a la cabeza. Por ello tiene más mérito lo que ha ocurrido con La enfermedad del domingo, la película española de Ramón Salazar que aquí se estrenó en salas el 23 de febrero, pero que en el resto del mundo ha llegado con la etiqueta de Netflix Originals que distingue a sus producciones originales.
El filme enamoró en su pase en el Festival de Berlín y cosechó las mejores críticas del certamen, especialmente de los medios de EEUU, lo que hizo que se colocara en el foco de atención de muchos medios que la devoraron cuando se estrenó en la plataforma -actualmente tiene una nota de 92 sobre 100 en la web Metacritic que contabiliza las críticas cinematográficas-. El drama protagonizado por Bárbara Lennie y Susi Sánchez se ha convertido en un fenómeno entre el círculo del cine de autor de 2018 y en un éxito para Netflix, que no esperaba que una película tan pequeña y enfocada a un espectador tan concreto fuera a tener tanta repercusión. La última prueba: la lista del prestigioso medio Vulture, que ha clasificado las 141 películas de Netflix y ha colocado el título español en una increíble tercera posición.
La enfermedad del domingo -primera película que recomendó el nuevo Ministro de Cultura- se lo merece. Salazar ha creado un drama elegante, sobrio y doloroso sobre la ausencia, el dolor y las relaciones madre-hija que tiene un duelo interpretativo único. Es la mejor película española estrenada en lo que va de año, y debería estar en la terna finalista para representar a España en la lucha por el Oscar que la Academia anunciará el próximo martes. La repercusión en el extranjero ya la tiene, y la maquinaria promocional de Netflix también (aunque esto pueda ser un arma de doble filo por la guerra entre los puristas y la compañía).
Ramón Salazar, que no para de trabajar, saca un rato mientras termina las mezclas de su nuevo trabajo -la serie Élite, también para Netflix- para atender a EL ESPAÑOL y reconocer con humildad que está siendo “una buena racha”. Prefiere no pensar en si su película, la que más le ha costado sacar adelante, estará entre las tres elegidas. “Por suerte estoy trabajando y no tengo mucho tiempo en pensar nada en eso. Sé que el martes se anuncia y hay un run run bueno por lo que comenta la gente, los compañeros de profesión… pero soy prudente, aunque me encantaría”, explica.
Lo que está pasando al otro lado del charco ha sido “una sorpresa para todos”. No esperaban que una película tan pequeñita suscitara tanto interñes,pero ya desde Berlín vieron que la cosa iba creciendo hasta convertirse en la actual “bola de nieve”. No se le caen los anillos y tiene claro que Netflix no sólo ha dado una segunda vida a la película, sino que también “le dio la primera porque entró a producir cuando no teníamos la financiación completada y gracias a ellos se pudo hacer”.
En la actual pelea entre el cine clásico y las plataformas se decanta por el segundo bando, pero también apunta que deben sentarse a escucharse y acercar posiciones para llegar a un término medio, aunque destaca que estos sellos están “generando películas independientes y abriendo su estilo de producción”. “A mí me interesa contar historias, y estas plataformas dan unos valores de producción y unas posibilidades para que estas películas, que cada vez tienen más difícil su vida en salas, se vean. Ojalá se llegue a un punto en común”, explica Salazar que confiesa con sinceridad que el paso comercial en España no fue todo lo bien que deseaban. “Nos ha pasado, la película ni ha alcanzado el mínimo que esperábamos a nivel de público. Hay muchos factores.. La distribución nacional es cada vez más compleja, porque cada vez accedemos menos a las sales, llegamos a menos territorios y se nos va acotando el círculo de salas para estrenar”, zanja.
En EEUU no pierden comba, y ya desde el Festival de Berlín llamaron a Ramón Salazar para buscarle proyectos en inglés. “La enfermedad del domingo me está generando trabajo. No me para de sonar el teléfono para dirigir cosas a cada cual más apetecible y mejor. Me genera mucha curiosidad la posibilidad de acceder a estos trabajos y poder arrancar otros. De repente hay una visibilidad sobre lo que hago y la gente me escucha y está receptiva a lo que preparo y lo que quiero hacer”, dice sin dejar claro cuál será si siguiente proyecto, aunque sí lo acota a dos posibilidades: una historia en EEUU con la que saciar su “curiosidad de director” para trabajar con actores y actrices internacionales y “seguir experimentando; y “un proyecto fascinante en España”.
'La enfermedad del domingo' me está generando trabajo. No me para de sonar el teléfono para dirigir cosas a cada cual más apetecible y mejor
De momento lo siguiente será mucho más relajado, la serie adolescente Élite, que le mantendrá pegado a Netflix otra temporada y que le ha servido como bálsamo para desconectar de la intensidad de La enfermedad del domingo, la película española más internacional del cine español, aunque no haya pasado por los cines de todo el mundo, sino por sus televisiones y pantallas de móvil.