Hay papeles que condenan. Personajes que encasillan a los actores que los interpretan y los marcan de por vida. ¿Alguien se acuerda de otro papel de Michael J. Fox además del de Marty McFly?, ¿quién conoce otro éxito de Daniel Radcliffe después de Harry Potter? Hollywood es cruel, sobre todo con sus estrellas adolescentes, a las que exprime en un mismo papel hasta que ya no valen o deciden que no quieren seguir.
Nadie daba un duro porque la pareja de la saga Crepúsculo, el mayor fenómeno del cine adolescente de los últimos años, pudiera salir del fenómeno fan que se creó alrededor. Por si fuera poco, eran novios en la vida real, y las carpeteras y los millenials tenían su historia perfecta. Un chico y una chica guapos y exitosos que ponían carne a sus personajes favoritos y encima se enamoraban en la vida real.
Crepúsculo acabó, ellos rompieron y parecía que ellos quedarían condenados a explotar la saga vampírica o a arrastrarse por subproductos. Mala suerte para los agoreros, tanto Kristen Stewart cono Robert Pattinson han acabado con todos los prejuicios y se han convertido en dos de los actores más prometedores de su generación. Pattinson ha presentado en el Festival de Cine de San Sebastián High Life, su colaboración con Claire Denis, una de las cineastas de culto más reconocidas, y una nueva aportación a su lista de autores con los que ha trabajado.
David Croneneberg, James Gray, los hermanos Safdie… todos ellos han visto en él mucho más que el vampiro frígido de Crepúsculo. Está en un momento dulce, y es la estrella que los directores más radicales quieren en sus filmes. Eso, sin embargo, no se traduce en poder. Pattinson ha reconocido a la prensa en el Festival de San Sebastián que él no lo tiene fácil para estar en proyectos tan arriesgados, que cuesta tanto levantar. “No, no, para nada tengo poder en la industria… Es muy difícil conseguir estos trabajos. Hay otros actores que sí que tienen poder para decir: ‘me gusta ese guion, quiero hacerlo’. Los proyectos en los que trabajo tardan años en realizarse, y la financiación no depende de mí. No tengo el poder de convencer a nadie para hacer una película… A no ser que quisiera hacer otra de vampiros, que esa sí que creo que podría conseguirla”, dice riendo.
Pattinson se aleja del prototipo de estrella joven altiva. Es amable, se ríe, se comporta con naturalidad y siempre tiene un pose de timidez. Desde que acabó la saga que le dio la fama, y de la que no reniega ya que asegura que “todos los papeles que he hecho son muy personales”, no ha vuelto a estar en una película de Hollywood, y es que “ya hay demasiadas películas de mierda en el mundo para hacer más”.
No tengo el poder de convencer a nadie para hacer una película… A no ser que quisiera hacer otra de vampiros, que esa sí que creo que podría conseguirla
Él nunca ha sentido los prejuicios de la industria, "ni ha pensado “que tenía ningún estigma, eso lo piensan los demás". Sí que llegó un momento en el que el actor tuvo que decidir que dirección tomar “después de Crepúsculo me lo preguntaba, y fue entonces cuando llegó Cronenberg y... es que normalmente no trabajas con directores como este, y me encantó la experiencia, fue muy satisfactorio. Hacían algo singular, único. Puedo hacer películas para las masas, pero van a salir y las van a olvidar”, ha añadido.
Robert Pattinson contó el momento en el que se dio cuenta de que los filmes que estaba haciendo en esta última etapa de su vida eran importantes. Habían pasado tres años desde el estreno de Cosmópolis, de David Cronenberg, yque pasó sin pena ni gloria por las salas. Un fan se acercó a él y le dijo que era su película favorita. “Es muy loco… si alguien me dijera que su película favorita es algo mainstream y diseñado para gustar, le diría que es idiota. Tienes que buscar algo interesante, y que conecte con la gente, porque cuando se produce esa conexión, es mayor, y una vez experimentas esto, sabes que es lo que quieres una y otra vez. Cuando una película como esta le gusta a la gente, les gusta de verdad”, zanjó.
High Life es una odisea espacial con ecos de Tarkovsky, críptica, hipnótica y personal. Una experiencia no apta para todos los públicos. Habla de miles de temas. Desde la paternidad a la violencia, pasando por una crítica a un sistema que “cuando encuentra algo problemático decide que lo mejor es arrancarlo de la sociedad”. Pattinson todavía recuerda lo que sintió la primera vez que vio una película de Denis, algo que ya busca en todos sus proyectos, el próximo junto a otro autor, Ciro Guerra: “cuando vi El abrazo de la serpiente me quedé que no sabía ni donde estaba, y pensé, jo, ¿podré trabajar con ellos, puedo estar en una película como esta?”. En la lista de directores pendientes, uno español, Pedro Almodóvar, quién si no.