Muchos niños sueñan con ser directores de cine. Con poder coger una cámara y contar al mundo su visión de la vida. Luego, en la vida real los sueños es muy difícil que se cumplan. Ser cineasta no es sólo cuestión de talento, también de posibilidades económicas, de suerte, de estar en el sitio exacto en el momento adecuado… Si para cualquier niño es complicado imaginen para un chiquillo de Algodonales (Cádiz). Pero Jota Linares tuvo claro que llegaría, y vaya si lo ha conseguido. Con 36 años estrena su primera película, y ya ha anunciado la segunda para la que ha fichado por Netflix para adaptar la obra de teatro con la que empezó a hacerse un nombre: A quién te llevarías a una isla desierta.
Antes de que se estrenara su debut ya estaba con la segunda en marcha, pero ahora le toca disfrutar de ver cómo su bebé se estrena en salas. Animales sin collar es su carta de presentación en el laegometraje, y lo hace en las mejores manos, las de Beatriz Bodegas, que desde La Canica apuesta por realizadores jóvenes. Ella descubrió a Raúl Arévalo, y ahora se ha lanzado a producir a Jota Linares esta versión de Casa de Muñecas de Ibsen ambientada en pleno cambio político en Andalucía, donde un político (Daniel Grao) de un partido con mucho parecido a Podemos está a punto de asaltar los cielos… si no sale un secreto guardado por su novia (Natalia de Molina) durante años.
Animales sin collar tiene algo de sueño compartido, ya que en este viaje está acompañado de dos íntimos amigos como Natalia de Molina e Ignacio Mateos, a los que ha regalado dos papelones, y se ha rodeado con gente con la que ha trabajado desde que hacía cortos con pocos medios para sacarse el mono de contar historias. “Me gusta eso de sueño compartido, es muy bonito. Es verdad que ellos son amigos míos, pero eso es sólo la parte visible, porque en el equipo hay gente que hacía conmigo cortos cuando los hacíamos con 100 euros y con bocatas de chorizo, y es tan bonito verles en la película… es que me he pasado el día llorando, parecía gilipollas, pero es bonito ver que la gente buena está ahí, con la que compartes tu vida… veía a Jesús y Manolo en la claqueta, y es que en 2009 estábamos rodando con 100 euros en casa de Manolo con un micro… y ahora estamos en una película. Lo bonito es compartir el viaje con la gente que quieres, y es que encima son excelentes profesionales”, cuenta Linares a EL ESPAÑOL.
Todo el mundo daba por hecho que su debut sería la adaptación teatral que rodará ahora, pero él quiso desconectar de aquellos personajes y aquella historia que le había absorbido tanto tiempo. Mientras pensaba en cuál sería su ópera prima, alguien le regaló la Casa de Muñecas, una obra que le marcó de adolescente pero que hacía tiempo que no leía. “Volví a leérmelo, me acuerdo perfectamente, de camino a dirigir un anuncio de Fairy… el de la paellada en Vistalegre, que se sigue emitiendo y encima fue muy estresante porque era todo Carabanchel comiendo paella y luego estaba la gota que caía... y me lo termine de camino del rodaje y dije: ‘qué triste y qué injusto que este texto sea tan actual con lo que dice de la mujer. Y entre Fairy y Fairy ahí estaba yo pensando en Nora… y comprobé que los derechos ya eran universales y dije: esta es mi primera película”, recuerda con una sonrisa de oreja a oreja.
Aunque siempre soñó en emprender el viaje con Natalia de Molina, prefería no pensar en ella por si la agenda de la actriz no le permitía hacerlo. “Somos amigos, la quiero muchísimo,pero, ¿y si no podía? Preferí no asumir que sería ella hasta que se lo mandé ya con el guion acabado. Le dije que decidiera sin compromiso, pero que si quería era suyo. Me acuerdo que me dijo que sí saliendo de ver Mustang en el cine...”, explica Jota Linares
A mí me daba miedo eso de las envidias, porque yo soy muy vulnerable, pero jobar, la gente que yo quiero, la gente buena, está haciendo películas y estamos todos en el mismo barco
Los dos se muestran contentos por este cambio generacional que está llegando, y que al director le recuerda a la generación de los 70 en EEUU, mientras que De Molina rememora el buen rollo de la generación de Lorca y Dalí. “Tenía que llegar tarde o temprano. Yo estoy disfrutando del amor y el compañerismo de los debutantes de este año. No conozco personalmente a Arantxa Etxevarría (Carmen y Lola), pero me tiene loco de amor, me escribe todo el rato. Y Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre) es para comérsela. A mí me daba miedo eso de las envidias, porque yo soy muy vulnerable, pero jobar, la gente que yo quiero, la gente buena, está haciendo películas y estamos todos en el mismo barco”, dice ilusionado mientras que Natalia apunta que esto que ha ocurrido es “lo normal”, pero que han tenido que vencer cierta resistencia “a que se de oportunidades a la gente joven, que tenemos muchas cosas que contar”.
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