Ser familiar de una leyenda del cine español puede abrir puertas, pero eso no es un pasaporte seguro al éxito, al revés. En el caso de Liberto Rabal los astros parece que se alinearon para que no se convirtiera en una estrella. A finales de los noventa nadie hubiera apostado un duro por que hoy pocos se acordarían del nieto de Paco Rabal y Asunción Balaguer (también de Carmen Laforet por parte materna), pero en 2018 la industria ha olvidado a aquel joven que parecía que se iba a comer el mundo.
Liberto Rabal probó pronto lo que era ponerse delante de una cámara. Era difícil que se escapara, ya que su padre Benito también se dedicó al cine como realizador. A los ocho años salió fugazmente en Los santos inocentes, y dos años después en la película El hermano bastardo de Dios, dirigida por su padre.
En 1995 fue José Luis Cuerda el que le ofreció un pequeño papel en Así en el cielo como en la tierra, pero sería un año después cuando entraría en el cine español por la puerta grande. Por primera ver aparecía en una película sin que su abuelo estuviera en ella, y además lo hacía como absoluto protagonista. Fue José Luis García Sánchez el que se lanzó el vacío para darle el papel de Tranvía a la Malvarrosa, la adaptación de la novela de Manuel Vicent escrita por el realizador junto al eterno Rafael Azcona.
No le pudo ir mejor, la película tuvo cuatro nominaciones a los premios Goya entre ellas una a Mejor actor revelación para Liberto Rabal, que lo perdería frente a Fele Martínez por Tesis, la película que arrasó ese año, en el que él también estrenó Pon un hombre en tu vida, de Eva Lesmes y Más que amor frenesí, de Albacete y Menkes.
Ese fue el pistoletazo de salida de lo que todo el mundo pensaba que sería una carrera prometedora, y la confirmación parecía que llegaría el año siguiente, 1997, cuando se convirtió en protagonista de Carne Trémula, la película de Pedro Almodóvar basada en la novela de Ruth Rendell. Entró en el proyecto de forma accidentada, ya que ese filme lo iba a protagonizar Jorge Sanz, que incluso llegó a comenzar el rodaje pero lo abandonó por diferencias con el director. Rabal entró como sustituto y todo por ganar, pero el resultado no fue el esperado. Carne Trémula es una de las películas que más dividió a la crítica, y la peor parte se la llevó Liberto Rabal, que ganó un premio YoGa al peor actor del año.
Su popularidad fue en descenso, a pesar de participar en una serie como A las once en casa, con Ana Obregón y Antonio Resines de protagonista, pero sus papeles en cine fueron perdiendo relevancia y decidió dar el salto a la dirección. Lo hizo con Síndrome, escrita junto a su pareja, la actriz Adriana Davidova, que también la protagonizó. Nadie se enteró de que la película existía, y paso sin pena ni gloria por la cartelera. Liberto Rabal tocó fondo un año después, cuando apareció en Salsa Rosa, el programa de corazón presentado por Santi Acosta sobre corazón.
Junto a su mujer y roto reconoció que estaba en la quiebra y que se había quedado sin casa y con un par de euros en el bolsillo al día para mantener a su familia. Aquellas declaraciones fueron un terremoto para la familia Rabal, y su tía Teresa (sí, Teresa Rabal también es del clan) declaraba después que no entendía por qué decía eso y que ella y su hermano Benito habían apoyado siempre a Liberto. A partir de ahí desapareció. Siguió creando junto a su pareja y tuvo alguna aparición televisiva. La más larga en la telenovela de Canal Sur, Arrayán y en Amar es para siempre.
En 2015 concedía una entrevista a El Mundo en el que dejaba atrás ese pasado precario. "Hace ya mucho tiempo y esos problemas ya están superados, pero no quiero hablar de ello", decía en el medio para zanjar aquella polémica. Aseguraba que su apellido de famoso fue una oportunidad, pero que tuvo que luchar mucho, y que la industria no se lo puso fácil.
También ha seguido en el mundo de la interpretación gracias al teatro, y hasta compartió tablas con su abuela Asunción Balaguer en Una vida robada. También junto a su esposa en Hacia el amor, en la que adaptaba las Escenas de un matrimonio de Ingmar Bergman. Ahora han rodado ambos su segunda película tras muchas intentonas y muchos anuncios. Se llama Jump, y aunque está en IMDB, ni rastro de un estreno en nuestro país. Él sigue intentándolo como creador, pero la vena artística no se ha quedado ahí, sino que su hijo junto a Davidova ya ha hecho sus pinitos como actor y ha publicado ya una novela y un poemario con apenas 20 años. Él puede romper la maldición que hizo de su padre una estrella fugaz en el panorama del cine español.