Tras arrasar con Magical Girl -con la que ganó la Concha de Oro y de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián-, Carlos Vermut podía haber trabajado con cualquier actriz que deseara. Su nombre se había colocado en la lista de los autores más prometedores de nuestra industria, y cuando se anunció que escribía nuevo guion, y que además lo protagonizarían dos mujeres, los representantes de las mejores intérpretes españolas comenzaron una carrera por ver quién se convertía en la nueva ‘chica Vermut’.
Al final, para su duelo vampírico de divas en Quién te cantará le dio un papel a Najwa Nimri y el otro a una semi desconocida que respondía al nombre de Eva Llorach. Los que conocían el cine de Vermut sabían que Llorach está ahí desde el principio, desde aquella Diamond Flash con la que revolucionó el panorama sin ni siquiera estrenar en salas; y también con un pequeño papel en Magical Girl. Ahora, en su filme más esperado, el que le confirmaría como el auteur que nuestro cine necesitaba, se lanzaba al vacío y le daba a esta desconocida para el gran público el personaje más importante de la película.
La jugada no ha podido salir mejor, Eva Llorach se come la pantalla. Su trabajo como la fan que enseña a una diva a volver a cantar es de los que dejan huella, y esta murciana va directa a un Goya a la Mejor actriz revelación. Suya es, además, una de las escenas más potentes del cine español de 2018, una que merece no ser contada, y que encima fue la que Vermut le pidió que interpretara en el cásting.
Desde su pase en el pasado San Sebastián, todos hablan de Eva Llorach. La fama ha llegado tarde, o mejor, más lenta, pero ella lo está disfrutando de una forma única. Su risa es contagiosa, y desprende la alegría de quien se lo ha currado y por fin lo ha conseguido. “Estoy muy contenta, emocionada, y en ocasiones sobrepasada. En San Sebastián me costó dormir porque estaba abrumada, era tanta la emoción en tan poco tiempo que fue difícil digerirlo, pero estoy contentísima por las críticas que está teniendo la película y nuestro trabajo… No me lo puedo creer”, cuenta a EL ESPAÑOL.
En el cine español actual parece que si no triunfas con 20 años y tienes millones de seguidores en Instagram no eres nadie. Pero a pesar de todo Eva Llorach nunca se dio por vencida. La fama, y el papel de su vida, le han llegado pasados los cuarenta, pero no piensa dejarlo escapar. Ella misma califica lo que ha pasado como “extraordinariamente excepcional, por mi edad, por este personaje que te permite cosas complicadas en el cine español… pero no había perdido la esperanza de que hubiera algún trabajo que me pusiera en el punto de mira para lo que queremos todos: vivir de nuestra profesión”.
No había perdido la esperanza de que hubiera algún trabajo que me pusiera en el punto de mira para lo que queremos todos: vivir de nuestra profesión
Como tantos otros de nuestros actores, de hecho la mayoría, Eva Llorach no había podido vivir de su pasión, la interpretación hasta ahora. “No, radicalmente no se puede. Tienes que compaginarlo con otras cosas. Los actores que viven de su profesión no llegan al 10%, pero ese 10% se ve mucho. Están en las alfombras rojas, y se ve la parafernalia de la profesión, pero es dificilísimo vivir de ella, y casi siempre tenemos que compaginarlo”, apunta la actriz.
Su pasión por el cine llego tarde, ella “hasta los 30 estaba en otra”. Tenía su carrera, había estudiado psicología y trabajaba en una empresa familiar. El cine siempre le había gustado, y de repente surgió la posibilidad de participar en un corto. “Me puse delante de la cámara y tuve un flechazo, un enamoramiento loco con la profesión. Me pasaron muchas cosas por el cuerpo y dije: quiero esto para mi vida”.
Para una joven de Murcia -y a mucha honra- triunfar en esta profesión significaba irse a Madrid, así que hizo el petate y marchó a la capital buscando su oportunidad. Aunque fue duro nunca se planteó abandonar, cuando se hacía esa pregunta siempre se encontraba en la cabeza la misma respuesta: “si me fuerzan podría aprender a hacer otras cosas, pero… ¿a qué precio? A renunciar a algo que me hace tan inmensamente feliz… así que nunca lo he pensado”.
Si me fuerzan podría aprender a hacer otras cosas, pero… ¿a qué precio? A renunciar a algo que me hace tan inmensamente feliz
En su vida llegó de casualidad un director que buscaba por internet actrices para un largo. Se llamaba Carlos Vermut, y con él empezó todo. “Es fundamental en mi carrera, fue divertido porque para su primera película puso un anuncio en internet, porque no tenía director de cásting, incluso a lo mejor ni sabía que eso existía. Y mi trabajo en ese momento era estar ocho o diez horas buscando trabajo como actriz, así que lo vi, me mandó una separata y me volví loca, porque intuí el talento que había detrás, no me lo podía creer lo que estaba leyendo. Hice la prueba y me cogió, y a partir de ahí formo parte de su universo”, recuerda Llorach. A raíz de Diamond Flash comenzaron a llegar alguna llamada. Todas para proyectos en el off de la industria, aunque con nombres como Juan Cavestany, Vigalondo o Jordi Costa.
Aquella experiencia con un director desconocido y debutante ha desembocado en Quién te cantará, su pasaporte a un estrellato merecido y trabajado. Llorach todavía no se puede creer que Vermut confiara en ella en un proyecto en el que “querían estar todas las actrices de este país”. “Podía haber tenido a cualquiera, pero él sabía que tenía que ser una actriz desconocida. Era muy arriesgado, pero yo se lo agradezco”, añade con humildad. Eva Llorach ha llegado para quedarse. De hecho, ella nunca se ha ido, siempre ha estado ahí, esperando su oportunidad que, por fin, ha llegado.
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