Hay historias que uno nunca se cansa de escuchar. Da lo mismo que las escuche una y otra vez que siempre encuentra algo nuevo con lo que emocionarse. Son esas que sobreviven al tiempo y se hacen universales. La historia de Ha nacido una estrella es una de ellas. Da lo mismo los remakes que se hayan hecho antes, y que la protagonista haya sido ya Judy Garland o Barbra Streisand, siempre apela a los sentimientos del espectador.
El ascenso de un artista y la caída de otro, casi en paralelo, es un cuento sobre el talento, la superación, y la cara B de la farándula que siempre funciona. Por eso Warner Bros quería hacer un remake desde hace años. Tocó incluso a pesos pesados como Clint Eastwood para dirigirla. El mítico realizador hasta se vinculó en un proyecto incipiente que tuvo a Beyoncé como protagonista. Nunca se consumó y el remake siguió en le limbo hasta que un debutante de rostro conocido para el gran público decidió rescatarlo.
Bradley Cooper buscaba una historia para realizar su ópera prima, y las buenas relaciones con el estudio hicieron que alguien le mencionara esa posibilidad y cerrara por fin el círculo de “este proyecto que llevaba tiempo sobrevolando por Warner”, como cuenta el actor a EL ESPAÑOL en el marco del Festival de Cine de San Sebastián, donde se presentó la película en la sección Perlas.
El enésimo remake levantó muchas dudas, pero los primeros rumores apuntaban a que Cooper iba a dar la campanada. Su presentación en Venecia y en Toronto lo confirmó. Cooper se ha sacado de la manga un filme que pese a lo convencional de su propuesta, toca las teclas adecuadas, especialmente en una primera hora emocionante en la que despliega toda su química con Lady Gaga.
Él da vida a un cantante de folk alcohólico y proclive a las sustancias prohibidas. Ella a una camarera que ya había perdido la esperanza de triunfar y que él convierte en una estrella, lo que también le arrastrará al lado oscuro. Cooper se luce como actor, y hasta canta las canciones al lado de una Lady Gaga que quiere un Oscar y va a pelear por él. La elección de Gaga como protagonista fue muy discutida, pero el actor lo tuvo claro cuando la escuchó cantar una versión de La vie en rose de Edith Piaf en 2014 (un momento que se replica en la película).
“Me voló la cabeza cuando la escuché cantar esa canción, y me apetecía que hiciera la película, pero ni siquiera sabía si querría hacerla, así que pensé que sería bueno reunirnos, conocernos y hablar del papel para ver si quería el papel, pero también para ver si podíamos cantar juntos, si esa parte funcionaba, porque si eso no funcionaba no había película. Pero sí, ese fue el impulso para que hiciera la película”, dice sobre la cantante y actriz.
El filme habla del talento, y de cómo no es suficiente tenerlo, sino también venderlo, además de que todo sale mejor si uno es guapo y alto. A Gaga le dijeron muchas veces que no por ser fea, y Cooper reconocía a este periódico que también le habían rechazado muchas veces: “Sí, claro, pero la película no sólo habla del talento, sino de lo que haces con ese talento. El personaje, Jackson, dice en aquel bar que todos tenían talento de alguna forma, pero hay que ver qué haces con él. Eso es lo que más me inspiró de Lady Gaga, su habilidad para aprovecharlo y saber usarlo. Por eso es todavía más admirable, porque el talento se la ha concedido, pero ella lo usa para hacer cosas por su público, por el mundo y por sus fans”.
Lo que más me inspiró de Lady Gaga es su habilidad para aprovechar su talento y usarlo para hacer cosas por su público, por el mundo y por sus fans
En Ha nacido una estrella se muestra el descenso a los infiernos de su personaje Jackson, consumido en una espiral de alcohol, drogas y estrés. La cara B de una industria en la que es fácil caer en las adicciones. Cooper no lo ve “como algo sintomático de la música, o del cine, sino del mundo”. “El uso de drogas, las adicciones… no tienen relación con la fama o con esta industria, tiene relación con el ser humano, con la sociedad. Ellos dos están en este mundo en la película, pero el objetivo es que el espectador se identifique con ellos, porque se trata como un tema universalmente humano”, zanja.
El título parece casi una metáfora de su propia carrera, que a pesar de haber optado al Oscar en tres ocasiones, seguía sin ser tomado en serio. Ahora ha dado un golpe en la mesa y se ha revelado como un solvente realizador dispuesto a reventar las taquillas y llevarse unos cuantos premios. El tándem Cooper-Gaga acaba de comenzar.